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lunes, 2 de noviembre de 2020

Maduración y occidentalización de la Cultura y Literatura japonesa contemporánea

Maduración y occidentalización de la Cultura y Literatura japonesa contemporánea

 

Introducción:

La modernización es un periodo muy importante en la civilización el cual no se da de manera espontánea, las etapas de la historia comprenden periodos que se encuentran separados por circunstancias distintivas, cambios sociales o por eventos trascendentes así es que el modernismo hubo de surgir de otras etapas o movimientos como el Humanismo, el Renacimiento y la Ilustración. Todos esos movimientos nos llevaron a la época moderna en la cual se establecieron  sus fines, características importantes enfocadas en el desarrollo de la civilización en base a los descubrimientos y aplicación en la industria, la agricultura, las artes, la mecanización de la manufactura, la invención de maquinaria y el logro de sus objetivos principales, Libertad, Solidaridad y Fraternidad.

proceso de maduración de la literatura japonesa contemporánea

Hace mil años, una mujer escribió la primera novela. La historia de Genji fue escrita por la japonesa Murasaki Shikibu hace mil años, y es considerada el primer volumen con estructura de novela. Si bien la obra figuraba como anónima, los expertos coinciden en que las notas aclaratorias sobre la novela que figuran en el diario Murasaki Shikibu, prueban su autoría. La novela de Genji se considera la obra maestra de la literatura dinástica japonesa, y la primera novela del mundo en el sentido moderno, ya que presenta descripciones psicológicas detalladas de los personajes, y el personaje Kaoru es considerado el primer antihéroe.

historia genji

Murasaki Shikibu se cree que nació en 978, a mediados del período Heian, era hija del literato Fujiwara no Tametoki, perteneciente a una familia de funcionarios de la mediana nobleza, por lo que recibió una exquisita educación. La popularidad de la obra llevó al primer ministro Fujiwara no Michinaga a incluir a Shikibu como dama de compañía en  la corte de la emperatriz Akiko hasta el año 1013.

¿Qué es el proceso de occidentalización de la  Literatura japonesa?

La modernización es un periodo muy importante en la civilización el cual no se da de manera espontánea, las etapas de la historia comprenden periodos que se encuentran separados por circunstancias distintivas, cambios sociales o por eventos trascendentes así es que el modernismo hubo de surgir de otras etapas o movimientos como el Humanismo, su paso hacia el Renacimiento cuando los estudiosos comenzaron a resucitar obras filosóficas, históricas o literarias de la antigüedad grecorromana y de ahí la Ilustración que fuera la aplicación de los conocimientos y el acceso a la educación a un número mayor de personas sin las limitaciones que ejercía la iglesia, la cual el conocimiento permitido era para unos cuantos legos, en cambio en la Ilustración se discutieron, demostraron y comprobaron por métodos científicos los conceptos  que sustentaban la nueva educación del hombre. 

El primer paso era considera al ser humano como centro de todas las cosas, el abandono de las ideas seculares donde lo primordial era asegurarse una vida ultraterrena por medio del sacrificio, el ascetismo, la abnegación guiada por una vida escolástica, siendo esta como la corriente teológico-filosófica predominante del pensamiento medieval, basada en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe. El humanismo se centró en el hombre, su entorno y potencial para superar sus vicisitudes a través de la educación laica surgida de la investigación y comprobación, de la deducción y la inducción.

Todos esos movimientos nos llevaron a la época moderna en la cual se establecieron  sus fines, características importantes enfocadas en el desarrollo de la civilización en base a los descubrimientos y aplicación en la industria, la agricultura, las artes, la mecanización de la manufactura, la invención de maquinaria y el logro de sus objetivos principales, Libertad, Solidaridad y Fraternidad. Donde se consideraba el afianzamiento de los ideales del progreso, la comunicación y la razón, que serán considerados desde entonces los valores de la modernidad. Como todo movimiento, las culturas exógenas absorben primero la esencia del modernismo, lo adoptan, lo sincretizan y luego lo aplican resultando un modernismo distinto, pero parecido que le da cierta legitimidad ante la civilización que la propone. No debemos olvidar que la esencia del modernismo es el capitalismo, por lo que las potencias extranjeras en Oriente Medio, el objetivo era sacarlos del marasmo medieval y feudal para conducirlos al capitalismo.

No debemos olvidar que el modernismo lo sustentan “fundamentos teóricos que lo conciben como una transformación lineal ascendente que  manifiesta el progreso alcanzado por las naciones, una vez que transitan hacia el sistema capitalista”. La primera propuesta del modernismo es el conflicto entre lo tradicional y lo nuevo. Discurso euro centrista muy bien adoptado por Estados Unidos, quien por la fuerza y las amenazas de sus cañones obligaron al Japón a “modernizarse”, exigiendo al país oriental al uso franco de todos sus puertos como nueva ruta que sustituía a la “Nao de China” por la ruta nipona hacia los mercados orientales. Sin embargo, para los norteamericanos son ellos el prototipo modernizador y vanguardista sobre las demás sociedades, las cuales son observadas como subordinadas e inferiores a los dictados y supremacía de los occidentales.

Para llegar al modernismo en Japón y en Medio Oriente, es necesario recordar que es un proceso largo aun en Europa y cuando llega a Oriente ya es un proceso  bien delimitado, al menos desde la perspectiva occidental, pues sin duda al adoptarse o recrearse en base al sincretismo hubo de modificar ciertas características que le eran comunes como el teísmo, las tradiciones culturales, la vida social y el sistema de gobierno.  La llegada del humanismo unos 400 años atrás de alguna manera influyó en las mentes orientales la posibilidad de humanizar la concepción del hombre como posible centro de la vida.

El modo de escritura y la evolución del idioma japonés hicieron que la obra quedara relegada a los estudiosos desde el siglo XIV, pero en 1914 la poeta Akiko Yosano realizó una adaptación al japonés actual y do pie a un nuevo interés por la obra no solo en Japón.

Yasunari Kawabata, primer Premio Nobel de Japón, consideraba la novela como: “la cima de la literatura japonesa”. 

El saldo dejado por la Restauración

Para llegar al modernismo en Japón y en Medio Oriente, es necesario recordar que es un proceso largo aun en Europa y cuando llega a Oriente ya es un proceso  bien delimitado, al menos desde la perspectiva occidental, pues sin duda al adoptarse o recrearse en base al sincretismo hubo de modificar ciertas características que le eran comunes como el teísmo, las tradiciones culturales, la vida social y el sistema de gobierno. El llamado proceso de occidentalización japonés al igual que la europea, tuvo varias etapas y connotaciones a lo largo de su historia. Como lo comentamos anteriormente se originó a la par de la llamada Restauración Meiji (1868). Para que se creara una nueva literatura hubo de adaptarse un idioma literario ya que el Japón está conformado por muchos dialectos y se necesitaba uno que les uniera o representara administrativa, social y culturalmente. Siendo en 1914 con la adaptación de obras antiguas al japonés actual por la poeta Akiko Yosano que realizó una adaptación al japonés Historia genji de Murasaki Shikibu cuya base del idioma común es el dialecto de Kioto.

Desde luego que en la profundidad de ambas literaturas había desacuerdos por sus filosofías tan distintas lo que supuso un gran sisma en las formas literarias. Fueron muchas las obras occidentales que abarrotaron el mercado  de literatura, libros, revistas, periódicos y en respuesta se empezaron a imitar, lo que se consideraba como “La banalización de las formas occidentales”. Un conflicto más como el ocasionado por “El impacto del humanismo como noción inédita” como lo mencionamos al principio relacionado con el Humanismo y las diferencias de su concepción en Occidente y Oriente; una forma de vida de la sociedad, expresada en sus más amplias manifestaciones culturales. Por último,  “El militarismo en su  forma expansionista y luego, como fase superior, el imperialismo nipón”. 

La literatura japonesa como conflicto narrativo

Lo que considero muy importante es la impresión y complejidad que el concepto humanista imbuido en todos los ámbitos de la cultura japonesa es amplia y compleja como para explicarlo en este ensayo, pero que esa huella pervive para bien y para mal en la obra de los escritores japoneses contemporáneos. Todo ello se convirtió en una especie de epifanía ante un nuevo universo, muy diferente como lo compararían, pero su gran atractivo y posibilidad de una fama distinta y reconocimiento mundial les invitaba a intentarlo y apropiarse de sus formas y estilos, crear su propio sello con ciertas características en su cultura, darle su propio sello, sin imaginarse que al abandonar su esencia iría devastando su interior, creando un vacío como el que sintió Mishima al final de su vida.

El escritor japonés se encontró con grandes disyuntivas, una carrera vertiginosa por sobresalir desde la óptica occidental y resurgir de una dolorosa derrota de la Segunda Guerra Mundial; ser reconocido a la manera capitalista de promover el consumismo aún en la literatura, con sus grandes premios incluyendo al Nobel que exige ciertos cánones por cumplir y otros que prohíbe y castiga con su exclusión como en el caso Mishima, al cual sin duda, no estaban dispuestos a reconocer una literatura LGBT que contradecía también la literatura tradicional japonesa. Su literatura, sin duda era el reflejo de su sociedad, su  época desde la Restauración, imbuida por la tradición budista y la influencia china.

El budismo y  su creencia en el karma y la existencia predestinada del individuo lo cual siempre condicionaban la manera en que los escritores japoneses plasmaban sus ideas sobre la vida. Luego, la decisión de establecer una lengua “nacional” entre tantos dialectos, casi igual a las cuatro mil islas que lo conforman, la brecha entre el lenguaje escrito y el hablado en el idioma japonés, sin duda un obstáculo para el escritor que intenta transmitir sus pensamientos y el lector que procura interpretarlos. Ante el advenimiento de las lenguas y cultura occidental y la decisión del imperio de que sus funcionarios y ciudadanos de “clase media alta” dominaran varias lenguas, se les hacía más fácil escribir en idioma extranjero o sus obras traducidas que tuviesen mayor aceptación que el tratar de imponer un idioma materno considerado como dialecto menor ante el dialecto de Kioto ya oficializado.

Una vez tolerada y adoptada en los aspectos convenientes, la cultura y la literatura entran de lleno en el escenario oriental para hibridarse, por las ventajas que ofrecía la mercadotecnia y la aplicación de los modos de producción de la obra cultural, así como la gran mediatización de los productos culturales y literarios del oriente “moderno”., la irrupción de las obras hacia occidente, la moda en los estilos e influencias de temas y creencias ancestrales, el esnobismo en los creadores orientales, el orientalismo en la literatura occidental, todo ello influye en “crear” una nueva literatura oriental, particularmente la literatura japonesa.

En ese contexto socio cultural fue en el que se formaron Nitobe Inazo, Mori Ogai, Fukuzawa Yukichi, Futabatei Shimei y Söseki Natsume intelectuales, juristas y mediadores culturales entre Oriente y Occidente en la modernización de Japón a partir de la Restauración Meiji (Meiji Isshin), aunque  en esa imposición se consideró una gran humillación política y militar, también fue muy importante para la modernización del país. Estas relaciones los llevó a un inevitable contacto que no siempre fue armonioso, desfavorable para quienes venían arrastrando el feudalismo en la vida cotidiana, atrasados tecnológicamente.

Esa “pléyade de escritores entusiastas acogió con vehemencia las formas literarias occidentales y las adaptó a sus experiencias, su historia y su particularísima visión del mundo”. Eso no se dio espontáneamente sino por medio de una transición Lenta y en varias etapas, algunas correspondientes a los modelos y cambios gestados y convertidos en corrientes literarias en Occidente, con su auge y ocaso, algunas con mayor éxito y permanencia que otras.

Sobresale en este sentido las obras de dos grandes autores Kenzaburo Oé y Yasunari Kawabata autores que para estudiarlos, se necesita escudriñar en el pensamiento occidental, particularmente el algunos pensadores de quienes recibieron su influencia y adoptaron su ideología al pensamiento oriental. El estado natural era un estado histórico para Thomas Hobbes y Locke e hipotético para Rousseau previo a la conformación de una sociedad a la que para civilizarla habría que regirla por reglas y leyes. Desde su origen, el hombre es “naturalmente” libre, totalmente feliz o vivir en un estado de paz perpetua. Ha sido sin duda la idea de Thomas Hobbes, de que  “el hombre es un lobo para el hombre”.

Por lo que los demás pensadores intuyeron que un estado natural, caótico, libertario guiado por su instinto animal no habría cupo para el hombre civilizado ni podrían convivir sin un contrato social como lo propuso Rousseau, por lo que habría de garantizar mediante leyes ese estado garante de su libertad y derechos y proponer su presencia histórica y evolutiva al contrario de vivir permanentemente en un estado de exaltación, felicidad y libertad que solamente el mito puede considerar.

Muchos autores fueron pilares de la civilización actual como se concibe con plenas garantías así como el paso de un estado natural a la constitución social. La República de Platón, la Utopía de Thomas Moro, La Rebelión de la granja de George Orwell, El Sr. De las moscas de William Golding. Todo esto nos lleva a considerar a la novela de Kenzaburo Oé,  Arrancad las semillas, fusilad a los niños, como ese paso de estado salvaje a la civilización. 

Arrancad la semilla, fusilad a los niños. Kenzaburo Oe. Narrativa japonesa de posguerra

Esta primera novela de Kenzaburo Oé (Premio nobel de literatura), cuenta las desventuras de narra de unos jóvenes conflictivos durante la segunda guerra mundial (tema al que alude en otras obras como La presa), son evacuados de su reformatorio y llevados a un pueblo, perdido entre las montañas. Después de su llegada saben del rumor de una epidemia que ha afectado a los animales. Ante tal situación, los habitantes del pueblo –a los cuales se les ha encomendado el cuidado del grupo de niños- deciden abandonar el poblado y trasladarse al pueblo vecino. Son abandonados y alrededor del lugar entre los animales muertos se les dejan notas en las cual le ordenan no abandonar el pueblo so pena de ser asesinados si acercan al pueblo donde se refugiaron los habitantes que los recibieron.

Se hace evidente la ausencia de una sociedad por lo que buscan la manera de sobrevivir buscando entre las casas algo para alimentarse. En una de ellas encuentran a una niña y la rescatan. Nace la disyuntiva de como sobrevivir a la epidemia que acaba con los animales y personas y de qué alimentarse, así como una nueva forma de sobrevivencia sin autoridad ni jerarquías, se retrae a una sociedad en estado natural, todos ellos sin nombre, de relaciones y libertades naturales. En esto se parece a El Sr. De las moscas de William Golding, quien había escrito su libro mucho antes de Oé, pero si mucha trascendencia por lo que se duda haya alguna influencia en el escritor japonés sino una rara coincidencia. Más bien, trata de una situación vivida por el autor durante la guerra, su devastación y una simbología de lo que pudo llegar a ser el pueblo japonés tras el genocidio norteamericano con las bombas nucleares. La novela de Kenzaburo más bien defiende el mito del buen salvaje en oposición a lo propuesto por Hobbes en cuanto a que “el hombre es un lobo para el hombre”, ya que en su propuesta defiende el mito del buen salvaje en oposición al estado natural representado por el conflicto y la guerra perpetua del hombre que el supuesto “ser” civilizado es capaz de llegar a la destrucción del género humano con un solo click de un racista homofóbico, narcisista, egocentrista y peligrosamente dueño de las decisiones sobre a donde dirigir sus bombas de destrucción masiva.  

La ruptura con ese estado idílico que los niños han logrado al posesionarse de las casas, vuelta la cosecha, a cierto orden y convivencia  y han sobrevivido, todo eso se extingue con el regreso de loas antiguos pobladores, con sus reglas y leyes, restableciendo el “orden” y la autoridad de unos sobre los otros. Vuelta a un estado “civilizado”, encarnación  
de la fuerza y del poder,  tirano, egoísta y nada comprensivo. Igual que en la actualidad (de ahí  la grandeza de la obra que trasciende el tiempo y las culturas) nos habla de una autoridad que utiliza el poder, el miedo y el derecho, moralmente ilegitimo, del más fuerte para salvaguardarse e impedir que los niños cuenten lo sucedido. Todos aceptan resignadamente, menos uno, el protagonista de la historia.

“No me voy a callar. Voy a contar todo lo que nos han hecho y todo lo que hemos visto. Voy a contar todo eso. ¿Por qué tendría que callarme?”

El drama contado en la novela es un drama existencial que el género humano vive una y otra vez, se convierte en  la revelación de una verdad fundamental: “la inexistencia de libertad verdadera y completa dentro de la historia y la omnipresencia de una autoridad tirana y violenta”.

Iban a liberarme de la prisión a la que me habían arrojado. Pero fuera seguiría estando igualmente encerrado. No podría escapar jamás. Tanto dentro como fuera, había puños duros y brazos brutales dispuestos a herirme y golpearme.

La novela además de su simbolismo es enriquecida por la forma y estilo japonés de contar la historia, como un Haiku desde el título, un primer verso, el interés y el sentido y significancia, profundamente lírico y poético, un narrador joven que vive la propia historia de la humanidad y se enfrenta al horror en que se ha convertido, dando una significación distinta lo que llamamos “civilización. Es como rescatar lo bello que puede tener el horror y la tragedia humana. 

La casa de las bellas durmientes. Yasunari Kawabata. Memoria y cuerpo como motivos narrativos.

La casa de las bellas durmientes es una historia que se desarrolla en una posada situada a las afueras de Tokio, donde unos ancianos adinerados se entregan a un último y voluptuoso placer: pagan por la compañía de hermosas y jóvenes vírgenes que duermen desnudas junto a ellos bajo los efectos de poderosos narcóticos. Ellos pueden disfrutar la presencia de las muchachas, ellas no se dan cuenta porque están narcotizadas, y a los ancianos, la matrona les hace beber algunas sustancias para evitar el lívido. Esta novela nos hace reflexionar sobre la vida, la decrepitud, la soledad y la muerte. La casa de las bellas durmiente contiene tres historias, la primera que le da el título al libro, la segunda tiene por nombre Un Brazo, y la tercera, sobre pájaros y animales.

. En las tres se maneja estéticamente el erotismo y la soledad. “Aborda temas como la muerte, la vejez, la belleza, el sexo, la nostalgia de la juventud perdida y el paso del tiempo”. El protagonista es Yoshio Eguchi, un anciano sexagenario, casado y con tres hijas. Por recomendación de un amigo visita esa posada en las afueras de Tokio para que disfrute de la compañía de hermosas y jóvenes vírgenes que duermen desnudas junto a ellos bajo el influjo de los narcóticos. Solamente pueden dormir con ellas sin despertarlas ya que ellas son ajenas a lo que pasa a su alrededor; los ancianos no se avergüenzan de desnudarse y acostarse con ellas. Y ellas ni siquiera perciben la decadencia de los ancianos .

 Estos clientes pagan solo por dormir con las jóvenes y eso les hace escapar de su realidad y trasladarse a sus tiempos mozos cuando tuvieron jóvenes a las que amaron y que apenas recuerdan. Para ellos es una última aventura antes de morir, dormir físicamente como en su juventud antes de tomar el último sueño de su vida. El protagonista tiene cinco encuentros y en cada uno nos muestra su visión sobre la muerte, el amor, la sexualidad, el deseo y su ideal de belleza.

En estas visitas, el protagonista recuerda a las mujeres de su vida: su madre, su esposa, sus amantes y sus propias hijas. Este hombre, en el umbral de la vejez, rememora en este itinerario por el deseo desde instantes en noches ingratas, que son difíciles de olvidar, hasta imágenes de intensa sensualidad en la batalla de los sentidos. Estas “cortesanas vírgenes” le hacen revivir capítulos pasados de su vida, perdidos en la memoria, a través de intensas evocaciones. Además, en su última velada, la mujer del local para satisfacer su fantasía masculina le ofrece para su placer la compañía de dos jóvenes al mismo tiempo.

Con cada nuevo encuentro, la fascinación de Eguchi aumenta y se acrecienta su necesidad de contemplar la inquietante belleza de las jóvenes. Desea rejuvenecer durante un instante junto a estas hermosas doncellas, que descansan bajo un sueño hipnótico, mientras experimenta el profundo temor a la llegada de la muerte.  Ahora, en el otoño de la vida, olvidados los arrebatos de la pasión, la sensualidad se convierte para ellos en un juego puramente mental. La iconografía de la contemplación de la belleza dormida bebe en las fuentes de la mitología clásica donde destacan varios ejemplos como el de Eros y Psique y la figura de Endimión, amado por Selene, diosa de la Luna, que están llenos de simbolismo sexual. Igualmente, la imagen de una doncella que duerme junto a un anciano es un tema tratado desde la antigüedad. Así, sobresale la figura de un antiguo rey de Israel que en la senectud permite a una joven virgen calentar su lecho para poder descansar plácidamente.

En este relato asistimos a una lucha de contrarios entre la lozanía y la decrepitud, la belleza y la fealdad, la vida y la muerte. (Et. Al. Betancourt, p. 2).

Al igual que en otras novelas podemos contemplar este incesante proceso de progresiva definición y borrado del espacio arquitectónico en las obras de Kawabata. Y así es como se nos presenta quizá el caso más inquietante, la habitación en la que el anciano Eguchi pasa la noche junto a muchachas narcotizadas y desnudas en La casa de las bellas durmientes (1961). Esta habitación, disimulada en una casa junto a un acantilado –las olas y el viento marino se oyen y se huelen formando una presencia física ineludible, pero nunca se “ven”–, parece duplicar a la vez el sueño sin sueño de las jóvenes y la impresión, simultáneamente repugnante y pura de la obsesión del viejo. La atmósfera sofocante, opresiva, de un erotismo descarnado, se condensa en este espacio al que el viejo entra siempre solo mediante llave, la “habitación contigua”:

“Eran las cortinas de terciopelo carmesí. El carmesí era aún más profundo bajo la luz tenue. Parecía como si una delgada capa de luz flotara ante las cortinas, y él se estuviera introduciendo en un fantasma. Castillo, p. 200).

Desde un principio el espacio sin nombre se describe poéticamente:

Había esta habitación, de unos cuatro metros cuadrados, y la habitación contigua, pero al parecer no había más habitaciones en el piso superior; y como la planta baja resultaba demasiado reducida para alojar huéspedes, el lugar apenas podía llamarse una posada. Probablemente porque su secreto no lo permitía, el portal no ostentaba ningún letrero. Todo era silencio. (Kawabata, p. 1).

 No hay, en realidad la posibilidad de fijar un lugar en que se dé esta presencia completa del espacio en la narración, esto ocurre a lo largo de toda la novela, en una continuidad inseparable, entre lo que pasa, lo que se dice, cómo se dice y dónde pasa.

Gracias.

 

 

 

 

Referencias

Barroso, Tahimí “Tradición y occidentalización en el proceso modernizador japonés " en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, enero 2012. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/  

Humania del Sur. Revista de Estudios Latinoamericanos, africanos y asiáticos. Universidad de Los Andes, Mérida. Año 13, Nº 24. Enero-junio, 2018. ISSN: 1856-6812, ISSN Elect.: 2244-8810.

Hite (Yasunari) Kawabata. (1961). La casa de las bellas durmientes. Japón: Luis de Caralt Editor, S.A.

José Vela Castillo 2018, REIA: Revista Europea de Investigación en Arquitectura.

Orlando Betancourt. (2010). El sueño eterno en La casa de las bellas durmientes, de Yayunari Kawabata. 26 de octubre de 2020, de Academia.edu Sitio web: https://www.academia.edu/8452203/El_sue%C3%B1o_eterno_en_La_casa_de_las_bellas_durmientes_de_Yasunari_Kawabata.


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