Maduración y occidentalización de la Cultura y Literatura japonesa contemporánea
Introducción:
La modernización es un
periodo muy importante en la civilización el cual no se da de manera
espontánea, las etapas de la historia comprenden periodos que se encuentran
separados por circunstancias distintivas, cambios sociales o por eventos
trascendentes así es que el modernismo hubo de surgir de otras etapas o
movimientos como el Humanismo, el Renacimiento y la Ilustración. Todos esos
movimientos nos llevaron a la época moderna en la cual se establecieron sus fines, características importantes
enfocadas en el desarrollo de la civilización en base a los descubrimientos y
aplicación en la industria, la agricultura, las artes, la mecanización de la
manufactura, la invención de maquinaria y el logro de sus objetivos
principales, Libertad, Solidaridad y Fraternidad.
proceso de maduración de la
literatura japonesa contemporánea
Hace mil años, una mujer
escribió la primera novela. La historia de Genji fue escrita por la
japonesa Murasaki Shikibu hace mil años, y es considerada el primer volumen con
estructura de novela. Si bien la obra figuraba como anónima, los expertos
coinciden en que las notas aclaratorias sobre la novela que figuran en el
diario Murasaki Shikibu, prueban su autoría. La novela de Genji se considera la
obra maestra de la literatura dinástica japonesa, y la primera novela del mundo
en el sentido moderno, ya que presenta descripciones psicológicas detalladas de
los personajes, y el personaje Kaoru es considerado el primer antihéroe.
historia
genji
Murasaki
Shikibu se cree que
nació en 978, a mediados del período Heian, era hija del literato Fujiwara
no Tametoki, perteneciente a una familia de funcionarios de la mediana
nobleza, por lo que recibió una exquisita educación. La popularidad de la obra
llevó al primer ministro Fujiwara no Michinaga a incluir a Shikibu
como dama de compañía en la corte de la
emperatriz Akiko hasta el año 1013.
¿Qué es el proceso de
occidentalización de la Literatura
japonesa?
La modernización es un
periodo muy importante en la civilización el cual no se da de manera
espontánea, las etapas de la historia comprenden periodos que se encuentran
separados por circunstancias distintivas, cambios sociales o por eventos
trascendentes así es que el modernismo hubo de surgir de otras etapas o
movimientos como el Humanismo, su paso hacia el Renacimiento cuando los
estudiosos comenzaron a resucitar obras filosóficas, históricas o literarias de
la antigüedad grecorromana y de ahí la Ilustración que fuera la aplicación de
los conocimientos y el acceso a la educación a un número mayor de personas sin
las limitaciones que ejercía la iglesia, la cual el conocimiento permitido era
para unos cuantos legos, en cambio en la Ilustración se discutieron,
demostraron y comprobaron por métodos científicos los conceptos que sustentaban la nueva educación del
hombre.
El
primer paso era considera al ser humano como centro de todas las cosas, el
abandono de las ideas seculares donde lo primordial era asegurarse una vida
ultraterrena por medio del sacrificio, el ascetismo, la abnegación guiada por
una vida escolástica, siendo esta como la corriente teológico-filosófica
predominante del pensamiento medieval, basada en la coordinación entre fe y
razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la
razón a la fe. El humanismo se centró en el hombre, su entorno y potencial para
superar sus vicisitudes a través de la educación laica surgida de la
investigación y comprobación, de la deducción y la inducción.
Todos
esos movimientos nos llevaron a la época moderna en la cual se
establecieron sus fines, características
importantes enfocadas en el desarrollo de la civilización en base a los
descubrimientos y aplicación en la industria, la agricultura, las artes, la
mecanización de la manufactura, la invención de maquinaria y el logro de sus
objetivos principales, Libertad, Solidaridad y Fraternidad. Donde se
consideraba el afianzamiento de los ideales del progreso, la comunicación y la
razón, que serán considerados desde entonces los valores de la modernidad. Como
todo movimiento, las culturas exógenas absorben primero la esencia del
modernismo, lo adoptan, lo sincretizan y luego lo aplican resultando un
modernismo distinto, pero parecido que le da cierta legitimidad ante la
civilización que la propone. No debemos olvidar que la esencia del modernismo
es el capitalismo, por lo que las potencias extranjeras en Oriente Medio, el
objetivo era sacarlos del marasmo medieval y feudal para conducirlos al
capitalismo.
No
debemos olvidar que el modernismo lo sustentan “fundamentos teóricos que lo
conciben como una transformación lineal ascendente que manifiesta el progreso alcanzado por las
naciones, una vez que transitan hacia el sistema capitalista”. La primera
propuesta del modernismo es el conflicto entre lo tradicional y lo nuevo.
Discurso euro centrista muy bien adoptado por Estados Unidos, quien por la
fuerza y las amenazas de sus cañones obligaron al Japón a “modernizarse”, exigiendo
al país oriental al uso franco de todos sus puertos como nueva ruta que
sustituía a la “Nao de China” por la ruta nipona hacia los mercados
orientales. Sin embargo, para los norteamericanos son ellos el prototipo
modernizador y vanguardista sobre las demás sociedades, las cuales son
observadas como subordinadas e inferiores a los dictados y supremacía de los
occidentales.
Para
llegar al modernismo en Japón y en Medio Oriente, es necesario recordar que es
un proceso largo aun en Europa y cuando llega a Oriente ya es un proceso bien delimitado, al menos desde la
perspectiva occidental, pues sin duda al adoptarse o recrearse en base al
sincretismo hubo de modificar ciertas características que le eran comunes como
el teísmo, las tradiciones culturales, la vida social y el sistema de
gobierno. La llegada del humanismo unos
400 años atrás de alguna manera influyó en las mentes orientales la posibilidad
de humanizar la concepción del hombre como posible centro de la vida.
El modo
de escritura y la evolución del idioma japonés hicieron que la obra quedara
relegada a los estudiosos desde el siglo XIV, pero en 1914 la poeta Akiko
Yosano realizó una adaptación al japonés actual y do pie a un nuevo interés por
la obra no solo en Japón.
Yasunari Kawabata, primer Premio Nobel de Japón, consideraba la novela como: “la cima de la literatura japonesa”.
El
saldo dejado por la Restauración
Para llegar al modernismo
en Japón y en Medio Oriente, es necesario recordar que es un proceso largo aun
en Europa y cuando llega a Oriente ya es un proceso bien delimitado, al menos desde la
perspectiva occidental, pues sin duda al adoptarse o recrearse en base al
sincretismo hubo de modificar ciertas características que le eran comunes como
el teísmo, las tradiciones culturales, la vida social y el sistema de gobierno.
El llamado proceso de occidentalización japonés al igual que la europea, tuvo
varias etapas y connotaciones a lo largo de su historia. Como lo comentamos
anteriormente se originó a la par de la llamada Restauración Meiji (1868). Para
que se creara una nueva literatura hubo de adaptarse un idioma literario ya que
el Japón está conformado por muchos dialectos y se necesitaba uno que les
uniera o representara administrativa, social y culturalmente. Siendo en 1914 con
la adaptación de obras antiguas al japonés actual por la poeta Akiko Yosano
que realizó una adaptación al japonés Historia genji de Murasaki
Shikibu cuya base del idioma común es el dialecto de Kioto.
Desde luego que en la profundidad de ambas literaturas había desacuerdos por sus filosofías tan distintas lo que supuso un gran sisma en las formas literarias. Fueron muchas las obras occidentales que abarrotaron el mercado de literatura, libros, revistas, periódicos y en respuesta se empezaron a imitar, lo que se consideraba como “La banalización de las formas occidentales”. Un conflicto más como el ocasionado por “El impacto del humanismo como noción inédita” como lo mencionamos al principio relacionado con el Humanismo y las diferencias de su concepción en Occidente y Oriente; una forma de vida de la sociedad, expresada en sus más amplias manifestaciones culturales. Por último, “El militarismo en su forma expansionista y luego, como fase superior, el imperialismo nipón”.
La literatura japonesa como
conflicto narrativo
Lo que considero muy
importante es la impresión y complejidad que el concepto humanista imbuido en
todos los ámbitos de la cultura japonesa es amplia y compleja como para explicarlo
en este ensayo, pero que esa huella pervive para bien y para mal en la obra de
los escritores japoneses contemporáneos. Todo ello se convirtió en una especie
de epifanía ante un nuevo universo, muy diferente como lo compararían, pero su
gran atractivo y posibilidad de una fama distinta y reconocimiento mundial les
invitaba a intentarlo y apropiarse de sus formas y estilos, crear su propio
sello con ciertas características en su cultura, darle su propio sello, sin
imaginarse que al abandonar su esencia iría devastando su interior, creando un
vacío como el que sintió Mishima al final de su vida.
El
escritor japonés se encontró con grandes disyuntivas, una carrera vertiginosa
por sobresalir desde la óptica occidental y resurgir de una dolorosa derrota de
la Segunda Guerra Mundial; ser reconocido a la manera capitalista de promover
el consumismo aún en la literatura, con sus grandes premios incluyendo al Nobel
que exige ciertos cánones por cumplir y otros que prohíbe y castiga con su
exclusión como en el caso Mishima, al cual sin duda, no estaban dispuestos a
reconocer una literatura LGBT que contradecía también la literatura tradicional
japonesa. Su literatura, sin duda era el reflejo de su sociedad, su época desde la Restauración, imbuida por la
tradición budista y la influencia china.
El
budismo y su creencia en el karma y la
existencia predestinada del individuo lo cual siempre condicionaban la manera
en que los escritores japoneses plasmaban sus ideas sobre la vida. Luego, la
decisión de establecer una lengua “nacional” entre tantos dialectos, casi igual
a las cuatro mil islas que lo conforman, la brecha entre el lenguaje escrito y
el hablado en el idioma japonés, sin duda un obstáculo para el escritor que
intenta transmitir sus pensamientos y el lector que procura interpretarlos.
Ante el advenimiento de las lenguas y cultura occidental y la decisión del
imperio de que sus funcionarios y ciudadanos de “clase media alta” dominaran
varias lenguas, se les hacía más fácil escribir en idioma extranjero o sus
obras traducidas que tuviesen mayor aceptación que el tratar de imponer un
idioma materno considerado como dialecto menor ante el dialecto de Kioto
ya oficializado.
Una vez
tolerada y adoptada en los aspectos convenientes, la cultura y la literatura
entran de lleno en el escenario oriental para hibridarse, por las ventajas que
ofrecía la mercadotecnia y la aplicación de los modos de producción de la obra
cultural, así como la gran mediatización de los productos culturales y
literarios del oriente “moderno”., la irrupción de las obras hacia occidente,
la moda en los estilos e influencias de temas y creencias ancestrales, el
esnobismo en los creadores orientales, el orientalismo en la literatura
occidental, todo ello influye en “crear” una nueva literatura oriental,
particularmente la literatura japonesa.
En ese
contexto socio cultural fue en el que se formaron Nitobe Inazo, Mori Ogai,
Fukuzawa Yukichi, Futabatei Shimei y Söseki Natsume intelectuales, juristas
y mediadores culturales entre Oriente y Occidente en la modernización de Japón
a partir de la Restauración Meiji (Meiji
Isshin), aunque
en esa imposición se consideró una gran humillación
política y militar, también fue muy importante para la modernización del país. Estas
relaciones los llevó a un inevitable contacto que no siempre fue armonioso,
desfavorable para quienes venían arrastrando el feudalismo en la vida
cotidiana, atrasados tecnológicamente.
Esa “pléyade
de escritores entusiastas acogió con vehemencia las formas literarias
occidentales y las adaptó a sus experiencias, su historia y su particularísima
visión del mundo”. Eso no se dio espontáneamente sino por medio de una
transición Lenta y en varias etapas, algunas correspondientes a los
modelos y cambios gestados y convertidos en corrientes literarias en Occidente,
con su auge y ocaso, algunas con mayor éxito y permanencia que otras.
Sobresale en este sentido las obras de
dos grandes autores Kenzaburo Oé y Yasunari Kawabata autores que para estudiarlos, se necesita
escudriñar en el pensamiento occidental, particularmente el algunos pensadores
de quienes recibieron su influencia y adoptaron su ideología al pensamiento
oriental. El estado
natural era un estado histórico para Thomas Hobbes y Locke e
hipotético para Rousseau previo a la conformación de una sociedad a la
que para civilizarla habría que regirla por reglas y leyes. Desde su origen, el
hombre es “naturalmente” libre, totalmente feliz o vivir en un estado de paz
perpetua. Ha sido sin duda la idea de Thomas Hobbes, de que “el hombre
es un lobo para el hombre”.
Por lo
que los demás pensadores intuyeron que un estado natural, caótico, libertario guiado
por su instinto animal no habría cupo para el hombre civilizado ni podrían
convivir sin un contrato social como lo propuso Rousseau, por lo que habría de
garantizar mediante leyes ese estado garante de su libertad y derechos y
proponer su presencia histórica y evolutiva al contrario de vivir
permanentemente en un estado de exaltación, felicidad y libertad que solamente
el mito puede considerar.
Muchos
autores fueron pilares de la civilización actual como se concibe con plenas
garantías así como el paso de un estado natural a la constitución social. La
República de Platón, la Utopía de Thomas Moro, La Rebelión de la granja de
George Orwell, El Sr. De las moscas de William Golding. Todo esto nos lleva a
considerar a la novela de Kenzaburo Oé, Arrancad las semillas, fusilad a los
niños, como ese paso de
estado salvaje a la civilización.
Arrancad la semilla, fusilad a
los niños. Kenzaburo Oe. Narrativa japonesa de posguerra
Esta primera novela de Kenzaburo Oé (Premio nobel de literatura),
cuenta las desventuras de narra de unos jóvenes conflictivos durante la
segunda guerra mundial (tema al que alude en otras obras como La presa),
son evacuados de su reformatorio y llevados a un pueblo, perdido entre las
montañas. Después de su llegada saben del rumor de una epidemia que ha afectado
a los animales. Ante tal situación, los habitantes del pueblo –a los cuales se
les ha encomendado el cuidado del grupo de niños- deciden abandonar el poblado
y trasladarse al pueblo vecino. Son abandonados y alrededor del lugar entre los
animales muertos se les dejan notas en las cual le ordenan no abandonar el
pueblo so pena de ser asesinados si acercan al pueblo donde se refugiaron los
habitantes que los recibieron.
Se hace evidente la ausencia de una sociedad por lo que buscan la manera
de sobrevivir buscando entre las casas algo para alimentarse. En una de ellas
encuentran a una niña y la rescatan. Nace la disyuntiva de como sobrevivir a la
epidemia que acaba con los animales y personas y de qué alimentarse, así como
una nueva forma de sobrevivencia sin autoridad ni jerarquías, se retrae a una
sociedad en estado natural, todos ellos sin nombre, de relaciones y libertades
naturales. En esto se parece a El Sr. De las moscas de William Golding, quien
había escrito su libro mucho antes de Oé, pero si mucha trascendencia por lo
que se duda haya alguna influencia en el escritor japonés sino una rara
coincidencia. Más bien, trata de una situación vivida por el autor durante la
guerra, su devastación y una simbología de lo que pudo llegar a ser el pueblo
japonés tras el genocidio norteamericano con las bombas nucleares. La novela de
Kenzaburo más bien defiende el mito del buen salvaje en oposición a lo
propuesto por Hobbes en cuanto a que “el hombre es un lobo para el hombre”, ya
que en su propuesta defiende el mito del buen salvaje en oposición al estado
natural representado por el conflicto y la guerra perpetua del hombre que el
supuesto “ser” civilizado es capaz de llegar a la destrucción del género humano
con un solo click de un racista homofóbico, narcisista, egocentrista y
peligrosamente dueño de las decisiones sobre a donde dirigir sus bombas de
destrucción masiva.
La ruptura con ese estado idílico que los niños han logrado al
posesionarse de las casas, vuelta la cosecha, a cierto orden y convivencia y han sobrevivido, todo eso se extingue con
el regreso de loas antiguos pobladores, con sus reglas y leyes, restableciendo
el “orden” y la autoridad de unos sobre los otros. Vuelta a un estado
“civilizado”, encarnación
de la fuerza y del poder, tirano,
egoísta y nada comprensivo. Igual que en la actualidad (de ahí la grandeza de la obra que trasciende el
tiempo y las culturas) nos habla de una autoridad que utiliza el poder, el
miedo y el derecho, moralmente ilegitimo, del más fuerte para salvaguardarse e
impedir que los niños cuenten lo sucedido. Todos aceptan resignadamente, menos
uno, el protagonista de la historia.
“No me voy a callar. Voy a contar todo lo que nos han hecho y todo lo
que hemos visto. Voy a contar todo eso. ¿Por qué tendría que callarme?”
El drama contado en la novela es un drama existencial que el género
humano vive una y otra vez, se convierte en la revelación de una verdad fundamental: “la
inexistencia de libertad verdadera y completa dentro de la historia y la
omnipresencia de una autoridad tirana y violenta”.
Iban a liberarme de la prisión a la que me habían arrojado. Pero fuera
seguiría estando igualmente encerrado. No podría escapar jamás. Tanto dentro
como fuera, había puños duros y brazos brutales dispuestos a herirme y
golpearme.
La novela además de su simbolismo es enriquecida por la forma y estilo japonés de contar la historia, como un Haiku desde el título, un primer verso, el interés y el sentido y significancia, profundamente lírico y poético, un narrador joven que vive la propia historia de la humanidad y se enfrenta al horror en que se ha convertido, dando una significación distinta lo que llamamos “civilización. Es como rescatar lo bello que puede tener el horror y la tragedia humana.
La casa de las bellas durmientes.
Yasunari Kawabata. Memoria y cuerpo como motivos narrativos.
La casa de las bellas durmientes es
una historia que se desarrolla en una posada situada a las afueras de Tokio,
donde unos ancianos adinerados se entregan a un último y voluptuoso placer:
pagan por la compañía de hermosas y jóvenes vírgenes que duermen desnudas junto
a ellos bajo los efectos de poderosos narcóticos. Ellos pueden disfrutar la
presencia de las muchachas, ellas no se dan cuenta porque están narcotizadas, y
a los ancianos, la matrona les hace beber algunas sustancias para evitar el
lívido. Esta novela nos hace reflexionar sobre la vida, la decrepitud, la
soledad y la muerte. La casa de las bellas durmiente contiene tres historias,
la primera que le da el título al libro, la segunda tiene por nombre Un Brazo,
y la tercera, sobre pájaros y animales.
. En las
tres se maneja estéticamente el erotismo y la soledad. “Aborda temas como la
muerte, la vejez, la belleza, el sexo, la nostalgia de la juventud perdida y el
paso del tiempo”. El protagonista es Yoshio Eguchi, un anciano sexagenario,
casado y con tres hijas. Por recomendación de un amigo visita esa posada en las
afueras de Tokio para que disfrute de la compañía de hermosas y jóvenes
vírgenes que duermen desnudas junto a ellos bajo el influjo de los narcóticos. Solamente
pueden dormir con ellas sin despertarlas ya que ellas son ajenas a lo que pasa
a su alrededor; los ancianos no se avergüenzan de desnudarse y acostarse con
ellas. Y ellas ni siquiera perciben la decadencia de los ancianos .
Estos clientes pagan solo por dormir con las
jóvenes y eso les hace escapar de su realidad y trasladarse a sus tiempos mozos
cuando tuvieron jóvenes a las que amaron y que apenas recuerdan. Para ellos es
una última aventura antes de morir, dormir físicamente como en su juventud
antes de tomar el último sueño de su vida. El protagonista tiene cinco encuentros
y en cada uno nos muestra su visión sobre la muerte, el amor, la sexualidad, el
deseo y su ideal de belleza.
En estas
visitas, el protagonista recuerda a las mujeres de su vida: su madre, su
esposa, sus amantes y sus propias hijas. Este hombre, en el umbral de la vejez,
rememora en este itinerario por el deseo desde instantes en noches ingratas,
que son difíciles de olvidar, hasta imágenes de intensa sensualidad en la
batalla de los sentidos. Estas “cortesanas vírgenes” le hacen revivir capítulos
pasados de su vida, perdidos en la memoria, a través de intensas evocaciones.
Además, en su última velada, la mujer del local para satisfacer su fantasía
masculina le ofrece para su placer la compañía de dos jóvenes al mismo tiempo.
Con cada
nuevo encuentro, la fascinación de Eguchi aumenta y se acrecienta su necesidad de
contemplar la inquietante belleza de las jóvenes. Desea rejuvenecer durante un instante
junto a estas hermosas doncellas, que descansan bajo un sueño hipnótico, mientras
experimenta el profundo temor a la llegada de la muerte. Ahora, en el otoño de la vida, olvidados los
arrebatos de la pasión, la sensualidad se convierte para ellos en un juego
puramente mental. La iconografía de la contemplación de la belleza dormida bebe
en las fuentes de la mitología clásica donde destacan varios ejemplos como el
de Eros y Psique y la figura de Endimión, amado por Selene, diosa de la Luna,
que están llenos de simbolismo sexual. Igualmente, la imagen de una doncella
que duerme junto a un anciano es un tema tratado desde la antigüedad. Así,
sobresale la figura de un antiguo rey de Israel que en la senectud permite a
una joven virgen calentar su lecho para poder descansar plácidamente.
En este
relato asistimos a una lucha de contrarios entre la lozanía y la decrepitud, la
belleza y la fealdad, la vida y la muerte. (Et. Al. Betancourt, p. 2).
Al igual que en otras novelas podemos contemplar este incesante proceso de progresiva definición y borrado del espacio arquitectónico en las obras de Kawabata. Y así es como se nos presenta quizá el caso más inquietante, la habitación en la que el anciano Eguchi pasa la noche junto a muchachas narcotizadas y desnudas en La casa de las bellas durmientes (1961). Esta habitación, disimulada en una casa junto a un acantilado –las olas y el viento marino se oyen y se huelen formando una presencia física ineludible, pero nunca se “ven”–, parece duplicar a la vez el sueño sin sueño de las jóvenes y la impresión, simultáneamente repugnante y pura de la obsesión del viejo. La atmósfera sofocante, opresiva, de un erotismo descarnado, se condensa en este espacio al que el viejo entra siempre solo mediante llave, la “habitación contigua”:
“Eran las cortinas de terciopelo carmesí. El carmesí era aún más profundo bajo la luz tenue. Parecía como si una delgada capa de luz flotara ante las cortinas, y él se estuviera introduciendo en un fantasma. Castillo, p. 200).
Desde un principio el espacio sin nombre se describe poéticamente:
Había esta habitación, de unos cuatro metros cuadrados, y la habitación contigua, pero al parecer no había más habitaciones en el piso superior; y como la planta baja resultaba demasiado reducida para alojar huéspedes, el lugar apenas podía llamarse una posada. Probablemente porque su secreto no lo permitía, el portal no ostentaba ningún letrero. Todo era silencio. (Kawabata, p. 1).
No hay, en realidad la posibilidad de fijar un
lugar en que se dé esta presencia completa del espacio en la narración, esto
ocurre a lo largo de toda la novela, en una continuidad inseparable, entre lo
que pasa, lo que se dice, cómo se dice y dónde pasa.
Gracias.
Referencias
Barroso, Tahimí “Tradición y occidentalización en el
proceso modernizador japonés " en Observatorio de la Economía y la
Sociedad del Japón, enero 2012. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/
Humania
del Sur. Revista de Estudios Latinoamericanos, africanos y asiáticos.
Universidad de Los Andes, Mérida. Año 13, Nº 24. Enero-junio, 2018. ISSN:
1856-6812, ISSN Elect.: 2244-8810.
Hite (Yasunari) Kawabata.
(1961). La casa de las bellas durmientes. Japón: Luis de Caralt Editor, S.A.
José Vela Castillo 2018, REIA: Revista Europea de
Investigación en Arquitectura.
Orlando Betancourt. (2010).
El sueño eterno en La casa de las bellas durmientes, de Yayunari Kawabata. 26
de octubre de 2020, de Academia.edu Sitio web: https://www.academia.edu/8452203/El_sue%C3%B1o_eterno_en_La_casa_de_las_bellas_durmientes_de_Yasunari_Kawabata.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario