Literatura china y japonesa
Me parece muy
importante las coincidencias y desencuentros en las culturas que de alguna
manera influyen en la que se desarrolla en una nación en particular, como en
este caso la literatura japonesa cuyas influencias chinas datan por su
importancia en los siglo IV al VI a. C. cuando recibieron la influencia de la
escritura y la poesía, principalmente aquella que llevaba a la reflexión a los
autores. La poesía china brilla muy dentro del pensamiento oriental e influye
sobremanera en todas las regiones aledañas.
“Para comprender la poesía japonesa
debemos remontarnos a los hechos que influyeron decisivamente en la historia de
la poesía china: la aparición del budismo, originario de la India, alrededor
del siglo V A.C.; el confucionismo, originario de China, en el siglo VII A.C.,
que exploraba la armonía del ser humano con el cosmos mediante la introspección
y el estudio de uno mismo; y muy especialmente la corriente del taoísmo, creada
por Lao Tse en el siglo VI A.C. y desarrollada a partir del siglo II A.C., cuya
esencia se halla reflejada en el Tao Te King. (Apuntes
de la materia).
Podemos
afirmar que a través del tiempo, Japón ha tenido una gran representación en la
literatura considerando algunos periodos importantes como el Periodo Nara
(710-794), en el cual existieron proyectos importantes del gobierno como: El
Kojiki (registro de las materias antiguas) y Nihonshoki (crónica de
Japón). Otras obras como: Man'yoshu, una antología de 4500 poemas; el "tanka", versos de 31
sílabas; Kokinwakashu o Kokinshu, una colección de poemas antiguos y modernos.
Le siguió el Periodo Heian (794-1185). El autor Murasaki Shikibu
escribió una novela (El relato de Genji) de 54 capítulos (a principios del
siglo XI); Sei Shonagon escribió (El libro de la almohada) una colección
de ensayos y notas (alrededor de 996).
El Periodo Kamakura-Muromachi (1185-1573). Heike: Guerrero del clan Taira. Su obra más trascendental fue mono-gatari (El relato de Heike) retrata los triunfos y derrotas de los taira en sus guerras con el clan minamoto (genji). Kamo Es reconocido como uno de los cuatro grandes del kokugaku. Entre sus obras más importantes están: Man'yōshūnorito (rezos sintoístas), kagura (danzas sintoístas), el Genji Monogatari, Chomei's Hojoki (Descripción de mi cabaña). El Periodo Edo (1603-1868). Ihara Saikaku que retrataba de forma realista la vida de los mercaderes de Osaka. Sus obras Ikutama Manku. (Diez mil versos de Ikutama), Haikai Dokugin Ichinichi Senku. (Mil versos haikai en solitario en un solo día), Oku Kazu. (Muchos versos). Chikamatsu Monzaemin su forma de contar historias con canciones y obras kabuki. Yosa Buson escribió haiku, obras excelentes que retrataban la naturaleza. Ueda Akinari produjo varias obras sobre historias góticas.
Periodo Meiji a la actualidad
Akutagawa Ryunosuke, escribió muchas novelas cortas
magníficas sobre la base de su conocimiento detallado de los clásicos
japoneses. Jigokuhen (El biombo
del infierno), Kumo no ito (El hilo de la araña), Yabu no Naka (En el bosque), Nankin
no Kirisuto (Cristo en Nankín),
entre otras.
Yasunari Kawabata se convirtió en el primer japonés en ganar el Premio Nobel de Literatura en 1968. Yukiguni (País de nieve), Kataude (Un brazo), Tenohira no Shōsetsu (Historia de la palma de la mano), entre otras.
Un recorrido por los escritores del siglo
XX
A pesar de las
influencias occidentales la literatura japonesa nunca perdió su esencia,
incluso hubo épocas del siglo XX en que autores occidentales tradujeron y
escribieron sus propias versiones de las formas y estilos de los escritores
clásicos de la literatura japonesa. Ante el agotamiento del modernismo, las
crisis existenciales de las entre guerras, el surgimiento de vanguardias
literarias, y la aventura de los grandes
escritores por,
“…este estado contemplativo del
movimiento filosófico basado en la búsqueda de la paz interior, de la
“inmortalidad” entendida como el llevar una vida en plenitud, a través de una
existencia en consonancia con la naturaleza, de la autosuperación y el progreso
como seres humanos, viviendo en comunidad con el entorno que nos rodea y a
través de la contemplación, la relajación, el silencio y la meditación
perseverantes”. (Soseki, p. 19).
El propio Natsume
Soseki se inspira en poemas chinos como:
Lugar
secreto
Al fin puedo avanzar por la ignorada senda
hacia la luz del monte, hasta un lugar secreto,
en el que hay una cabaña oculta al pie de una cascada,
donde duermen las horas y los viejos árboles,
y un aire astuto arranca de sus copas
sollozos y lamentos de alegría.
Por fin he llegado, libre de los caminos que me retuvieron.
Allí, se oye el silencio,
que levemente, mueve las ramas azuladas cielo arriba;
alienta conjuros en las hojas y silba resplandores en las cumbres.
Una estela de nieve me llevará hasta el bosque y contemplaré la luz del día;
sólo,
libre la memoria de otros recuerdos,
ardiendo en figura de nieve frente al sol cuando amanezca… (Shen
Zhou, 1427-1509).
El
enlace perfecto con la literatura china lo propone Natsume Soseki en Kokoro:
El
camino a la verdad es solitario, remoto, escondido.
Pero con un corazón limpio, por él recorro pasados y presentes.
¿Hay un yo en las aguas azuladas, en las azuladas colinas?
Todo es cielo, todo es tierra: artificio no hay en ellos.
En la luz mortecina del crepúsculo, la luna se aparta de la hierba;
y la voz sorda del viento de otoño se queda entre los árboles.
Olvidaré mis ojos y mis oídos; perderé el cuerpo.
Sólo en el vacío entonaré de la nube el blanco cántico.
En
estos kanshi, de ocho versos cada uno, Soseki muestra el tono elevado de la poesía clásica
china y un afán por hallar la paz del alma. Desde luego que hubo un trayecto
memorable en la poesía japonesa como en los bien logrados Tankas y el
minimalismo de los Haiku y los Senryu.
Por esta razón, la palabra waka (poema japonés) se
refiere a muchos estilos diferentes. Los dos principales son: tanka (和歌 que literalmente significa "poema
corto") y chōka (長歌 que significa
literalmente "poema largo"). De esta manera el término waka surgió
a tiempo para simplemente aplicarse al estilo tanka.
Tankas
1
En la vereda a casa
las hojas caen
secas, bermejas de sol
la raíz espera
su energía beber.
7
Cae la tarde ante el Sol,
la inquieta nube
dispersa y se arrebola,
la noche duerme,
silencia los espacios.
Haikus
El río azul
cielo y nubes de olvido,
ensueño y ave.
Lluvia a destiempo,
suspiro breve el aire,
ave canora. (Girerumo, pp. 5-9).
¿Cuál
es la importancia y trascendencia de la literatura japonesa contemporánea y el
proceso de occidentalización de esta?
Para hablar de este tema es importante primero considerar la
transformación que sufre Japón en el último tercio del siglo XIX de una
monarquía oriental por una oligarquía militar y convertirse en una gran
potencia para la civilización occidental, esto se consideraba como un fenómeno
extraordinario mientras que Europa y los países alineados experimentaban la
cúspide del modernismo.
Durante siglos, Japón se había auto aislado a la influencia
occidental, incluso de las civilizaciones orientales más sobresalientes, que
por influencias de los imperios occidentales sufrían la intromisión e
imposiciones de sus políticas expansionistas y transformaciones forzadas o
lideradas por personajes afines a Occidente. Así es que Japón, a grandes saltos
sale de ese pasado tradicional en todos sentidos a prodigiosas zancadas de un
pasado de perfecto aislamiento político, de un feudalismo económico y social y
de una producción muy elemental en lo técnico e industrial.
Los primeros pasos los da en su expansión territorial, primero en
la guerra contra china y después en la guerra rusa japonesa. Contra Rusia bajo
el kzarismo (Del César italiano al Kaiser alemán surge el Kzar ruso y
el Zar español) ominoso y anquilosado. Fácilmente se hace del
triunfo y, ante un tratado de paz con todas las ventajas para el nuevo imperio,
el japonés con su expansión hacia el territorio continental asombra al
mundo logrando una victoria militar sobre Rusia a principios de siglo. Pronto
adopta la industrialización con el apoyo y beneplácito de las potencias
occidentales al considerarlo como una punta de lanza para sus proyectos
globalizantes; ello lo convierte en el líder económico e industrial del Asia
oriental en el siglo XX.
Debemos considerar que los avances territoriales de Japón estaban
limitados a los intereses de Europa occidental, siendo la primera vez que un
país no caucásico se imponía contra un país europeo: Rusia. Así es que
posesiones como la Península coreana, la Manchuria, Taiwán, Puerto Arturo
conseguidos en las guerras contra China y Rusia duraron muy poco. Sin embargo,
se consolidó el Imperio Japonés.
De todos estos movimientos surge una literatura distinta, desde el
abandono de la vida feudal a la del nuevo imperio y, la aceptación de modelos
occidentales como la industrialización y el uso de las armas de fuego en todas
sus modalidades. De ahí surge la “Ética oriental y técnica
occidental» (toyo no dotoku, seiyo no gakugei). Cabe recordar que ya
Japón había vivido una época de asimilación de conocimientos con otros países
como China que en los siglos VI y VII influyera en el pensamiento, la política,
la religión y la adopción del alfabeto chino, el cual se adecuó a la tradición
y cultura del Japón. Así es que no les parecía del todo mal aceptar algunos modelos
extranjeros para desarrollarse como nación, una de las muchas consignas que
circulaban en el Japón de mitad de siglo XIX”, fue irrumpir en la
industrialización del fin de siglo XIX, uno de los modelos aceptados por el
imperio.
Para el pueblo era muy difícil esos cambios por sus
costumbres ancestrales, tenían una perspectiva distinta de la moral y la
religión y no aceptaban intromisiones extranjeras y menos de esos arrogantes
occidentales que habían sido capaces de destruir moral y físicamente al pueblo
chino tras la “Guerra del Opio”. No les gustó que el imperio
aceptara la modernidad proveniente de una sociedad cristiana corrupta, con
valores éticos de tan distintos, enfocados en el saqueo de recursos y la
explotación de mano de obra. Aun así, el realismo se impuso y Japón abrió sus
puertas al mundo.
Previo a ello, el gobierno militar de los Tokugawa había
caído y se restauró el poder imperial a través de la persona del joven
emperador Meiji. Es en la vida del escritor japonés Natsume
Soseki (1867-1916), donde se inserta el reinado del emperador Meiji (1868-1912),
el período por excelencia de todas esas reformas, de la gran segunda
transformación en la historia del pueblo japonés. En 1892, el
entonces estudiante Natsume Sôseki caracterizaba el dilema de
lo occidental contra lo japonés en los siguientes términos:
“A menos que desechemos totalmente todo lo viejo y adoptemos lo
nuevo, será difícil que alcancemos igualdad con los países de Occidente. Aunque
hacerlo así, va a debilitar el espíritu vital que hemos heredado de nuestros
antepasados y nos podrá dejar inválidos” (natsume sôseki, p. 11).
Claro que para muchos el precio del aprendizaje era perder más que
ganar. Compañeros maestrantes, ¿Imaginen prescindir de lo tradicional y asiático
y buscar lo moderno y lo occidental? Fue como en la conquista española en
América, el abandono de nuestras tradiciones ancestrales obligados por los
instrumentos genocidas: la espada y la cruz. En el caso de los
japoneses su transformación les obligaba a abandonar no nada más, “viejas
maneras de pensar y de hacer las cosas, sino también a sacrificar una parte de
su identidad cultural”. ( Sōseki, p. 15).
.Los cambios que se dieron en Japón fueron profundos a partir de
reinado de Meiji, quien en abril de 1868 promulga una
Constitución de cinco artículos. Siendo uno de los más importantes el que
anuncia que se buscará el conocimiento y la educación por
todo el mundo para promover el bienestar del imperio. Envió la misión de Iwakura
Tomomi de 1871-1873 a Estados Unidos y Europa, con varios funcionarios
antiguos samuráis y, además, estudiantes para matricularse en
universidades y escuelas de diferentes países occidentales. También se
contrataron asesores y expertos extranjeros para trabajar en Japón. Se abrieron
las puertas a las traducciones de obras occidentales, periódicos para facilitar
el proceso de aprendizaje.
Para el emperador también influía el deseo de saciar su curiosidad. Por lo que Japón fue invadida por una oleada de moda por la comida, indumentaria, música, literatura y todos los aspectos culturales de la vida occidental. Sí, y por supuesto, también la literatura. ( Sōseki, p. 19).
La nueva literatura japonesa
Ya el terreno preparado Japón se presta a consignar
por medio de la literatura esa nueva etapa de su vida, el abandono parcial de
su antiguo aislamiento y la aceptación
de los modelos occidentales.
Entre los autores contemporáneos
destaca Yukio Mishima, extraordinario y multifacético en varias
disciplinas artísticas, particularmente las literarias en donde experimenta en
diversos géneros, teatro, ensayo, novela, cuentos y poesía. Es uno de los
autores más importantes de la Literatura japonesa.
Yukio Mishima. (Hiraoka
Kimitake; Tokio, 1925 - 1970) Audaz y descarnado en su temática, donde describe
los aspectos más oscuros de las pasiones humanas, sin embargo su escritura es
rica en delicadeza y estilo. Los críticos dicen de él que trazó con doloroso
detalle el desarrollo de la personalidad y el efecto devastador de las crueles
paradojas de deseo y rechazo, de belleza y violencia, que van identificando su
obra. De él dijo el galardonado Yasunari Kawabata: "No
comprendo cómo me han dado el premio Nobel a mí existiendo Mishima. Un genio
literario como el suyo lo produce la humanidad sólo cada dos o tres siglos.
Tiene un don casi milagroso para las palabras”
Analizar a Mishima no es fácil, “Esas
posibilidades de equívoco aumentan cuando, como ocurre con Yukio Mishima, el
escritor ha absorbido ávidamente los elementos de su propia cultura y los de
Occidente”. (Yourcenar, p. 1). Esto lo convierte en un autor violentamente
occidentalizado pero que conserva el intimismo y valores de su cultura, marcado
por características inmutables. Para analizarlo debemos leerlo y apartar al
autor de sus personajes, aunque el encuentro se dará de manera inevitable ya
que para encontrar la realidad central debemos hurgar en la obra: en ella es
donde el escritor ha preferido escribir, o se ha visto forzado a escribir, Y,
sin duda su propia vida y su muerte tan premeditada es una de sus obras, la más
importante a mi parecer, al grado de decidir su final . Sin embargo, la
descripción del suicidio de Isao en Caballos
desbocados, publicada en el año 1969, es el título de la segunda de las
cuatro novelas que componen la tetralogía del escritor japonés Yukio Mishima
titulada El Mar de la Fertilidad, proyectan su luz sobre el final del
escritor y lo explican en parte, mientras que la muerte del autor a lo sumo
autentifica las obras sin explicarlas.
Capítulos traumatizantes de su vida nos
llegan en su mayor parte a través de Confesiones de una máscara y se
encuentran también, diseminadas con formas diferentes, como El color prohibido,
novela que casi me consume la semana que debía dedicar a varios autores, una
novela que para mí ha sido única y distinta la manera de relatar las relaciones
homosexuales dentro de una sociedad tan tradicional como la japonesa y por
cuyas características un occidental considera como sucesos insospechables.
Mishima en unas obras novelescas más
tardías, elevadas al rango de obsesiones o de puntos de partida de una obsesión
inversa, definitivamente instaladas en sus entrañas de donde brotan las emociones
más profundas y que dirige todos
nuestros actos. Son fantasmas que crecen y decrecen en la mente de un hombre como
si fuesen fases lunares. Sólo a través del escritor y la lectura de sus obras podemos
sentir y reflexionar sobre sus vibraciones profundas, su voz y entonación y el
rumor de su sangre que corre como el fuego de la lava.
En confesiones de una máscara, la narrativa de la novela se refiere a la vida de Kochan, el
protagonista, con especial atención a su despertar sexual prepúber y la
dificultad que experimenta en la formación de una
"máscara" de identidad con el fin de infiltrarse en la normalidad. En
esta línea, la novela es un una narrativa relacionada con el crecimiento personal.
Al
principio del texto, el narrador explora un recuerdo que continuó
persiguiéndolo durante la mayor parte de su vida. Mientras caminaba a casa, un joven
que llevaba cubos de heces y cruzó su camino. El
joven Kochan lo examinó con un homo erotismo distinto, señalando las huellas
masculinas del niño. Para el protagonista fue como una llamada a sí mismo, ese
sentimiento de atracción y erotismo que le hizo temblar y le recorrió todo el
cuerpo Mishima está exponiendo la
atracción del personaje hacia el mismo sexo y lo encubre a través del lenguaje
poético; ejemplifica la importancia de ese despertar, y también muestran que es
cuando Kochan se despista de lo normal. La homosexualidad explícita no podía describirla
intencionalmente era intolerable por lo que lo hace a través del lenguaje vago lo que muestra el miedo del
autor a poner en entredicho sus tendencias homosexuales en este entorno político
homofóbico de
su tiempo.
Mishima fue considerado para el Premio Nobel
de Literatura tres veces y fue uno de los favoritos de muchas publicaciones
extranjeras. Sin embargo, en 1968 su primer mentor Kawabata ganó el Premio
Nobel y Mishima se dio cuenta de que las posibilidades de que se le diera a
otro autor japonés en un futuro cercano eran escasas.
En el lugar del sacrificio, en el momento de
la muerte, la razón desaparece, como si se golpease la cabeza. Las fantasías de
sacrificio de Mishima no pueden reducirse a una especie de ambivalencia
psicológica, resultado de anhelos homosexuales en tensión con una sociedad que
reprimiría su expresión. El sacrifico de su muerte fue un encuentro con sus
raíces ancestrales ya que el aseguraba ser descendiente directo de Samuráis
cuya muerte por su propia mano les llenaba de honor, tal vez el que
conscientemente le llevaba al ritual que sus pupilos y él mismo dada sus
preferencias sexuales le exigía un sacrificio
por demás honorable.
Por último, vamos a hablar de Murasaki Shikibu y su obra laureada, El puente de los sueños, es el título del último
capítulo de La historia de Genji y el nombre de un libro que Junichirō
Tanizaki escribió entre 1910 y 1934. Son cinco relatos: El tatuador,
Terror, El ladrón, Aguri y Los estudiosos dicen que el último es el mejor
relato: porque Tanizaki demostró que no había sido del todo influenciado
por la escritura occidental, no había olvidado la parsimonia, paisajes y temas
propios de la escritura japonesa; como se trataba de la historia de Genji, con
ese relato Tanizaki supo volver a Genjiy a la idea de que la vida no es más que
una serie de sueños unidos por el puente de la realidad.
Me llamó la atención El tatuador un
relato inspirador para mí al motivarme a escribir un relato híbrido:
Relato
Nihon
El
cuerpecillo enjuto de la niña la hacía parecer un guiñapo de muñeca ajada.
Sentada en la banqueta miraba sin ver a lo lejos. Pasé de largo. Presuroso por
brincar los charcos y pisar lo menos posible el lodo para no resbalar.
Me fui al
mercado a adquirir algunos pozos de barro que me sirvieran para las bebidas y
viandas a la vez. Ya había abandonado el oficio de alfarero. Ante la llegada de
plásticos que habían sustituido todo arte popular, manufactura, alfarería,
artesanías diversas de paja, carrizo, hilos de henequén e hilazas de algodón,
todo se iba esfumando de este pueblo trágico en aras de la modernidad de los
artefactos ahora construidos por maquinarias que les daban forma a los diversos
tipos de “melazas” sustraídos del petróleo.
Empecé a
revisar algunos vestigios de barro llenos de polvo. El vendedor curioso me
invita al departamento de materiales desechables que dizque eran más baratos
que todos los objetos que estaba desempolvando para ver sus dibujos. Ya no le
escuché. Recordé a la niña sentada en la banqueta y sin querer la relacioné con
mi fracaso ante un antiguo proyecto para hacer figuras pequeñas de barro a las
que aspiraba hacerle dibujos minimalistas con lacas finas y coloridas para
llamar la atención de algún distraído coleccionista de antigüedades o baratijas
que lo pareciese. Me regresé rápidamente, desanduve el camino para ver si
todavía estaba la niña enclenque. Sí, todavía estaba ahí con la mirada
distraída muy lejos de sí.
—¿Hey
niña! ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer?
No me miro
solamente desvió la mirada hacia el piso de agua lodosa y su piel blanquecina
oscureció en su reflejo de agua turbia; los ojos grandes y semi rasgados
jugaban con el viento que movía levemente la superficie del charco y sus
pómulos y cuencas variaban de tamaño, igual los iris y pestañas, como si
jugaran en “la casa de los espejos” con sus infantil figura. Una sonrisa ajena
se desdibujó y al verse palideció aún más sus mejillas; avergonzada de la
desfallecida figura en que se había convertido. Entonces volteo levemente,
acusada por los estragos de su miseria y dijo:
—¡ Ahā!
—Ven, le
dije. Te daré de comer.
La llevé a
casa, Bueno a ese cuarterón donde reunía todo lo que pareciese muebles, objetos
diversos, ollas quebradas a medio pintar y montones de terrones duros que
fueran barro preparado para fabricar alfarería. En lo que le buscaba algo de
comer en mi desolada mesa, ella se acercó a algunos objetos pequeños de barro
sin modelar cuyo resultado final les hiciese parecer toda clase de figuras
menos a las que tenía la intención de hacer.
—¿Te
gustan esos monitos? Llévalos. Bueno, si quieres.
No dijo
nada, los soltó bruscamente como si le quemaran.
—Si
quieres te enseño. Mira, nunca pude hacer esas figuras que me habían encargado
de Japón.
Más ni sé
si era cierto. Los tipos que llegaron haciendo un escándalo con mis figuras me
enseñaron algunos objetos que traían de oriente para probar si alguien los
pudiera fabricar en serie; decían que en su país todos los alfareros y artistas
se dedicaba a imitar las modas de los occidentales, tan burdamente que aún las
novelas que tratasen de escribir al estilo simbolista en realidad no se adaptan
para nada a la idiosincrasia nipona. No me interesó toda la explicación que me
dieron sobre las imitaciones. No me sentía bien con ello, pues la alfarería
actual en realidad es un remedo de las grandes obras de nuestros antepasados
aborígenes, pero al menos durante mucho tiempo nos permitió sobrevivir en este
pueblo que por las diversas imitaciones artísticas de nuestros antepasados nos
enjaretaron el calificativo de “mágico” al que el modernismo lo convirtiera en
trágico”.
Después de
compartir algunos mendrugos con la niña le pregunté si le gustaría trabajar
haciendo figuras. Sus pequeñas manos acariciaban suavemente los objetos dejados
por aquellos personajes exóticos de grandes batas coloreadas y gruesas y de
bellos bordados azul y oro. Luego tocaba las imitaciones que había intentado
hacer y al pasar por su figura sus pequeños dedos y rozar algún borde o mal
trazo la niña hacía un rictus desenfadado. Entonces le dije:
—Mira, sé
que están mal hechos, pero si me ayudas podemos ganar mucho dinero y tú le
llevarás a tu familia el sustento y podrán vivir mejor, tú irás a la escuela y
crecerás mejor alimentada, te vestirás bonito y puede que invite a tus padres a
trabajar conmigo y…
La niña
tomó un pocillo con agua, empezó a humedecer algo de tierra hasta convertirlo
en barro, lo talló como si fuese masa para tortillas; me asombré al ver cómo el
barro se suavizaba al roce de sus manos y se tornaba en mazacote maleable. Me
pidió a señas que moviera la manivela que hacía girar el disco donde ponemos el
barro para hacer las ollas y vasos pequeños. Entusiasmado lo hice. Tomó una de
mis manos para que sostuviera el pequeño trozo de barro de la base y ella con
una destreza que no esperaba de pronto, arrancaba la figura redondeada, la tomaba
en sus manos y donde debían modelarse las azas les hacía unas figuras extrañas,
como si fuesen rostros de dragones o fantasmales ecos orientales. Fueron tantas
las figuras que “hicimos”, (bueno, yo le ayudaba con la rueda giratoria), que
la mesa contigua se desbordaba. Como era una tabla sobre unos botes, la cargué
y las llevé al patio a secar. De allí me fui a buscar leña o ramas secas para
encender el horno y prepararlo para cocer las figuras.
Eufórico
regresé a la tahona para felicitar a la niña y animarla a seguir trabajando; la
busqué y no estaba. Desesperado la busqué por todas partes, quería encontrar al
menos alguna nota donde me prometiese volver. Pero, ni siquiera sabía si sabía
escribir, vaya si al menos hablara.
Sobre la
mesilla giratoria estaba la tarjeta que los orientales vestidos con kimono me
habían dejado con su dirección, solamente tenía unas figuras escritas
recientemente con un pequeño tizón seco con punta de carbón:
さようならいい男
Sayōnara ī
otoko.
Corolario
Problemas con las traducciones
Leía Sendas de Oku y después de la lectura inicial me di cuenta de los problemas de traducción por lo que pasaron los editores de la versión española, asuntos que corrobora los estudios de Walter Benjamin respecto a las traducciones: “Cuando nos hallamos en presencia de una obra de arte o de una forma artística nunca advertimos que se haya tenido en cuenta al destinatario para facilitarle la interpretación.” (Benjamin, p. 127). Por lo que no toda traducción refleja el alma de los poetas y escritores japoneses ni viceversa, tal vez algunos eruditos japoneses que partiendo del dominio de la lengua original del autor analizado le sea posible un acercamiento, pero siempre habrá la disyuntiva de si el traductor fue capaz de apersonarse con el autor original, su ideología, el contexto y su propia vitalidad para hacer una traducción correcta. Mismo caso lo vemos a la inversa con las traducciones de Octavio Paz, quien con el escritor y crítico japonés Eikichi Hayashiya tradujeran poesía japonesa, particularmente Haiku. Los intentos posteriores de ambos autores por reeditar la primera traducción vemos los problemas de los que habla Walter Benjamin en las traducciones. Un punto importante es que Octavio Paz no hablaba japonés sino otros idiomas a los que estos poemas se habían traducido. Actitud demasiado soberbia del multicitado representante cultural de México, traducir de otros idiomas que de seguro ya habían sacrificado la esencia verdadera del poema cuando la propia poesía japonesa: “Es algo que está entre el pensamiento y la sensación, el sentimiento y la idea”. Como lo citara el maestrante Edgar Gabriel Ortiz, en su participación en el foro 3. A pesar de los muchos conceptos que emitió el propio Paz en dicha antología:
“Sin duda alguna la cultura japonesa es diversa y rica en pensamientos profundos. La literatura japonesa lleva al lector a sentir desde lo más profundo de su ser, pero ante todo, desde el aprender a vivir de la mejor manera posible. Me gustaría comentar lo siguiente: “no impide que un puente una a estos dos momentos: ni antes ni ahora el Japón ha sido para nosotros una escuela de doctrinas, sistemas o filosofías sino una sensibilidad”. (Paz y Hayashiya, 2005).
Es muy importante, entonces a la hora de traducir
analizar todos los problemas que impide una buena traducción de la literatura
japonesa a fin de tener el mayor acercamiento, una mayor percepción y esclarecer
todos los aspectos importantes a considerar que nos acerque a su comprensión y
nos permita ahondar en su estudio y correcta traducción.
BIBLIOGRAFIA
Tarahumara libros (s/d) Literatura Japonesa,
Recuperado el día 8 de julio de 2015 de: http://www.tarahumaralibros.com/especial/literatura-japonesa_52698.html
Tomado de: http://www.cuartopoder.es/detrasdelsol/las-mascaras-de-junichiro-tanizaki/644.
Ceinos Arcones Pedro, (S/D), “Literatura China”.
Recuperado el día 8 de julio de 2015 de: http://www.chinaviva.com/cultura/literatura.htm
Alejandro
Celma. (2017). “Los estados del alma y la búsqueda de la felicidad en la
antigua poesía K 2 de octubre de 2020, de Temas de Psicoanálisis Logo Sitio
web:
https://www.temasdepsicoanalisis.org/2011/07/08/los-estados-del-alma-y-la-busqueda-de-la-felicidad-en-la-antigua-poesia-china/
https://marcosrd.wordpress.com/breve-historia-de-la-literatura-japonesa/
www.euston96.com/literatura-contemporanea/#Caracteristicas_de_laliteratura_contemporanea
Tomado de:
http://www.cuartopoder.es/detrasdelsol/las-mascaras-de-junichiro-tanizaki/644
H. J. Jones,
1980. Live Machines. Hired Foreigners and Meiji Japan.
Ávila Anthony. Lengua y literatura.
(2013), Literatura Japonesa, Recuperado el día 8 de julio de 2015
de: http://blogsliteraturalp.blogspot.com/2013/06/literatura-japonesa-origen-no-se.html
H. J. Jones,
1980. Live Machines. Hired Foreigners and Meiji Japan.
Ávila Anthony. Lengua y literatura. (2013), Literatura Japonesa,
Recuperado el día 8 de julio de 2015 de: http://blogsliteraturalp.blogspot.com/2013/06/literatura-japonesa-origen-no-se.html