A los maestros Samuel Caplan,
José de Jesús Jiménez Vega, Martha Gómez Ramos, Juan Gil Martínez Tadeo, Raúl
Valdovinos y Gilberto Garcia Perez
8 de noviembre de 2023.
Sobre el desarrollo de la didáctica en la educación de las
Artes.
Por Guillermo
Beltrán Villanueva
En mi experiencia como promotor cultural en la década de
los 80 al 2008, la enseñanza de las artes se daba como una actividad
extracurricular a través de departamentos que buscaban representar nuestro
nacionalismo mexicano, nuestras raíces, tradiciones, y prácticas sobre cada
disciplina artística, ante una cultura fronteriza donde enfrentábamos la
aculturación americana con las modas musicales, estilos de vida, costumbres
anglosajonas dejando de lado nuestras tradiciones o simplemente como si fuesen
mercaderías, baratijas, remedos y/o falso entretenimiento para los soldados
americanos, turistas adictos, que fanfarroneaban con sus amigos algún zapateado
o canto tradicional, cuyo desprecio por lo nuestro, hicieron que resurgiera en
las instituciones educativas la posibilidad de brindar a las nuevas
generaciones el amor a lo nuestro, la de ser fiel e identificarnos con nuestros
valores.
Ante esa larga “eventualidad” surgen los talleres y grupos
de música tradicional, nuestras danzas, mariachis, donde grupos diversos van
retomando y enriqueciendo nuestra cultura al practicarla y aprenderla y
recobrar el orgullo, de ser mexicano y parte del quehacer cultural y artístico.
La didáctica se circunscribía a la práctica en los
talleres, al conocimiento y manejo de instrumentos ancestrales y
contemporáneos, el revivir la elaboración cuidadosa de vestuarios
tradicionales, maquillajes, arreglos, adornos regionales y de otras partes de
nuestro país.
La enseñanza de la danza folclórica y sus bailes
tradicionales de diversas regiones, así como las danzas autóctonas obligó a los
capacitadores, asesores o maestros de la especialidad, no solo a la
investigación antropológica de la danza, sino de cada artesanía, diseño, estilo
que se descubría a la hora de reproducir los bailes, se vieron obligados a
especializarse en cada diseño o arte específico como la elaboración de joyería,
vestuarios, maquillajes, instrumentos, utensilios y artefactos para la escenografía;
el diseño de instrumentos autóctonos, la investigación sobre los sonidos, la
música tradicional y las lenguas autóctonas. Cada disciplina les impulsó a
diseñar una didáctica distinta para lograr su cometido. Vencer la aculturación
y la dominación de nuestra sociedad seducida por la moda y la falsa riqueza de
valores extraños a nuestra idiosincrasia.
La inclusión de las artes en la enseñanza, tal vez se
tratase de un compromiso político ya que el apoyo se refería a horas de trabajo
de maestros especializados en otras materias como la física, la química, la
matemática y en el mejor de los casos las ciencias sociales y políticas, así es
que estas se impartían fuera del horario escolar o en los descansos fuera del
aula como actividades extracurriculares y, en el mejor de los casos, como
actividades paraescolares bajo el abrigo de autoridades que se enorgullecían
ante funcionarios de la educación según fuese sus intereses políticos.
Fue un largo proceso antes de llegar a contar con maestros
especializados en cada disciplina artística sin más preparación que alguna
especialidad dentro de la pedagogía magisterial como una suerte de premio en
las temporadas vacacionales y bajo su pecunio en viajes, estancias y pérdida de
vacaciones familiares.
Fue hasta los años 80’s que se crean carreras para reforzar
al magisterio en la especialidad y enseñanza de las Artes con la implicación de
didácticas elementales y enfocadas a la formación de talleres de prácticas sin
un fin pedagógico para formar artistas y maestros sobre alguna especialidad. El
resultado abatió en parte la aculturación artística y sembró el interés en
jóvenes amantes de las artes y enriquecimiento de la cultura quienes
encontraron poco a poco la profesionalización de su actividad y vocación que
hoy practican y forman artistas y docentes de gran altura y nivel académico.
De promotor a docente en el arte de la literatura, el
periodismo, la fotografía, el diseño periodístico y formador de talleres, de
docente de grupos de niños en bibliotecas, talleres, clubes, etc, a
investigador sobre nuestra cultura, me ha permitido aprender diversos métodos
didácticos de la enseñanza de las Artes como la danza folclórica experiencia
que reúno en el libro “Una mirada a la danza folclórica
regional”, el primero de la serie dedicado a queridos maestros como la
Profesora Martha Gómez Ramos, Juan Gil Martínez Tadeo, Raúl Valdovinos y un
sinnúmero de jóvenes tan destacados que cito en la obra de investigación para
mi doctorado en docencia y educación artística que curso en IUAC, mi Alma
Máter.
2. Herramientas adecuadas para el desarrollo de la
didáctica en la actualidad.
En primer lugar, que cada actividad recobre su autonomía
como materia de la enseñanza, su evaluación en cuanto a lo aprendido en la
práctica de la actividad artística y la formación como docente y/o investigador
sea cualquiera el interés del discente.
No se puede exigir que el alumno sea capaz de dominar cada
disciplina en la práctica si su interés es solamente una y las demás formarían
parte de su conocimiento en un plano general, Agudeza, perspicacia o
inteligencia o sea parte de su cacumen, y cultura general. Sería erróneo exigir
a cada maestro el dominio de la actuación, la pintura, la escultura, el diseño
de videos, películas; composición musical, demostración de la danza, el canto
cuando se trata de especializar en la investigación cultural y artística
Debe quedar claro que cada especialización de las
disciplinas, cada didáctica tendrá sus particularidades, así como la didáctica
general sobre la investigación artística.
Actualmente debemos crear una didáctica distinta aún en
nuestra Alma Máter, si esta debe enfocarse en el aprendizaje y práctica de cada
disciplina como formador de talleres y nuevos ejecutantes de cada actividad o
si, esta didáctica debe enfocarse a la formación de investigadores y maestros.
1. Primer caso. Formamos talleristas a los que les
enseñamos a transmitir cada práctica y formar nuevos valores en su
representación y estar obligados a una evaluación y demostración del dominio de
la actividad artística; la implementación de recursos para su promoción,
ejecución, elaboración de videos y solventar cualquier audición especial como
intérprete y maestro de taller.
2. Segundo caso. Cursamos una maestría en enseñanza de las
Artes y nos esforzamos al conocimiento general y particular de cada disciplina
para ser capaces de inculcar “La apreciación estética de las Artes”, conocer su
historia, desarrollo, escuelas, tradiciones, sincretismo y transculturación con
lo occidental y lo autóctono y ser capaz de formar docentes e investigadores
que profundicen en la cultura y sean capaces de sembrar la semilla de la
curiosidad y el asombro ante la creatividad de las nuevas generaciones.
En cualquiera de los casos se debe enseñar a ejercer la
enseñanza con el mismo respeto del docente hacia el educando y del educando
hacia el docente, en una retroalimentación constante y mutua, en la que los
alumnos tienen para nosotros mucho que enseñarnos de su entorno, tradiciones,
intereses, creatividad y disposición por aprender y ser futuros docentes de la
actividad artística.
No debemos caer en el error de exigir conocimientos que no
son de su interés por no pertenecer a la disciplina favorita en la que se
empeña en conocer y dominar, sino a respetar su decisión de aprender en lo
particular y en un plano general sobre las artes para aportar lo mejor de sí
como futuro maestro para el enriquecimiento de nuestra cultura.