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Y la muerte aún sin permiso
ronronea los espacios.
El viento confunde lamentos
y el fagot de la umbría imaginaria
distrae las nubes, ulula los adioses.
Hace apenas dos lunas, las risadas de
la calle, 
el bullicio, dispersaban alhelíes y
fragancias.
Hoy, vacíos en las almas y en el
pecho.
Hoy, un mundo incierto.
Promesas incumplidas del antaño. 
Sin mañana.
Sin
ayer.
Hoy.
Las aristas dispersas por el aire
disertan airosas melodías
triza el fuego que acorta la distancia;
como suave maremágnum, 
                                 la calle se disfraza.
 
 
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