Cansan
los días y las horas
la
misma rutina del hastío
y
los meses y semanas
van
tras los años del calendario.
Miran
el cenit sin entrañas
y
la tarde extraña sin fortuna
Te
niegan dormir la siesta
en
la brecha desierta hacia el ocaso.
El
tal vez y nunca más
canto
de lechuza no anuncia nada
su
raudo vuelo —rapaz—,
sombras
en la tenue llamarada.
Cansan
los sueños repetidos
del
final que acecha a media noche
del
tictac ignoto del latido
que
las sienes exageran con espanto.
La
mañana sin destello
el
ojo mira al interior del viaje
El no saber si ayer…
fue
la última alborada.
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