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sábado, 22 de agosto de 2020

Un hombre siniestrado. Ciudad desolada Tisandìe

 

Capítulo 21 

Un hombre siniestrado.

Busqué trozos de apuntes e ideas del relato. Las hojas llenas de grafías como garabatos ininteligibles de una pésima caligrafía. Es cierto que no me ayudaba el hecho de haber nacido zurdo en una sociedad llena de falsas expectativas morales, basadas en reglas arcaicas, mitos que degeneraban los ritos cuya sana intención es buscar culpas en los demás.

Al fin zurdo como manifestación del mal que el vulgo acentuaba bajo las directrices doctrinarias donde abundan falacias en contra de los izquierdista, tenía que aceptar hasta el desprecio divino. La biblia dice que el hijo está sentado a la diestra de Dios y, ¿a la izquierda? A la mujer, a los apóstatas o al menos a Lucifer y  secuaces. Pitágoras recomendaba entrar a los lugares sagrados siempre por el lado derecho, que es divino, y abandonarlos por el izquierdo, que representa lo disoluto.

Para no sufrir el desprecio de la gente salgo solamente los martes no vaya a ser que si me conocen otros días le llevaré mala suerte.

Por eso, lo de salir mucho a la calle no se me da,  quizás sea introvertido, no lo sé o puedo ser susceptible al contagio de muchas enfermedades.

Algo me saben, ya ven que al menos el 90 % de las personas usa la mano derecha para todo, chequen la historia, ella les confirmará que no pasamos del 10%, una proporción que ha permanecido relativamente estable a lo largo del tiempo desde que existimos en este mundo alrevesado. Hasta para limpiarse preferimos la mano derecha, ¿No te has observado? Y no lo digo yo, analicen sus manías. Por ello, mi zurdera es fuenteovejuna de innumerables mitos.

Ah, pero en el arte… se dice que tendemos a concentrarnos en nuestro interior, sin haber estudios que correlacionen mi personalidad con la lateralidad. ¡Pendejada! Ya lo demostraron investigadores de la Universidad de Wellington, en Nueva Zelanda, después de muchas comparaciones no presentamos diferencias significativas en extraversión, apertura a nuevas experiencias, responsabilidad, amabilidad e inestabilidad emocional. Tampoco somos más propensas a sufrir afecciones del sistema inmunológico, especialmente a las enfermedades tiroideas e inflamatorias del intestino. ¡Bah!.

La misma sociedad ha creado herramientas, aparatos, maquinaria para usarse con la mano derecha yeso propicia que usemos más una mano que la otra, aunque hayamos nacido zurdos.

Pocos han seguido los consejos de Hipócrates quien aconsejaba la práctica de toda clase de operaciones con cada mano y también con ambas a la vez y con ello conseguir habilidad, velocidad y elegancia sin causar dolor en la medicina.

Ya hasta tenemos día. El 13 de agosto de cada año, Lo malo es que los diestros celebran 364 días. 

No me siento solo, somos muchos, grandes artistas, científicos, políticos y deportistas se manejan mejor con la mano y pie izquierdo que con el derecho. En cambio siendo diestros les es más difícil realizar alguna tarea cotidiana con la mano “mala”.

No te inquietes si eres zurdo, en muchos ámbitos el alto porcentaje de zurdos famosos  llama la atención. Yo no, prefiero seguir en mi sórdida vida como editor, bueno, como negociador, comerciante, vivi…ficante, ¿no? Por eso prefiero usar más el hemisferio derecho del cerebro. Esa zona se ocupara en mayor medida del pensamiento, la reflexión y el manejo de las emociones. Eso nos lleva a ser más creativas y geniales. No les creas a los que dicen que “la inteligencia no es un factor único: se puede tener mucha emocional y no desarrollar la analítica o la espacial”. ¡Envidiosos!

“Sentado a la diestra de Dios…” y a la izquierda, ¿quién? Luzbel, el ángel caído, el traidor, representante de la inteligencia humana, científica, contestataria a lo que se debía contrarrestar por designio divino tal  irreverencia, “escudriñar del árbol de la sabiduría”. De esa manera el imaginario ignorante, acrecentó las cábalas sobre la “siniestra” mano donde se asienta el mal.  

Nos tildaron de izquierdistas por no ser adoradores del dinero, la riqueza desmedida, la corrupción, el maniqueísmo, el capitalismo degradante, conservador.

Ese pobre niño que llevo tatuado desde el pasado, además de amarrarle la mano izquierda le golpeaban con una regla las yemas de los dedos para que no pudieran usar y sujetar el lápiz. Miren maestritos liberales con conductas retrógradas. No creas que te olvidé Prof. Robles de tercero de primaria, ejerciste la educación bajo presión social del fanatismo.

La zurdera no es una enfermedad ni un trastorno y, por tanto, no debe corregirse a reglazos ni amarrando la mano para que no la use en el pupitre.

Esa fue la razón de haberme convertido en un hombre siniestrado y el resultado de escribir a mano con la derecha ha sido un desastre, escribir obligadamente como la mano equivocada, la diestra.

Entonces, yo como transcriptor de mis propios manuscritos debía descifrar, no los jeroglíficos, sino las grafías desfiguradas de mis apuntes. Ah, esa maldita y oprobiosa obligación de demostrar el laicismo  religioso vergonzante de la educación durante mi infancia, desdibujada por la zúrdidafobia, desadiestrada a propósito por la imposición del uso mayoritariamente a fuerzas de la diestra mano en lo que me era inhábil, así es que mis horribles escritos, como era de esperarse de una persona desazurdida, superaban cualquier lenguaje oculto de las ciencias negras.

De cualquier manera leí con avidez como una abeja que no acierta a traspasar el umbral de un cristal con la esperanza de que algún lector y no el insecto, pudiese encontrar una luz de entendimiento después de realizar mi trabajo. Inútil como toda monserga canónica para imponer creencias absurdas.

No entendí mis propios improperios, ni siquiera pude interpretar lo que quise decir sobre la “vanedad” (ya que era sumamente vano tan siquiera intentarlo) y entender que en la existencia del Ser, el aprehender de los sucesos como si fuese la vida misma era tan inútil como  tratar de capturar el vaho de un agónico pensante en su último aliento para llevar oxígeno a un cerebro muerto.

(“Hizo a un lado los apuntes, definitivamente decidió destrozarlos sin editar”).

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