La Casona Blanca
de Noemí Hernández López y José Agustín Pérez
Palabras del editor
Guillermo Beltrán Villanueva
Editar “La Casona Blanca” se convirtió en varios retos, el
primero fue cómo sincronizar dos discursos tan distintos de los coautores en la
trama; el de Noemí Hernández López cuyo
estilo poético, su principal género, es sencillo, pausado, melodioso, y
profundamente emotivo y, José Agustín Pérez, más académico
y contestatario, surgido como escritor de las luchas de izquierda revolucionaria,
ya en sí se presentan como dos estilos muy diferentes. De igual manera, me
enfrenté al trabajo de hacer coincidir en una historia, las descripciones,
diálogos sin que se apartaran significativamente del vocabulario de cada
personaje.
Recuerdo el comentario de Noemí que luego incluye en su presentación:
“—Dentro
de las paredes de cualquier casa, siempre se tejen historias que, la mayoría de
las veces quedan atrapadas y ocultas dentro de ellas. La casona blanca no es la
excepción. Pues aunque la historia está basada y se desarrolla dentro del
mencionado aposento, si he de ser sincera solo me constan los sucesos que se
dieron fuera de la casona; lo íntimo, lo escondido lo que se desarrolló bajo su
techo a puerta cerrada lo saqué de mi ligera imaginación y al final y para mí
sorpresa todo ensambló como en un rompecabezas, aún la rica y bien nutrida
aportación en interesantes segmentos de mi gran amigo Guillén Pablo fueron
cayendo en esta narrativa como piezas claves para llegar al clímax y luego a un
final”.
Cada uno con su discurso, vocabulario y gramática diferente y el uso o
carencia de signos necesarios en las expresiones. Solicitar una y otra vez la
adaptación de la historia a un sentido de verosimilitud apartada de la fantasía
en que a veces nos entrampamos los poetas al ser demasiado soñadores y optimistas
que, muchas de las veces, nos conduce a la fantasía y nos aleja de la realidad.
Esto me llevó a un diálogo colectivo con los autores para escudriñar
cada detalle, situación complicada, pues dadas sus ocupaciones difícilmente coincidíamos
los tres. Ante ese inconveniente los comentarios se hicieron con cada autor en
momentos distintos, lo que dificultaba el avance de la edición.
“—Me gusta lo que están haciendo ustedes, dos amigos
entrañables, sus propuestas, su originalidad en cuanto a la forma.
Noemí:
—Para mí, el resultado sinceramente, a primer
impacto lo consideré catastróficos. Sin embargo…
Enviaste
—No. Es como si cada uno se empeñara en descifrar al
personaje, un ser humano, sin duda, de carne y hueso, con sus máscaras, con su
mente discutiendo cual apariencia presentar.
Respondiste a
Noemí su mensaje original:
(Para mí, el resultado sinceramente, a primer
impacto lo consideré catastrófico).
—No, no, de ninguna manera. La idea ahí está. Me van
a arrimar una "chinga" con la corrección y darle sentido, pero me
encanta. Es un gran reto.
Denme vida,
amigos, me he sentido muy desanimado con eso de que esté quedando inválido con
tantos proyectos y deseos de escribir y ayudar a los escritores y artistas. Me
entusiasta tanto su idea. Así es que a trabajar en cada aspecto del personaje
cada uno, me lo mandan y conversamos como encajar en la historia”.
Noemí:
—Sin embargo, te decía, al ir desarrollando la trama
me sentía como en un desafío, pues veía que mi nivel no daba mucho, pero al
mismo tiempo sucedía lo que al principio, veía los textos que me enviaba José
Agustín,
y me
provocaba una gran emoción y me daba ánimos de seguir. Fue algo excepcional.
—Así es. Tú
lenguaje es muy importante en el personaje, lo haces muy original. Ya veremos cómo
encajar ambos estilos. Son muy buenos.
—Pues me das esperanza. Aunque me gustó mucho, no le
daba posibilidades de vida a este trabajo.(1).
Desde ese momento quedé atrapado en la historia. Quise saber más y
tenerla en mis manos, a pesar de sufrir una serie de tratamientos, pero sabía
que el editar esa obra que tanto me entusiasmó sería un paliativo a mis
dolencias. Creo que lo más difícil fue ignorar las dolencias que causan el
estar sentado por horas revisando y corrigiendo un texto, aunque estos
malestares las mayoría de las veces se olvidan o minimizan cuando uno se enfrenta
como editor a un proyecto de novela de gran calidad y potencial, que incluso me
atreví a escribir las conclusiones al final de la novela para llenar algunos
huecos que llevarían al lector común a la necesidad de conocer algunos
detalles.
Dos objetivos, Noemí con una gran historia basada en hechos reales en una
comunidad del norte de Sonora, México, con ganas de novelarlo, acudió a la ayuda
del profesor José Agustín para darle forma y considerar su posible construcción
que llamara la atención del lector, el primero, por supuesto, el editor.
Alrededor de un año los llevó a reunir el material que compartían por
medio de mensajes. Al recibir el texto donde se reunió todo el material me di
cuenta de que algunos lo iniciaban con fecha y hora de envío, mas no de
remitente o destinatario. Fue interesante tratar de descubrir por medio del trozo
compartido identificar al autor de tal o cual párrafo.
Desde luego que en las primeras etapas de la edición no se profundiza
en el contenido, sino a darle forma al libro, repartir los espacios, episodios
y capítulos y enseguida a la corrección de signos, letras, palabras, la
claridad de las ideas, la corrección ortotipográfica detallada y a desentramar
las ideas, el contexto, las historias y sobre todo el discurso total de la
novela, entonces me enfoqué en las expresiones, diálogos hablados y pensados,
citas, anuncios, consignas, al final de todo este trabajo empecé a “leer” la
obra.
Sin duda fue la parte más interesante del trabajo de edición, cómo “homogenizar”
el discurso de los personajes de cómo se expresaba cada uno viniendo el texto
de un autor o de otro, incluso de cuándo profundizar en el texto narrativo tal
escena o acción. Así que a veces pasaba de una narración sencilla a la visión poética
y sofisticada de otro narrador y que debía combinar como momentos de reflexión
del personaje del que se trataba. Asunto que me llevó a muchas ideas para “aconsejar”
a los autores en agregarles más descripciones poéticas del narrador en ciertos
pasajes que consideraba fríos o desangelados al de otros en que se exageraba la
visión de un maleante, (no dudo que tengan algo de humanidad, pero leve y siempre
proclive a culpar a los demás de sus acciones).
Recuerdo un momento en que felicité a Noemí por la manera tan hermosa
de describir un pasaje. Con la sinceridad que le caracteriza, me contestó: “ese pasaje no
es mío”. Admiré su honestidad y le extendí la felicitación
al maestro José Agustín, quien lo escribió. Nada más que a partir de esa
anécdota les pedí que agregaran más narraciones como esa y eso alargó el
proceso. Fue un comentario que tuve con Noemí a través del mensajero:
(“Dom, 09:48
Enviaste
Qué hermoso párrafo, me emocionaste con lo que dice.
Es poesía pura: (A veces las cosas más escondidas, más secretas, están a la
vista de todos, a plena luz del día, tal es el caso de Lucas Alberto, le robó
el sueño, el futuro prometedor, el florecimiento de la flor tierna desflorada a
destiempo; pobre Jimena, guiñapos son los pétalos esparcidos sobre el suelo que
más adelante el vientecillo los llevará al confín del olvido.
Dom, 10:18)”
Con una sensación que colmaba mi espíritu de poeta, le reafirmé:
Enviaste
("…guiñapos son los pétalos esparcidos sobre el
suelo que más adelante el vientecillo los llevará al confín del olvido…)"
Son las frases memorables que se quedan en el lector. (también soy
lector, ¡eh!, ¿Noemí?
Ella
contestó a mi mensaje:
(“Mensaje
original:
[Qué hermoso
párrafo, me emocionaste con lo que dice. Es poesía pura: A v…].
—Este
párrafo es todo el mérito para nuestro ínclito amigo Guillén. A mí también me
encantó…”.
—Estoy tan emocionado con la novela que se me olvida
que tengo una intervención en la región lumbar y debo estar preparado.
—No te presiones
querido amigo. Recuerda que tienes que estar relajado para tu cirugía. Mejor
para y la puedes dejar para cuando estés totalmente recuperado. De verdad amigo).(2).
No le hice caso, por el contrario, me fui a la conversación con José
Agustín:
(“—Maestro Agustín. Lo lograremos. ¿Sabes que los
escritores que empiezan su obra literaria, con poesía son las mejores? ‘En un
lugar de la Mancha… Cervantes” “Vine a Comala porque me dijeron…Rulfo”, Quería
hablar, pero no pudieron; había lágrimas en sus ojos, Dostoievski, “…una piedra, una hoja, una puerta ignota…”:
Thomas Wolfe.
Las mejores historias son aquellas que desarrollan "emociones"
en los lectores. Y eso se logra con el sufrimiento, el amor, la desesperación,
las luchas, los retos, se identifican con los personajes y les dejan una
lección de supervivencia.
Un poeta escribe "emociones" ya tiene la costumbre, la idea es
mejorarlas a través de la novela y llevarlas a un plano universal del ser
humano que lo identifica.
Mándame tus textos. Ya veremos qué hay que modificar o adaptar.
Conocer los elementos de la novela y acomodar el desarrollo de esas
emociones de tal manera que impacten. Ya lo verás cuando se trate de que la
"emoción" que quieres transmitir no se logra del todo. Es lo que
tienes qué trabajar. Por eso es mi interés que lo enriquezcas de esa manera.
Toda buena obra conlleva los demás géneros, novela, cuento, teatro, cine, y Poesía
y eso haces muy bien. Bueno. Descanso mientras hacen la tarea. Uf, sí que
estuvo cansadito el asunto.
Un gran abrazo a ambos.
Agustín:
—Ahora a descansar, tómate el tiempo, lo importante es tu salud y tu
rehabilitación.
—Mi estimado Agustín, ojalá y no eches en saco roto las sugerencias y
agregues esos pasajes maravillosos lleno de poesía. Hay muchas posibilidades en
esos campos que dices al principio de tu estudio y que no se reflejan en la
descripción del paisaje.
Hay momentos que puedes magnificar como cuando el asesino arrastra a la
niña y se acerca al bosque, allí el reto no es describir al asesino, sino que
el paisaje describa la terrible acción. Ya sea un paisaje tenebroso, una
lucecita que se apaga, algo que se esconde entre la zanja, rocas que ruedan al
fondo y se tiñen de rojo.
Agustín:
—Me agarraste ayer desprevenido, hoy escribiendo atrás del espejo la
parte oscura, o no contada de los personales de la Casona blanca. Gracias por
todos tus consejos, los tomo en cuenta, trataré de adjuntar tus sugerencias a
los diálogos mencionados e enriquecer la obra.
—No voy a salir a Facebook un rato pues quiero dedicarme a tu novela,
para que la perfeccionemos al 100.
—Maestro. Deje la edición para cuando se reponga. Saludos. (3).
(1,2,3) Textos tomados del libro “Memorias de un editor” de
mi autoría.
Por supuesto. No le hice caso.
Quiero destacar el trabajo de Noemí Hernández López al
escribir y compartirnos esta historia; la coautoría de José Agustín Pérez,
la construcción dedicada y hermanada de esta obra; sin ellos no hubiese tenido en
mis manos esta novela “La casona blanca” descrita magistralmente por los
autores en los textos que abren la novela; una historia singular de una familia
de clase media con relativo éxito económico producto del trabajo y el amor de
una pareja que fundó su familia, y dadas las terribles circunstancias en que se
vieron envueltos los llevó a situaciones sumamente difíciles de solventar, que
les causaron el resquebrajamiento del seno familiar al verse en manos de
delincuentes que los llevó a situaciones y decisiones terribles entre los
miembros de la familia. Romance, traiciones, pérdida de fe y valores, víctimas
y victimarios, desolación, muerte, suspenso…
Después de leer el minucioso y limpio trabajo de edición que llevaste a cabo en "La Casona Blanca" despertarás un genuino interés en nuestros los lectores.
ResponderBorrarGracias de nuevo por editar mi Novelas y creer en mí!
No quiero colgarme de una supuesta fama en torno a la novela La casona blanca escrita en co-autoría con Noemí Hernández conocida en el ámbito de las letras como Maripoza Monarka, ellas es por convicción e inspiración poeta, o poetisa, como guste llamarle y el que escribe el siguiente comentario; Pablo Guillén, pseudónimo deJosé Agustín Pérez, fue y es una experiencia interesante, fructífera y reconfortante me haya invitado a ser su compañero de viaje en el arduo camino de las letras, la prosa junto con la cortedad de una frase, la extensión de una oración, la longitud de un díalogo para llegar a la cúspide escarpada de La casona blanca; la novela.
ResponderBorrarMi amiga compañera es la "culpable" de este rompecabezas, ella puso las piezas para acomodarlas horizontales, verticales en todos los ángulos del cuaderno, cada página para conformar la historia conjunta entrambos. En cada final de un díalogo, me daba la pauta para continuar con el argumento de la trama, el mérito principal se le debe a Noemí aunque parezca que no, ella es la lider de nuestra aventura, en mi opinión no será la primera novela, le vendrán más en el presente continuo y futuro inmediato.