Buscar este blog

lunes, 2 de noviembre de 2020

Literatura china y japonesa

 Literatura china y japonesa

Me parece muy importante las coincidencias y desencuentros en las culturas que de alguna manera influyen en la que se desarrolla en una nación en particular, como en este caso la literatura japonesa cuyas influencias chinas datan por su importancia en los siglo IV al VI a. C. cuando recibieron la influencia de la escritura y la poesía, principalmente aquella que llevaba a la reflexión a los autores. La poesía china brilla muy dentro del pensamiento oriental e influye sobremanera en todas las regiones aledañas.

“Para comprender la poesía japonesa debemos remontarnos a los hechos que influyeron decisivamente en la historia de la poesía china: la aparición del budismo, originario de la India, alrededor del siglo V A.C.; el confucionismo, originario de China, en el siglo VII A.C., que exploraba la armonía del ser humano con el cosmos mediante la introspección y el estudio de uno mismo; y muy especialmente la corriente del taoísmo, creada por Lao Tse en el siglo VI A.C. y desarrollada a partir del siglo II A.C., cuya esencia se halla reflejada en el Tao Te King. (Apuntes de la materia).

Podemos afirmar que a través del tiempo, Japón ha tenido una gran representación en la literatura considerando algunos periodos importantes como el Periodo Nara (710-794), en el cual existieron proyectos importantes del gobierno como: El Kojiki (registro de las materias antiguas) y Nihonshoki (crónica de Japón). Otras obras como: Man'yoshu, una antología de 4500 poemas;  el "tanka", versos de 31 sílabas; Kokinwakashu o Kokinshu, una colección de poemas antiguos y modernos. Le siguió el Periodo Heian (794-1185). El autor Murasaki Shikibu escribió una novela (El relato de Genji) de 54 capítulos (a principios del siglo XI); Sei Shonagon escribió (El libro de la almohada) una colección de ensayos y notas (alrededor de 996).

El Periodo Kamakura-Muromachi (1185-1573). Heike: Guerrero del clan Taira. Su obra más trascendental fue mono-gatari (El relato de Heike) retrata los triunfos y derrotas de los taira en sus guerras con el clan minamoto (genji). Kamo Es reconocido como uno de los cuatro grandes del kokugaku. Entre sus obras más importantes están: Man'yōshūnorito (rezos sintoístas), kagura (danzas sintoístas), el Genji Monogatari, Chomei's Hojoki (Descripción de mi cabaña). El Periodo Edo (1603-1868). Ihara Saikaku que retrataba de forma realista la vida de los mercaderes de Osaka. Sus obras Ikutama Manku. (Diez mil versos de Ikutama),  Haikai Dokugin Ichinichi Senku. (Mil versos haikai en solitario en un solo día), Oku Kazu. (Muchos versos). Chikamatsu Monzaemin su forma de contar historias con canciones y obras kabuki. Yosa Buson escribió haiku, obras excelentes que retrataban la naturaleza. Ueda Akinari produjo varias obras sobre historias góticas.

Periodo Meiji a la actualidad

Akutagawa Ryunosuke, escribió muchas novelas cortas magníficas sobre la base de su conocimiento detallado de los clásicos japoneses.  Jigokuhen (El biombo del infierno), Kumo no ito (El hilo de la araña),  Yabu no Naka (En el bosque), Nankin no Kirisuto (Cristo en Nankín),  entre otras.

Yasunari Kawabata se convirtió en el primer japonés en ganar el Premio Nobel de Literatura en 1968. Yukiguni (País de nieve), Kataude (Un brazo), Tenohira no Shōsetsu (Historia de la palma de la mano), entre otras.

Un recorrido por los escritores del siglo XX

A pesar de las influencias occidentales la literatura japonesa nunca perdió su esencia, incluso hubo épocas del siglo XX en que autores occidentales tradujeron y escribieron sus propias versiones de las formas y estilos de los escritores clásicos de la literatura japonesa. Ante el agotamiento del modernismo, las crisis existenciales de las entre guerras, el surgimiento de vanguardias literarias,  y la aventura de los grandes escritores por,

“…este estado contemplativo del movimiento filosófico basado en la búsqueda de la paz interior, de la “inmortalidad” entendida como el llevar una vida en plenitud, a través de una existencia en consonancia con la naturaleza, de la autosuperación y el progreso como seres humanos, viviendo en comunidad con el entorno que nos rodea y a través de la contemplación, la relajación, el silencio y la meditación perseverantes”. (Soseki, p. 19).

El propio Natsume Soseki se inspira en poemas chinos como:


Lugar secreto
Al fin puedo avanzar por la ignorada senda
hacia la luz del monte, hasta un lugar secreto,
en el que hay una cabaña oculta al pie de una cascada,
donde duermen las horas y los viejos árboles,
y un aire astuto arranca de sus copas
sollozos y lamentos de alegría.
Por fin he llegado, libre de los caminos que me retuvieron.
Allí, se oye el silencio,
que levemente, mueve las ramas azuladas cielo arriba;
alienta conjuros en las hojas y silba resplandores en las cumbres.
Una estela de nieve me llevará hasta el bosque y contemplaré la luz del día; sólo,
libre la memoria de otros recuerdos,
ardiendo en figura de nieve frente al sol cuando amanezca…
(Shen Zhou, 1427-1509).

El enlace perfecto con la literatura china lo propone Natsume Soseki en Kokoro:

El camino a la verdad es solitario, remoto, escondido.
Pero con un corazón limpio, por él recorro pasados y presentes.
¿Hay un yo en las aguas azuladas, en las azuladas colinas?
Todo es cielo, todo es tierra: artificio no hay en ellos.
En la luz mortecina del crepúsculo, la luna se aparta de la hierba;
y la voz sorda del viento de otoño se queda entre los árboles.
Olvidaré mis ojos y mis oídos; perderé el cuerpo.
Sólo en el vacío entonaré de la nube el blanco cántico.


En estos kanshi, de ocho versos cada uno, Soseki  muestra el tono elevado de la poesía clásica china y un afán por hallar la paz del alma. Desde luego que hubo un trayecto memorable en la poesía japonesa como en los bien logrados Tankas y el minimalismo de los Haiku y los Senryu.

Por esta razón, la palabra waka (poema japonés) se refiere a muchos estilos diferentes. Los dos principales son: tanka (和歌 que literalmente significa "poema corto") y chōka (長歌 que significa literalmente "poema largo"). De esta manera el término waka surgió a tiempo para simplemente aplicarse al estilo tanka.

Tankas

1
En la vereda a casa
las hojas caen
secas, bermejas de sol
la raíz espera
su energía beber.

7

Cae la tarde ante el Sol,

la inquieta nube

dispersa y se arrebola,

la noche duerme,

silencia los espacios.



Haikus

El río azul
cielo y nubes de olvido,
ensueño y ave.

 

Lluvia a destiempo, 

suspiro breve el aire, 

ave canora.                     (Girerumo, pp. 5-9).

 

¿Cuál es la importancia y trascendencia de la literatura japonesa contemporánea y el proceso de occidentalización de esta? 

Para hablar de este tema es importante primero considerar la transformación que sufre Japón en el último tercio del siglo XIX de una monarquía oriental por una oligarquía militar y  convertirse en una gran potencia para la civilización occidental, esto se consideraba como un fenómeno extraordinario mientras que Europa y los países alineados experimentaban la cúspide del modernismo. 

Durante siglos, Japón se había auto aislado a la influencia occidental, incluso de las civilizaciones orientales más sobresalientes, que por influencias de los imperios occidentales sufrían la intromisión e imposiciones de sus políticas expansionistas y transformaciones forzadas o lideradas por personajes afines a Occidente. Así es que Japón, a grandes saltos sale de ese pasado tradicional en todos sentidos a prodigiosas zancadas de un pasado de perfecto aislamiento político, de un feudalismo económico y social y de una producción muy elemental en lo técnico e industrial.

Los primeros pasos los da en su expansión territorial, primero en la guerra contra china y después en la guerra rusa japonesa. Contra Rusia bajo el kzarismo (Del César italiano al Kaiser alemán surge el Kzar ruso y el  Zar español) ominoso y anquilosado. Fácilmente se hace del triunfo y, ante un tratado de paz con todas las ventajas para el nuevo imperio, el japonés con su expansión hacia el territorio continental  asombra al mundo logrando una victoria militar sobre Rusia a principios de siglo. Pronto adopta la industrialización con el apoyo y beneplácito de las potencias occidentales al considerarlo como una punta de lanza para sus proyectos globalizantes; ello lo convierte en el líder económico e industrial del Asia oriental en el siglo XX.

Debemos considerar que los avances territoriales de Japón estaban limitados a los intereses de Europa occidental, siendo la primera vez que un país no caucásico se imponía contra un país europeo: Rusia. Así es que posesiones como la Península coreana, la Manchuria, Taiwán, Puerto Arturo conseguidos en las guerras contra China y Rusia duraron muy poco. Sin embargo, se consolidó el Imperio Japonés.

De todos estos movimientos surge una literatura distinta, desde el abandono de la vida feudal a la del nuevo imperio y, la aceptación de modelos occidentales como la industrialización y el uso de las armas de fuego en todas sus modalidades. De ahí surge la  “Ética oriental y técnica occidental» (toyo no dotoku, seiyo no gakugei). Cabe recordar que ya Japón había vivido una época de asimilación de conocimientos con otros países como China que en los siglos VI y VII influyera en el pensamiento, la política, la religión y la adopción del alfabeto chino, el cual se adecuó a la tradición y cultura del Japón. Así es que no les parecía del todo mal aceptar algunos modelos extranjeros para desarrollarse como nación, una de las muchas consignas que circulaban en el Japón de mitad de siglo XIX”, fue irrumpir en la industrialización del fin de siglo XIX, uno de los modelos aceptados por el imperio.

Para el pueblo era muy difícil  esos cambios por sus costumbres ancestrales, tenían una perspectiva distinta de la moral y la religión y no aceptaban intromisiones extranjeras y menos de esos arrogantes occidentales que habían sido capaces de destruir moral y físicamente al pueblo chino tras la “Guerra del Opio”. No les gustó que el imperio aceptara la modernidad proveniente de una sociedad cristiana corrupta, con valores éticos de tan distintos, enfocados en el saqueo de recursos y la explotación de mano de obra. Aun así, el realismo se impuso y Japón abrió sus puertas al mundo.

Previo a ello, el gobierno militar de los Tokugawa había caído  y se restauró el poder imperial a través de la persona del joven emperador Meiji. Es en la vida del escritor japonés Natsume Soseki (1867-1916), donde se inserta el reinado del emperador Meiji (1868-1912), el período por excelencia de todas esas reformas, de la gran segunda transformación en la historia del pueblo japonésEn 1892, el entonces estudiante Natsume Sôseki caracterizaba el dilema de lo occidental contra lo japonés en los siguientes términos:

“A menos que desechemos totalmente todo lo viejo y adoptemos lo nuevo, será difícil que alcancemos igualdad con los países de Occidente. Aunque hacerlo así, va a debilitar el espíritu vital que hemos heredado de nuestros antepasados y nos podrá dejar inválidos” (natsume sôseki, p. 11).

Claro que para muchos el precio del aprendizaje era perder más que ganar. Compañeros maestrantes, ¿Imaginen prescindir de lo tradicional y asiático y buscar lo moderno y lo occidental? Fue como en la conquista española en América, el abandono de nuestras tradiciones ancestrales obligados por los instrumentos genocidas: la espada y la cruz. En el caso de los japoneses su transformación  les obligaba a abandonar no nada más, “viejas maneras de pensar y de hacer las cosas, sino también a sacrificar una parte de su identidad cultural”.  ( Sōseki, p. 15).

.Los cambios que se dieron en Japón fueron profundos a partir de reinado de Meiji, quien en abril de 1868  promulga una Constitución de cinco artículos. Siendo uno de los más importantes el que anuncia que se buscará el conocimiento y la educación por todo el mundo para promover el bienestar del imperio. Envió la misión de Iwakura Tomomi de 1871-1873 a Estados Unidos y Europa, con varios funcionarios antiguos samuráis y, además,  estudiantes para matricularse en universidades y escuelas de diferentes países occidentales. También se contrataron  asesores y expertos extranjeros para trabajar en Japón. Se abrieron las puertas a las traducciones de obras occidentales, periódicos para facilitar el proceso de aprendizaje. 

Para el emperador también influía el deseo de saciar su curiosidad. Por lo que Japón fue invadida por una oleada de moda por la comida, indumentaria, música, literatura y todos los aspectos culturales de la vida occidental. Sí, y por supuesto, también la literatura. ( Sōseki, p. 19).

La nueva literatura japonesa

Ya el terreno preparado Japón se presta a consignar por medio de la literatura esa nueva etapa de su vida, el abandono parcial de su  antiguo aislamiento y la aceptación de los modelos occidentales.

Entre los autores contemporáneos destaca Yukio Mishima, extraordinario y multifacético en varias disciplinas artísticas, particularmente las literarias en donde experimenta en diversos géneros, teatro, ensayo, novela, cuentos y poesía. Es uno de los autores más importantes de la Literatura japonesa.

Yukio Mishima. (Hiraoka Kimitake; Tokio, 1925 - 1970) Audaz y descarnado en su temática, donde describe los aspectos más oscuros de las pasiones humanas, sin embargo su escritura es rica en delicadeza y estilo. Los críticos dicen de él que trazó con doloroso detalle el desarrollo de la personalidad y el efecto devastador de las crueles paradojas de deseo y rechazo, de belleza y violencia, que van identificando su obra. De él dijo el galardonado Yasunari Kawabata: "No comprendo cómo me han dado el premio Nobel a mí existiendo Mishima. Un genio literario como el suyo lo produce la humanidad sólo cada dos o tres siglos. Tiene un don casi milagroso para las palabras”

Analizar a Mishima no es fácil, “Esas posibilidades de equívoco aumentan cuando, como ocurre con Yukio Mishima, el escritor ha absorbido ávidamente los elementos de su propia cultura y los de Occidente”.  (Yourcenar, p. 1).  Esto lo convierte en un autor violentamente occidentalizado pero que conserva el intimismo y valores de su cultura, marcado por características inmutables. Para analizarlo debemos leerlo y apartar al autor de sus personajes, aunque el encuentro se dará de manera inevitable ya que para encontrar la realidad central debemos hurgar en la obra: en ella es donde el escritor ha preferido escribir, o se ha visto forzado a escribir, Y, sin duda su propia vida y su muerte tan premeditada es una de sus obras, la más importante a mi parecer, al grado de decidir su final . Sin embargo, la descripción del suicidio de Isao en Caballos desbocados, publicada en el año 1969, es el título de la segunda de las cuatro novelas que componen la tetralogía del escritor japonés Yukio Mishima titulada El Mar de la Fertilidad, proyectan su luz sobre el final del escritor y lo explican en parte, mientras que la muerte del autor a lo sumo autentifica las obras sin explicarlas.

Capítulos traumatizantes de su vida nos llegan en su mayor parte a través de Confesiones de una máscara y se encuentran también, diseminadas con formas diferentes, como El color prohibido, novela que casi me consume la semana que debía dedicar a varios autores, una novela que para mí ha sido única y distinta la manera de relatar las relaciones homosexuales dentro de una sociedad tan tradicional como la japonesa y por cuyas características un occidental considera como sucesos insospechables. Mishima  en unas obras novelescas más tardías, elevadas al rango de obsesiones o de puntos de partida de una obsesión inversa, definitivamente instaladas en sus entrañas de donde brotan las emociones más profundas  y que dirige todos nuestros actos. Son fantasmas que crecen y decrecen en la mente de un hombre como si fuesen fases lunares. Sólo a través del escritor y la lectura de sus obras podemos sentir y reflexionar sobre sus vibraciones profundas, su voz y entonación y el rumor de su sangre que corre como el fuego de la lava.

En confesiones de una máscara, la narrativa de la novela se refiere a la vida de Kochan, el protagonista, con especial atención a su despertar sexual prepúber y la dificultad que experimenta en la formación de una "máscara" de identidad con el fin de infiltrarse en la normalidad. En esta línea, la novela es un  una narrativa relacionada con el crecimiento personal.

Al principio del texto, el narrador explora un recuerdo que continuó persiguiéndolo durante la mayor parte de su vida. Mientras caminaba a casa, un joven que llevaba cubos de heces y cruzó su camino. El joven Kochan lo examinó con un homo erotismo distinto, señalando las huellas masculinas del niño. Para el protagonista fue como una llamada a sí mismo, ese sentimiento de atracción y erotismo que le hizo temblar y le recorrió todo el cuerpo  Mishima está exponiendo la atracción del personaje hacia el mismo sexo y lo encubre a través del lenguaje poético; ejemplifica la importancia de ese despertar, y también muestran que es cuando Kochan se despista de lo  normal. La homosexualidad explícita no podía describirla intencionalmente era intolerable por lo que lo hace a través  del lenguaje vago lo que muestra el miedo del autor a poner en entredicho sus tendencias homosexuales en este entorno político  homofóbico de su tiempo.

Mishima fue considerado para el Premio Nobel de Literatura tres veces y fue uno de los favoritos de muchas publicaciones extranjeras. Sin embargo, en 1968 su primer mentor Kawabata ganó el Premio Nobel y Mishima se dio cuenta de que las posibilidades de que se le diera a otro autor japonés en un futuro cercano eran escasas.

En el lugar del sacrificio, en el momento de la muerte, la razón desaparece, como si se golpease la cabeza. Las fantasías de sacrificio de Mishima no pueden reducirse a una especie de ambivalencia psicológica, resultado de anhelos homosexuales en tensión con una sociedad que reprimiría su expresión. El sacrifico de su muerte fue un encuentro con sus raíces ancestrales ya que el aseguraba ser descendiente directo de Samuráis cuya muerte por su propia mano les llenaba de honor, tal vez el que conscientemente le llevaba al ritual que sus pupilos y él mismo dada sus preferencias sexuales le exigía un sacrificio  por demás honorable.

Por último, vamos a hablar de Murasaki Shikibu y su obra laureada, El puente de los sueños, es el título del último capítulo de La historia de Genji y el nombre de un libro que Junichirō Tanizaki escribió entre 1910 y 1934. Son cinco relatos: El tatuador, Terror, El ladrón, Aguri y Los estudiosos dicen que el último es el mejor relato: porque Tanizaki demostró que no había sido del todo influenciado por la escritura occidental, no había olvidado la parsimonia, paisajes y temas propios de la escritura japonesa; como se trataba de la historia de Genji, con ese relato Tanizaki supo volver a Genjiy a la idea de que la vida no es más que una serie de sueños unidos por el puente de la realidad.

Me llamó la atención El tatuador un relato inspirador para mí al motivarme a escribir un relato híbrido:

 

Relato Nihon


El cuerpecillo enjuto de la niña la hacía parecer un guiñapo de muñeca ajada. Sentada en la banqueta miraba sin ver a lo lejos. Pasé de largo. Presuroso por brincar los charcos y pisar lo menos posible el lodo para no resbalar.

Me fui al mercado a adquirir algunos pozos de barro que me sirvieran para las bebidas y viandas a la vez. Ya había abandonado el oficio de alfarero. Ante la llegada de plásticos que habían sustituido todo arte popular, manufactura, alfarería, artesanías diversas de paja, carrizo, hilos de henequén e hilazas de algodón, todo se iba esfumando de este pueblo trágico en aras de la modernidad de los artefactos ahora construidos por maquinarias que les daban forma a los diversos tipos de “melazas” sustraídos del petróleo.

Empecé a revisar algunos vestigios de barro llenos de polvo. El vendedor curioso me invita al departamento de materiales desechables que dizque eran más baratos que todos los objetos que estaba desempolvando para ver sus dibujos. Ya no le escuché. Recordé a la niña sentada en la banqueta y sin querer la relacioné con mi fracaso ante un antiguo proyecto para hacer figuras pequeñas de barro a las que aspiraba hacerle dibujos minimalistas con lacas finas y coloridas para llamar la atención de algún distraído coleccionista de antigüedades o baratijas que lo pareciese. Me regresé rápidamente, desanduve el camino para ver si todavía estaba la niña enclenque. Sí, todavía estaba ahí con la mirada distraída muy lejos de sí.

—¿Hey niña! ¿Tienes hambre? ¿Quieres comer?

No me miro solamente desvió la mirada hacia el piso de agua lodosa y su piel blanquecina oscureció en su reflejo de agua turbia; los ojos grandes y semi rasgados jugaban con el viento que movía levemente la superficie del charco y sus pómulos y cuencas variaban de tamaño, igual los iris y pestañas, como si jugaran en “la casa de los espejos” con sus infantil figura. Una sonrisa ajena se desdibujó y al verse palideció aún más sus mejillas; avergonzada de la desfallecida figura en que se había convertido. Entonces volteo levemente, acusada por los estragos de su miseria y dijo:

—¡ Ahā!

—Ven, le dije. Te daré de comer.

La llevé a casa, Bueno a ese cuarterón donde reunía todo lo que pareciese muebles, objetos diversos, ollas quebradas a medio pintar y montones de terrones duros que fueran barro preparado para fabricar alfarería. En lo que le buscaba algo de comer en mi desolada mesa, ella se acercó a algunos objetos pequeños de barro sin modelar cuyo resultado final les hiciese parecer toda clase de figuras menos a las que tenía la intención de hacer.

—¿Te gustan esos monitos? Llévalos. Bueno, si quieres.

No dijo nada, los soltó bruscamente como si le quemaran.

—Si quieres te enseño. Mira, nunca pude hacer esas figuras que me habían encargado de Japón.

Más ni sé si era cierto. Los tipos que llegaron haciendo un escándalo con mis figuras me enseñaron algunos objetos que traían de oriente para probar si alguien los pudiera fabricar en serie; decían que en su país todos los alfareros y artistas se dedicaba a imitar las modas de los occidentales, tan burdamente que aún las novelas que tratasen de escribir al estilo simbolista en realidad no se adaptan para nada a la idiosincrasia nipona. No me interesó toda la explicación que me dieron sobre las imitaciones. No me sentía bien con ello, pues la alfarería actual en realidad es un remedo de las grandes obras de nuestros antepasados aborígenes, pero al menos durante mucho tiempo nos permitió sobrevivir en este pueblo que por las diversas imitaciones artísticas de nuestros antepasados nos enjaretaron el calificativo de “mágico” al que el modernismo lo convirtiera en trágico”.

Después de compartir algunos mendrugos con la niña le pregunté si le gustaría trabajar haciendo figuras. Sus pequeñas manos acariciaban suavemente los objetos dejados por aquellos personajes exóticos de grandes batas coloreadas y gruesas y de bellos bordados azul y oro. Luego tocaba las imitaciones que había intentado hacer y al pasar por su figura sus pequeños dedos y rozar algún borde o mal trazo la niña hacía un rictus desenfadado. Entonces le dije:

—Mira, sé que están mal hechos, pero si me ayudas podemos ganar mucho dinero y tú le llevarás a tu familia el sustento y podrán vivir mejor, tú irás a la escuela y crecerás mejor alimentada, te vestirás bonito y puede que invite a tus padres a trabajar conmigo y…

La niña tomó un pocillo con agua, empezó a humedecer algo de tierra hasta convertirlo en barro, lo talló como si fuese masa para tortillas; me asombré al ver cómo el barro se suavizaba al roce de sus manos y se tornaba en mazacote maleable. Me pidió a señas que moviera la manivela que hacía girar el disco donde ponemos el barro para hacer las ollas y vasos pequeños. Entusiasmado lo hice. Tomó una de mis manos para que sostuviera el pequeño trozo de barro de la base y ella con una destreza que no esperaba de pronto, arrancaba la figura redondeada, la tomaba en sus manos y donde debían modelarse las azas les hacía unas figuras extrañas, como si fuesen rostros de dragones o fantasmales ecos orientales. Fueron tantas las figuras que “hicimos”, (bueno, yo le ayudaba con la rueda giratoria), que la mesa contigua se desbordaba. Como era una tabla sobre unos botes, la cargué y las llevé al patio a secar. De allí me fui a buscar leña o ramas secas para encender el horno y prepararlo para cocer las figuras.

Eufórico regresé a la tahona para felicitar a la niña y animarla a seguir trabajando; la busqué y no estaba. Desesperado la busqué por todas partes, quería encontrar al menos alguna nota donde me prometiese volver. Pero, ni siquiera sabía si sabía escribir, vaya si al menos hablara.

Sobre la mesilla giratoria estaba la tarjeta que los orientales vestidos con kimono me habían dejado con su dirección, solamente tenía unas figuras escritas recientemente con un pequeño tizón seco con punta de carbón:

 

さようならいい男

Sayōnara ī otoko.

 

Corolario

Problemas con las traducciones

Leía Sendas de Oku y después de la lectura inicial me di cuenta de los problemas de traducción por lo que pasaron los editores de la versión española, asuntos que corrobora los estudios de Walter Benjamin respecto a las traducciones: “Cuando nos hallamos en presencia de una obra de arte o de una forma artística nunca advertimos que se haya tenido en cuenta al destinatario para facilitarle la interpretación.” (Benjamin, p. 127). Por lo que no toda traducción refleja el alma de los poetas y escritores japoneses ni viceversa, tal vez algunos eruditos japoneses que partiendo del dominio de la lengua original del autor analizado le sea posible un acercamiento, pero siempre habrá la disyuntiva de si el traductor fue capaz de apersonarse con el autor original, su ideología, el contexto y su propia vitalidad para hacer una traducción correcta. Mismo caso lo vemos a la inversa con las traducciones de Octavio Paz, quien con el escritor y crítico japonés Eikichi Hayashiya  tradujeran poesía japonesa, particularmente Haiku. Los intentos posteriores de ambos autores por reeditar la primera traducción vemos los problemas de los que habla Walter Benjamin en las traducciones. Un punto importante es que Octavio Paz no hablaba japonés sino otros idiomas a los que estos poemas se habían traducido. Actitud demasiado soberbia del multicitado representante cultural de México, traducir de otros idiomas que de seguro ya habían sacrificado la esencia verdadera del poema cuando la propia poesía japonesa:  Es algo que está entre el pensamiento y la sensación, el sentimiento y la idea”. Como lo citara el maestrante Edgar Gabriel Ortiz, en su participación en el foro 3. A pesar de los muchos conceptos que emitió el propio Paz en dicha antología:

“Sin duda alguna la cultura japonesa es diversa y rica en pensamientos profundos. La literatura japonesa lleva al lector a sentir desde lo más profundo de su ser, pero ante todo, desde el aprender a vivir de la mejor manera posible. Me gustaría comentar lo siguiente: “no impide que un puente una a estos dos momentos: ni antes ni ahora el Japón ha sido para nosotros una escuela de doctrinas, sistemas o filosofías sino una sensibilidad”. (Paz y Hayashiya, 2005).

Es muy importante, entonces a la hora de traducir analizar todos los problemas que impide una buena traducción de la literatura japonesa a fin de tener el mayor acercamiento, una mayor percepción y esclarecer todos los aspectos importantes a considerar que nos acerque a su comprensión y nos permita ahondar en su estudio y correcta traducción. 

BIBLIOGRAFIA

Tarahumara libros (s/d) Literatura Japonesa, Recuperado el día 8 de julio de 2015 de: http://www.tarahumaralibros.com/especial/literatura-japonesa_52698.html

Tomado de: http://www.cuartopoder.es/detrasdelsol/las-mascaras-de-junichiro-tanizaki/644.

Ceinos Arcones Pedro, (S/D), “Literatura China”. Recuperado el día 8 de julio de 2015 de: http://www.chinaviva.com/cultura/literatura.htm

Alejandro Celma. (2017). “Los estados del alma y la búsqueda de la felicidad en la antigua poesía K 2 de octubre de 2020, de Temas de Psicoanálisis Logo Sitio web: https://www.temasdepsicoanalisis.org/2011/07/08/los-estados-del-alma-y-la-busqueda-de-la-felicidad-en-la-antigua-poesia-china/

https://marcosrd.wordpress.com/breve-historia-de-la-literatura-japonesa/

www.euston96.com/literatura-contemporanea/#Caracteristicas_de_laliteratura_contemporanea

Tomado de: http://www.cuartopoder.es/detrasdelsol/las-mascaras-de-junichiro-tanizaki/644

Tomado de: https://debedehaber.wordpress.com/2013/12/15/la-homosexualidad-y-el-fascismo-anacronico-de-yukio-mishima-en-su-obra-literaria/

H. J. Jones, 1980. Live Machines. Hired Foreigners and Meiji Japan.

Ávila Anthony. Lengua y literatura. (2013), Literatura Japonesa, Recuperado el día 8 de julio de 2015 de:  http://blogsliteraturalp.blogspot.com/2013/06/literatura-japonesa-origen-no-se.html

Tomado de: https://debedehaber.wordpress.com/2013/12/15/la-homosexualidad-y-el-fascismo-anacronico-de-yukio-mishima-en-su-obra-literaria/

H. J. Jones, 1980. Live Machines. Hired Foreigners and Meiji Japan.

Ávila Anthony. Lengua y literatura. (2013), Literatura Japonesa, Recuperado el día 8 de julio de 2015 de:  http://blogsliteraturalp.blogspot.com/2013/06/literatura-japonesa-origen-no-se.html

 

Maduración y occidentalización de la Cultura y Literatura japonesa contemporánea

Maduración y occidentalización de la Cultura y Literatura japonesa contemporánea

 

Introducción:

La modernización es un periodo muy importante en la civilización el cual no se da de manera espontánea, las etapas de la historia comprenden periodos que se encuentran separados por circunstancias distintivas, cambios sociales o por eventos trascendentes así es que el modernismo hubo de surgir de otras etapas o movimientos como el Humanismo, el Renacimiento y la Ilustración. Todos esos movimientos nos llevaron a la época moderna en la cual se establecieron  sus fines, características importantes enfocadas en el desarrollo de la civilización en base a los descubrimientos y aplicación en la industria, la agricultura, las artes, la mecanización de la manufactura, la invención de maquinaria y el logro de sus objetivos principales, Libertad, Solidaridad y Fraternidad.

proceso de maduración de la literatura japonesa contemporánea

Hace mil años, una mujer escribió la primera novela. La historia de Genji fue escrita por la japonesa Murasaki Shikibu hace mil años, y es considerada el primer volumen con estructura de novela. Si bien la obra figuraba como anónima, los expertos coinciden en que las notas aclaratorias sobre la novela que figuran en el diario Murasaki Shikibu, prueban su autoría. La novela de Genji se considera la obra maestra de la literatura dinástica japonesa, y la primera novela del mundo en el sentido moderno, ya que presenta descripciones psicológicas detalladas de los personajes, y el personaje Kaoru es considerado el primer antihéroe.

historia genji

Murasaki Shikibu se cree que nació en 978, a mediados del período Heian, era hija del literato Fujiwara no Tametoki, perteneciente a una familia de funcionarios de la mediana nobleza, por lo que recibió una exquisita educación. La popularidad de la obra llevó al primer ministro Fujiwara no Michinaga a incluir a Shikibu como dama de compañía en  la corte de la emperatriz Akiko hasta el año 1013.

¿Qué es el proceso de occidentalización de la  Literatura japonesa?

La modernización es un periodo muy importante en la civilización el cual no se da de manera espontánea, las etapas de la historia comprenden periodos que se encuentran separados por circunstancias distintivas, cambios sociales o por eventos trascendentes así es que el modernismo hubo de surgir de otras etapas o movimientos como el Humanismo, su paso hacia el Renacimiento cuando los estudiosos comenzaron a resucitar obras filosóficas, históricas o literarias de la antigüedad grecorromana y de ahí la Ilustración que fuera la aplicación de los conocimientos y el acceso a la educación a un número mayor de personas sin las limitaciones que ejercía la iglesia, la cual el conocimiento permitido era para unos cuantos legos, en cambio en la Ilustración se discutieron, demostraron y comprobaron por métodos científicos los conceptos  que sustentaban la nueva educación del hombre. 

El primer paso era considera al ser humano como centro de todas las cosas, el abandono de las ideas seculares donde lo primordial era asegurarse una vida ultraterrena por medio del sacrificio, el ascetismo, la abnegación guiada por una vida escolástica, siendo esta como la corriente teológico-filosófica predominante del pensamiento medieval, basada en la coordinación entre fe y razón, que en cualquier caso siempre suponía una clara subordinación de la razón a la fe. El humanismo se centró en el hombre, su entorno y potencial para superar sus vicisitudes a través de la educación laica surgida de la investigación y comprobación, de la deducción y la inducción.

Todos esos movimientos nos llevaron a la época moderna en la cual se establecieron  sus fines, características importantes enfocadas en el desarrollo de la civilización en base a los descubrimientos y aplicación en la industria, la agricultura, las artes, la mecanización de la manufactura, la invención de maquinaria y el logro de sus objetivos principales, Libertad, Solidaridad y Fraternidad. Donde se consideraba el afianzamiento de los ideales del progreso, la comunicación y la razón, que serán considerados desde entonces los valores de la modernidad. Como todo movimiento, las culturas exógenas absorben primero la esencia del modernismo, lo adoptan, lo sincretizan y luego lo aplican resultando un modernismo distinto, pero parecido que le da cierta legitimidad ante la civilización que la propone. No debemos olvidar que la esencia del modernismo es el capitalismo, por lo que las potencias extranjeras en Oriente Medio, el objetivo era sacarlos del marasmo medieval y feudal para conducirlos al capitalismo.

No debemos olvidar que el modernismo lo sustentan “fundamentos teóricos que lo conciben como una transformación lineal ascendente que  manifiesta el progreso alcanzado por las naciones, una vez que transitan hacia el sistema capitalista”. La primera propuesta del modernismo es el conflicto entre lo tradicional y lo nuevo. Discurso euro centrista muy bien adoptado por Estados Unidos, quien por la fuerza y las amenazas de sus cañones obligaron al Japón a “modernizarse”, exigiendo al país oriental al uso franco de todos sus puertos como nueva ruta que sustituía a la “Nao de China” por la ruta nipona hacia los mercados orientales. Sin embargo, para los norteamericanos son ellos el prototipo modernizador y vanguardista sobre las demás sociedades, las cuales son observadas como subordinadas e inferiores a los dictados y supremacía de los occidentales.

Para llegar al modernismo en Japón y en Medio Oriente, es necesario recordar que es un proceso largo aun en Europa y cuando llega a Oriente ya es un proceso  bien delimitado, al menos desde la perspectiva occidental, pues sin duda al adoptarse o recrearse en base al sincretismo hubo de modificar ciertas características que le eran comunes como el teísmo, las tradiciones culturales, la vida social y el sistema de gobierno.  La llegada del humanismo unos 400 años atrás de alguna manera influyó en las mentes orientales la posibilidad de humanizar la concepción del hombre como posible centro de la vida.

El modo de escritura y la evolución del idioma japonés hicieron que la obra quedara relegada a los estudiosos desde el siglo XIV, pero en 1914 la poeta Akiko Yosano realizó una adaptación al japonés actual y do pie a un nuevo interés por la obra no solo en Japón.

Yasunari Kawabata, primer Premio Nobel de Japón, consideraba la novela como: “la cima de la literatura japonesa”. 

El saldo dejado por la Restauración

Para llegar al modernismo en Japón y en Medio Oriente, es necesario recordar que es un proceso largo aun en Europa y cuando llega a Oriente ya es un proceso  bien delimitado, al menos desde la perspectiva occidental, pues sin duda al adoptarse o recrearse en base al sincretismo hubo de modificar ciertas características que le eran comunes como el teísmo, las tradiciones culturales, la vida social y el sistema de gobierno. El llamado proceso de occidentalización japonés al igual que la europea, tuvo varias etapas y connotaciones a lo largo de su historia. Como lo comentamos anteriormente se originó a la par de la llamada Restauración Meiji (1868). Para que se creara una nueva literatura hubo de adaptarse un idioma literario ya que el Japón está conformado por muchos dialectos y se necesitaba uno que les uniera o representara administrativa, social y culturalmente. Siendo en 1914 con la adaptación de obras antiguas al japonés actual por la poeta Akiko Yosano que realizó una adaptación al japonés Historia genji de Murasaki Shikibu cuya base del idioma común es el dialecto de Kioto.

Desde luego que en la profundidad de ambas literaturas había desacuerdos por sus filosofías tan distintas lo que supuso un gran sisma en las formas literarias. Fueron muchas las obras occidentales que abarrotaron el mercado  de literatura, libros, revistas, periódicos y en respuesta se empezaron a imitar, lo que se consideraba como “La banalización de las formas occidentales”. Un conflicto más como el ocasionado por “El impacto del humanismo como noción inédita” como lo mencionamos al principio relacionado con el Humanismo y las diferencias de su concepción en Occidente y Oriente; una forma de vida de la sociedad, expresada en sus más amplias manifestaciones culturales. Por último,  “El militarismo en su  forma expansionista y luego, como fase superior, el imperialismo nipón”. 

La literatura japonesa como conflicto narrativo

Lo que considero muy importante es la impresión y complejidad que el concepto humanista imbuido en todos los ámbitos de la cultura japonesa es amplia y compleja como para explicarlo en este ensayo, pero que esa huella pervive para bien y para mal en la obra de los escritores japoneses contemporáneos. Todo ello se convirtió en una especie de epifanía ante un nuevo universo, muy diferente como lo compararían, pero su gran atractivo y posibilidad de una fama distinta y reconocimiento mundial les invitaba a intentarlo y apropiarse de sus formas y estilos, crear su propio sello con ciertas características en su cultura, darle su propio sello, sin imaginarse que al abandonar su esencia iría devastando su interior, creando un vacío como el que sintió Mishima al final de su vida.

El escritor japonés se encontró con grandes disyuntivas, una carrera vertiginosa por sobresalir desde la óptica occidental y resurgir de una dolorosa derrota de la Segunda Guerra Mundial; ser reconocido a la manera capitalista de promover el consumismo aún en la literatura, con sus grandes premios incluyendo al Nobel que exige ciertos cánones por cumplir y otros que prohíbe y castiga con su exclusión como en el caso Mishima, al cual sin duda, no estaban dispuestos a reconocer una literatura LGBT que contradecía también la literatura tradicional japonesa. Su literatura, sin duda era el reflejo de su sociedad, su  época desde la Restauración, imbuida por la tradición budista y la influencia china.

El budismo y  su creencia en el karma y la existencia predestinada del individuo lo cual siempre condicionaban la manera en que los escritores japoneses plasmaban sus ideas sobre la vida. Luego, la decisión de establecer una lengua “nacional” entre tantos dialectos, casi igual a las cuatro mil islas que lo conforman, la brecha entre el lenguaje escrito y el hablado en el idioma japonés, sin duda un obstáculo para el escritor que intenta transmitir sus pensamientos y el lector que procura interpretarlos. Ante el advenimiento de las lenguas y cultura occidental y la decisión del imperio de que sus funcionarios y ciudadanos de “clase media alta” dominaran varias lenguas, se les hacía más fácil escribir en idioma extranjero o sus obras traducidas que tuviesen mayor aceptación que el tratar de imponer un idioma materno considerado como dialecto menor ante el dialecto de Kioto ya oficializado.

Una vez tolerada y adoptada en los aspectos convenientes, la cultura y la literatura entran de lleno en el escenario oriental para hibridarse, por las ventajas que ofrecía la mercadotecnia y la aplicación de los modos de producción de la obra cultural, así como la gran mediatización de los productos culturales y literarios del oriente “moderno”., la irrupción de las obras hacia occidente, la moda en los estilos e influencias de temas y creencias ancestrales, el esnobismo en los creadores orientales, el orientalismo en la literatura occidental, todo ello influye en “crear” una nueva literatura oriental, particularmente la literatura japonesa.

En ese contexto socio cultural fue en el que se formaron Nitobe Inazo, Mori Ogai, Fukuzawa Yukichi, Futabatei Shimei y Söseki Natsume intelectuales, juristas y mediadores culturales entre Oriente y Occidente en la modernización de Japón a partir de la Restauración Meiji (Meiji Isshin), aunque  en esa imposición se consideró una gran humillación política y militar, también fue muy importante para la modernización del país. Estas relaciones los llevó a un inevitable contacto que no siempre fue armonioso, desfavorable para quienes venían arrastrando el feudalismo en la vida cotidiana, atrasados tecnológicamente.

Esa “pléyade de escritores entusiastas acogió con vehemencia las formas literarias occidentales y las adaptó a sus experiencias, su historia y su particularísima visión del mundo”. Eso no se dio espontáneamente sino por medio de una transición Lenta y en varias etapas, algunas correspondientes a los modelos y cambios gestados y convertidos en corrientes literarias en Occidente, con su auge y ocaso, algunas con mayor éxito y permanencia que otras.

Sobresale en este sentido las obras de dos grandes autores Kenzaburo Oé y Yasunari Kawabata autores que para estudiarlos, se necesita escudriñar en el pensamiento occidental, particularmente el algunos pensadores de quienes recibieron su influencia y adoptaron su ideología al pensamiento oriental. El estado natural era un estado histórico para Thomas Hobbes y Locke e hipotético para Rousseau previo a la conformación de una sociedad a la que para civilizarla habría que regirla por reglas y leyes. Desde su origen, el hombre es “naturalmente” libre, totalmente feliz o vivir en un estado de paz perpetua. Ha sido sin duda la idea de Thomas Hobbes, de que  “el hombre es un lobo para el hombre”.

Por lo que los demás pensadores intuyeron que un estado natural, caótico, libertario guiado por su instinto animal no habría cupo para el hombre civilizado ni podrían convivir sin un contrato social como lo propuso Rousseau, por lo que habría de garantizar mediante leyes ese estado garante de su libertad y derechos y proponer su presencia histórica y evolutiva al contrario de vivir permanentemente en un estado de exaltación, felicidad y libertad que solamente el mito puede considerar.

Muchos autores fueron pilares de la civilización actual como se concibe con plenas garantías así como el paso de un estado natural a la constitución social. La República de Platón, la Utopía de Thomas Moro, La Rebelión de la granja de George Orwell, El Sr. De las moscas de William Golding. Todo esto nos lleva a considerar a la novela de Kenzaburo Oé,  Arrancad las semillas, fusilad a los niños, como ese paso de estado salvaje a la civilización. 

Arrancad la semilla, fusilad a los niños. Kenzaburo Oe. Narrativa japonesa de posguerra

Esta primera novela de Kenzaburo Oé (Premio nobel de literatura), cuenta las desventuras de narra de unos jóvenes conflictivos durante la segunda guerra mundial (tema al que alude en otras obras como La presa), son evacuados de su reformatorio y llevados a un pueblo, perdido entre las montañas. Después de su llegada saben del rumor de una epidemia que ha afectado a los animales. Ante tal situación, los habitantes del pueblo –a los cuales se les ha encomendado el cuidado del grupo de niños- deciden abandonar el poblado y trasladarse al pueblo vecino. Son abandonados y alrededor del lugar entre los animales muertos se les dejan notas en las cual le ordenan no abandonar el pueblo so pena de ser asesinados si acercan al pueblo donde se refugiaron los habitantes que los recibieron.

Se hace evidente la ausencia de una sociedad por lo que buscan la manera de sobrevivir buscando entre las casas algo para alimentarse. En una de ellas encuentran a una niña y la rescatan. Nace la disyuntiva de como sobrevivir a la epidemia que acaba con los animales y personas y de qué alimentarse, así como una nueva forma de sobrevivencia sin autoridad ni jerarquías, se retrae a una sociedad en estado natural, todos ellos sin nombre, de relaciones y libertades naturales. En esto se parece a El Sr. De las moscas de William Golding, quien había escrito su libro mucho antes de Oé, pero si mucha trascendencia por lo que se duda haya alguna influencia en el escritor japonés sino una rara coincidencia. Más bien, trata de una situación vivida por el autor durante la guerra, su devastación y una simbología de lo que pudo llegar a ser el pueblo japonés tras el genocidio norteamericano con las bombas nucleares. La novela de Kenzaburo más bien defiende el mito del buen salvaje en oposición a lo propuesto por Hobbes en cuanto a que “el hombre es un lobo para el hombre”, ya que en su propuesta defiende el mito del buen salvaje en oposición al estado natural representado por el conflicto y la guerra perpetua del hombre que el supuesto “ser” civilizado es capaz de llegar a la destrucción del género humano con un solo click de un racista homofóbico, narcisista, egocentrista y peligrosamente dueño de las decisiones sobre a donde dirigir sus bombas de destrucción masiva.  

La ruptura con ese estado idílico que los niños han logrado al posesionarse de las casas, vuelta la cosecha, a cierto orden y convivencia  y han sobrevivido, todo eso se extingue con el regreso de loas antiguos pobladores, con sus reglas y leyes, restableciendo el “orden” y la autoridad de unos sobre los otros. Vuelta a un estado “civilizado”, encarnación  
de la fuerza y del poder,  tirano, egoísta y nada comprensivo. Igual que en la actualidad (de ahí  la grandeza de la obra que trasciende el tiempo y las culturas) nos habla de una autoridad que utiliza el poder, el miedo y el derecho, moralmente ilegitimo, del más fuerte para salvaguardarse e impedir que los niños cuenten lo sucedido. Todos aceptan resignadamente, menos uno, el protagonista de la historia.

“No me voy a callar. Voy a contar todo lo que nos han hecho y todo lo que hemos visto. Voy a contar todo eso. ¿Por qué tendría que callarme?”

El drama contado en la novela es un drama existencial que el género humano vive una y otra vez, se convierte en  la revelación de una verdad fundamental: “la inexistencia de libertad verdadera y completa dentro de la historia y la omnipresencia de una autoridad tirana y violenta”.

Iban a liberarme de la prisión a la que me habían arrojado. Pero fuera seguiría estando igualmente encerrado. No podría escapar jamás. Tanto dentro como fuera, había puños duros y brazos brutales dispuestos a herirme y golpearme.

La novela además de su simbolismo es enriquecida por la forma y estilo japonés de contar la historia, como un Haiku desde el título, un primer verso, el interés y el sentido y significancia, profundamente lírico y poético, un narrador joven que vive la propia historia de la humanidad y se enfrenta al horror en que se ha convertido, dando una significación distinta lo que llamamos “civilización. Es como rescatar lo bello que puede tener el horror y la tragedia humana. 

La casa de las bellas durmientes. Yasunari Kawabata. Memoria y cuerpo como motivos narrativos.

La casa de las bellas durmientes es una historia que se desarrolla en una posada situada a las afueras de Tokio, donde unos ancianos adinerados se entregan a un último y voluptuoso placer: pagan por la compañía de hermosas y jóvenes vírgenes que duermen desnudas junto a ellos bajo los efectos de poderosos narcóticos. Ellos pueden disfrutar la presencia de las muchachas, ellas no se dan cuenta porque están narcotizadas, y a los ancianos, la matrona les hace beber algunas sustancias para evitar el lívido. Esta novela nos hace reflexionar sobre la vida, la decrepitud, la soledad y la muerte. La casa de las bellas durmiente contiene tres historias, la primera que le da el título al libro, la segunda tiene por nombre Un Brazo, y la tercera, sobre pájaros y animales.

. En las tres se maneja estéticamente el erotismo y la soledad. “Aborda temas como la muerte, la vejez, la belleza, el sexo, la nostalgia de la juventud perdida y el paso del tiempo”. El protagonista es Yoshio Eguchi, un anciano sexagenario, casado y con tres hijas. Por recomendación de un amigo visita esa posada en las afueras de Tokio para que disfrute de la compañía de hermosas y jóvenes vírgenes que duermen desnudas junto a ellos bajo el influjo de los narcóticos. Solamente pueden dormir con ellas sin despertarlas ya que ellas son ajenas a lo que pasa a su alrededor; los ancianos no se avergüenzan de desnudarse y acostarse con ellas. Y ellas ni siquiera perciben la decadencia de los ancianos .

 Estos clientes pagan solo por dormir con las jóvenes y eso les hace escapar de su realidad y trasladarse a sus tiempos mozos cuando tuvieron jóvenes a las que amaron y que apenas recuerdan. Para ellos es una última aventura antes de morir, dormir físicamente como en su juventud antes de tomar el último sueño de su vida. El protagonista tiene cinco encuentros y en cada uno nos muestra su visión sobre la muerte, el amor, la sexualidad, el deseo y su ideal de belleza.

En estas visitas, el protagonista recuerda a las mujeres de su vida: su madre, su esposa, sus amantes y sus propias hijas. Este hombre, en el umbral de la vejez, rememora en este itinerario por el deseo desde instantes en noches ingratas, que son difíciles de olvidar, hasta imágenes de intensa sensualidad en la batalla de los sentidos. Estas “cortesanas vírgenes” le hacen revivir capítulos pasados de su vida, perdidos en la memoria, a través de intensas evocaciones. Además, en su última velada, la mujer del local para satisfacer su fantasía masculina le ofrece para su placer la compañía de dos jóvenes al mismo tiempo.

Con cada nuevo encuentro, la fascinación de Eguchi aumenta y se acrecienta su necesidad de contemplar la inquietante belleza de las jóvenes. Desea rejuvenecer durante un instante junto a estas hermosas doncellas, que descansan bajo un sueño hipnótico, mientras experimenta el profundo temor a la llegada de la muerte.  Ahora, en el otoño de la vida, olvidados los arrebatos de la pasión, la sensualidad se convierte para ellos en un juego puramente mental. La iconografía de la contemplación de la belleza dormida bebe en las fuentes de la mitología clásica donde destacan varios ejemplos como el de Eros y Psique y la figura de Endimión, amado por Selene, diosa de la Luna, que están llenos de simbolismo sexual. Igualmente, la imagen de una doncella que duerme junto a un anciano es un tema tratado desde la antigüedad. Así, sobresale la figura de un antiguo rey de Israel que en la senectud permite a una joven virgen calentar su lecho para poder descansar plácidamente.

En este relato asistimos a una lucha de contrarios entre la lozanía y la decrepitud, la belleza y la fealdad, la vida y la muerte. (Et. Al. Betancourt, p. 2).

Al igual que en otras novelas podemos contemplar este incesante proceso de progresiva definición y borrado del espacio arquitectónico en las obras de Kawabata. Y así es como se nos presenta quizá el caso más inquietante, la habitación en la que el anciano Eguchi pasa la noche junto a muchachas narcotizadas y desnudas en La casa de las bellas durmientes (1961). Esta habitación, disimulada en una casa junto a un acantilado –las olas y el viento marino se oyen y se huelen formando una presencia física ineludible, pero nunca se “ven”–, parece duplicar a la vez el sueño sin sueño de las jóvenes y la impresión, simultáneamente repugnante y pura de la obsesión del viejo. La atmósfera sofocante, opresiva, de un erotismo descarnado, se condensa en este espacio al que el viejo entra siempre solo mediante llave, la “habitación contigua”:

“Eran las cortinas de terciopelo carmesí. El carmesí era aún más profundo bajo la luz tenue. Parecía como si una delgada capa de luz flotara ante las cortinas, y él se estuviera introduciendo en un fantasma. Castillo, p. 200).

Desde un principio el espacio sin nombre se describe poéticamente:

Había esta habitación, de unos cuatro metros cuadrados, y la habitación contigua, pero al parecer no había más habitaciones en el piso superior; y como la planta baja resultaba demasiado reducida para alojar huéspedes, el lugar apenas podía llamarse una posada. Probablemente porque su secreto no lo permitía, el portal no ostentaba ningún letrero. Todo era silencio. (Kawabata, p. 1).

 No hay, en realidad la posibilidad de fijar un lugar en que se dé esta presencia completa del espacio en la narración, esto ocurre a lo largo de toda la novela, en una continuidad inseparable, entre lo que pasa, lo que se dice, cómo se dice y dónde pasa.

Gracias.

 

 

 

 

Referencias

Barroso, Tahimí “Tradición y occidentalización en el proceso modernizador japonés " en Observatorio de la Economía y la Sociedad del Japón, enero 2012. Texto completo en http://www.eumed.net/rev/japon/  

Humania del Sur. Revista de Estudios Latinoamericanos, africanos y asiáticos. Universidad de Los Andes, Mérida. Año 13, Nº 24. Enero-junio, 2018. ISSN: 1856-6812, ISSN Elect.: 2244-8810.

Hite (Yasunari) Kawabata. (1961). La casa de las bellas durmientes. Japón: Luis de Caralt Editor, S.A.

José Vela Castillo 2018, REIA: Revista Europea de Investigación en Arquitectura.

Orlando Betancourt. (2010). El sueño eterno en La casa de las bellas durmientes, de Yayunari Kawabata. 26 de octubre de 2020, de Academia.edu Sitio web: https://www.academia.edu/8452203/El_sue%C3%B1o_eterno_en_La_casa_de_las_bellas_durmientes_de_Yasunari_Kawabata.


¿Por qué es importante publicar los resultados de la investigación científica en revistas indexadas y/o arbitradas con un determinado factor de impacto?

  ¿Por qué es importante publicar los resultados de la investigación científica en revistas indexadas y/o arbitradas con un determinado fact...