El cuento
La oralidad fue una de las primeras
manifestaciones del cuento, así fue la
literatura en sus formas primigenias; ni papel, ni libros, ni alfabeto, solamente
cuevas y algunos colores vegetales tallados en sus contornos interiores, ni la
escritura misma había sido inventada, cuando la humanidad compartía sus
conocimientos a través de narraciones orales, narraciones que no era mera
información, sino que también las había las que nacían de la imaginación
colectiva, las ideas sobre su comunidad
y la manera social de convivir y protegerse de las inclemencias del tiempo. Una
incipiente cultura que rebasa los artefactos de caza para dar respuestas, así
nacen los relatos para contar de forma oral.
Más tarde, con el nacimiento
de la escritura estos van adquiriendo forma en los legajos, tablillas, papiros,
superficies de pieles con las primera tizas y es entonces que surge el cuento
con ciertas características. De esta manera se estructuran en elementos, manera
de contarlos, de dramatizarlos, decidir el espacio en el papel y dentro del
relato qué debe considerar para una primera exposición de la historia, un
momento cumbre de algún conflicto y su desenlace.
Actualmente los elementos
del cuento difieren, su fin y propósito al contarlo. Hay cuentos que nacieron
con un fin moralista, una crítica social o con fines didácticos; relatos de
algún personaje, conflicto o culminación de un suceso.
En cuanto a la interpretación, actualmente,
según algunos estudios de la literatura, se le da diversas interpretaciones:
paleontológicas, culturales, sociales, psicológicas, psiquiátricas (según la
perspectiva médica sobre un paciente y qué aspecto patológico se estudia), así
como la época en la que fue escrito.
Si partimos de su
extensión ya es muy variada. Sobresalen
cuentos muy cortos como el que escribió el guatemalteco Augusto Monterroso
(de quien le escuché personalmente en 1987).
“Cuando
despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”. (Monterroso.
1981. P X).
“El hecho
es que nadie vio mejor que Tito los límites del cuento, y lo que siempre le
atrajo de ese género fue exactamente que pudo ver sus confines. Por eso nunca
acató leyes genéricas, y ya desde Obras completas” (y otros cuentos) (1959) se
nota su genial desobediencia respecto a las reglas de las formas literarias. (Corral.
2003. P. X).
Desde luego, esto tomando en cuenta la forma; es decir, usar la palabra
escrita para contarlo. ¿Por qué? Sin duda los primeros cuentos fueron
pictogramas en donde el artista dibujaba la caza del bisonte y vivía entre animales
prehistóricos en estado semi salvaje. Desde entonces el espíritu creador de ser
humano se ha expresado, aunque rudimentariamente, los primeros relatos
pictográficos encierran una trama, la exposición del hecho (la caza) y el
conflicto que conlleva cazar un animal de grandes dimensiones, el nudo y el
desenlace, además de su profunda simbología en ese ser superior en fuerza, pero
necesario matar para alimentarse (los primeros super héroes de la narración
oral).
Existen de igual manera
cuentos largos como los encontrados en: África, El relato de Merina. En
este cuento en particular comenta el compilador José Manuel de Prada-Samper:
”Este cuento es una muestra de la
inabarcable riqueza de las literaturas orales del continente donde nació la
humanidad. Claro que podría decirse los mismo de un cuento corto”. (Prada-Samper. 2012. P. X).
Otra característica que
nos plantea es que desarrolla un solo conflicto. Habría que revisar si
realmente se ciñe a este canon para considerarlo como cuento. Actualmente los
conflictos se representan hasta en la forma y el estilo, el simbolismo en que
el autor los crea, los delitos invisibles alrededor de un conflicto sobre la
explotación humana, así como el uso didáctico que se le da a los cuentos con el
fin de solucionar conflictos entre los niños sobre el acoso en las escuelas, el
abuso hacia y entre los niños, el conflicto entre las instituciones cuando en
un relato se cuenta una historia abusiva mientras se adoctrina sobre moral
religiosa, o se capacita para el primer empleo o se legisla sin considerar a los
derechos infantiles y de género o de la diversidad. Muchas del las veces,
tomadas esas actitudes dentro de la enseñanza, las leyes y las decisiones
jurídicas.
Ya no estamos en los
cuentos de color de rosa tradicionales, la literatura tiene una función social
basada en los derechos, sean negados o reconocidos.
Franz Kafka escribió el cuento: El destino: “Una
jaula salió en busca de un pájaro”. Que además de ser muy corto,
refleja una crisis de una época entre las dos grandes guerras que asesinaron a
millones de seres humanos y donde los conflictos se llevaron a la población
civil como víctimas, cuánta significación y simbolismo de una sociedad que ha
perdido el espacio seguro de su entorno familiar y comunitario desaparecido por
la destrucción. Tal vez una búsqueda de ese pájaro que desea liberarse de una
sociedad corrompida y explotadora y la propia sociedad se transforma en esa
jaula donde lo subyuga y lo convierte en un insecto como lo amplifica el autor
en Metamorfosis. Con esto quiero decir que los cuentos ya no tienen un fin
único para entretener o educar moralmente.
"Una jaula salió en busca de
un pájaro" (Ein Käfíg ging einen Vogel suchen), dice Kafka en la colección
de aforismos titulado "Consideraciones sobre el pecado, el dolor, la
esperanza y el camino verdadero". (Ephick L. 2006. P. 1).
Se dice
que el cuento debe ser escrito en “prosa”,
característica que abandonó para diversificar la forma en la que se desarrolló,
el lirismo de algunos cuentos los convierte en grandes poemas así como algunos
poemas son considerados como cuentos poéticos. Se ha dado en llama Prosa
poética aquellos textos que aunque no sigan las reglas estrictas de las formas
poéticas son escritos con un hermoso lirismo poético.
“Platero y yo” del escritor Juan Ramón Jiménez:
“Platero es
pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que
no lleva huesos. Sólo los espejos de azabache de sus ojos...” . (Jiménez.1909. P. 1.).
“Abril.
Llegó a mi vida
como lluvia de abril. Con la tenacidad del agua y la intensidad de las mareas
inundó todos mis espacios. Fue así, un día lo vi, y al otro, desperté descalza
en medio del amor. (Gómez Luna. 1974. Blog Sección 1).
Definitivamente
hay muchos poemas que son verdaderos cuentos en los que se perciben todos los
elementos de esta forma de relato.
“El varón que tiene corazón
de lis,
alma de querube, lengua
celestial,
el mínimo y dulce Francisco
de Asís,
está con un rudo y torvo
animal,
bestia temerosa, de sangre y
de robo,
las fauces de furia, los
ojos de mal:
el lobo de Gubbia, el
terrible lobo,
rabioso, ha asolado los
alrededores;
cruel ha deshecho todos los
rebaños;
devoró corderos, devoró
pastores,
y son incontables sus
muertes y daños”. (Darío. 1957. P. XXX).
Uno de los detalles
clásicos es que participan pocos personajes: Caperucita roja, Los tres
cerditos, El gato con botas, Juan sin miedo, etc.
Como inicialmente se
consideró el cuento es un relato breve, característica que se ha perdido por lo
anteriormente mencionado.
Se dice también que no
profundiza en la psicología del ser. Creo que depende del conocimiento
del lector así como de los estudios metalingüísticos donde se profundiza en su
significación, simbolismos, actitudes, y la representación de la vida
cotidiana, en esencia, la actitud frente al mundo del propio autor. Sabemos que
los relatos han sido y serán compañeros de viaje en esta vida, el relato ya
estaba ahí cuando los primeros autores los descubrieron: la propia naturaleza,
el desconocimiento de las fuerzas que la mueven y afectan o benefician al ser
humano; esas noches oscuras llenas de estrellas como esperanza de momentos de
luminosidad a que retaba al ser humano a descubrir su propia luz del
entendimiento y describirlo en base a sus sentimientos, a sus miedos primarios;
a la búsqueda de respuestas, no siempre atinadas, pero importantes para crear
su propia idiosincrasia.
Ahí estaba el “Aedo” elucubrando
sobre su destino, su entorno, escudriñando en la fealdad la profunda belleza de
su instinto para contarnos su “Oda” en las noches alrededor del fuego, para
darle vida a nuestras propias sombras y reinventarse con poderes para superar
sus miedos y debilidades, para crear en sus primeros relatos y agregarle un desenlace
sorpresivo para despertar el asombro y la creatividad en los primeros escuchas.
Al concluir el relato se
da fin al nudo del conflicto, el cual no sucede siempre por
interrupciones o porque el autor considera que el lector con su gran capacidad
de aprehensión puede determinar el desenlace. Es célebre el pasaje de D.
Quijote con Cardenio:
«-Si gustáis, señores, que os diga en breves razones la inmensidad de
mis desventuras, habéisme de prometer de que con ninguna pregunta ni otra cosa
no me interrumpiréis el hilo de mi triste historia, porque en el punto que lo
hagáis, en ese se quedará lo que fuese contado. (Baquero.
1974. P.1).
Advertencia:
No es mi idea confundir en cuanto a los elementos clásicos del cuento,
sino exponer cómo el cuento se ha ido diversificando a través del tiempo y lo
que pareciera las primeras formas de expresión, las pictográficas fueron
desapareciendo para darle paso a la escritura iniciada en los textos
cuneiformes y jeroglíficos para asentarse en la prosa como forma definitiva.
No olvidemos la inmensa aportación que hacen las plataformas virtuales
para expresarse, contar historias, relatar hechos en unas cuantas palabras para
quienes les gusta “piar” como pajarito o “tuitear” brevemente.
Hasta aquí dejo mi primera participación para dedicarle una segunda
parte a la novela.
Bibliografía
Augusto Monterroso.
(1981). Obras completas y otros cuentos. Barcelona: Seix Barral.
Wilfrido H.
Corral. (2003). Augusto Monterroso, el autor del cuento más corto de la
historia. El Universo, X.
José Manuel de
Prada-Samper. (2018). Cuentos populares de África. 19 de agosto de 2020, de
Nexos Sitio web: https://www.siruela.com
Lilian Ephick
L. (2006). Lo grotesco y lo absurdo en tres cuentos de Kafka. 19 de agosto de
2020, de Cultura La insignia Sitio web:
https://www.lainsignia.org/2006/diciembre/cul_045.htm#:~:text=Letras%2
Juan Ramón
Jiménez. (Original 1907-1916). Platero y yo. (1937) Argentina: Espasa-Calpe.
Liliana María
Gómez Luna. (1974). Prosa poética y cuentos cortos. 19 de agosto de 2020, de
Blog Liliana María Gómez Luna Sitio web: https://ecoissuescuba.wordpress.com/prosa-poetica-y-cuentos-cortos
Mariano
Baquero Goyane. (1974). El cuento sin desenlace. 19 de agosto de 2020, de
Murcia Sitio web: http://www.cervantesvirtual.com/
Rubén Darío. (1952). Poesías
completas. Madrid: Aguilar.
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