Vanguardia
Cada movimiento literario inicia con elementos
de otros anteriores y se enriquece con nuevas formas, estilos e ideas que le dan
nombre y representación a partir de los acontecimientos que fluyen a la par
como temas, argumentos y leitmotiv para una nueva manera de escribir.
En distintos tiempos y etapas se manifiestan
en todas las artes en donde, unas influyen sobre las otras para crear su propia
particularidad con las técnicas que le son propias. Con ello, todas se enriquecen
con nuevos temas, asuntos, motivos e ideas para identificar esa nueva
manifestación.
Las Vanguardias europeas constituyen, si no
el modelo sí el incentivo para identificar y aplicar lo que les es propio, dado
el espacio, tiempo y particulares vivencias en cada autor europeo, como lo fue
en la literatura rusa, oriental, brasileña e hispanoamericana con
características especiales que toma cada país para su expresión.
De
esa manera los llamados ismos van tomando personalidad en el Viejo Mundo. Tal
como una interacción al descontento, lo mismo surgen desde la pintura, la
literatura, la poesía, para retroalimentar a sus contrapartes: Picasso y Brake
con su Cubismo, sin olvidar a sus precursores, las esculturas africanas y el
arte retrospectivo de artistas como: Georges Pierre Seurat (1905) y Paul
Cézanne (1907). Cuya expresión despectiva del crítico francés Louis Vauxcelles sobre
la pintura (Maisons à L’Estaque), de Braque “una pintura dispuesta por
figuras geométricas y pequeños “cubos” dio nombre a este movimiento.
En
cuanto a la literatura cubista, esta se enfoca en la formalidad del texto, en
su impresión tipográfica la cual ya había iniciado Guillaume
Apollinaire, quien buscaba unir los conceptos con la imagen dejados al azar y
los caligramas para formar imágenes y el contenido precisamente se refiere al tema
que dibuja.
Hispanoamérica
El modernismo cuya simiente germina y florece
en Centro América fue tan poderoso en el habla hispana y en otras lenguas que dejó
huella imborrable en la literatura de nuestra América, por lo que no fue fácil
sustituirla. El hacerlo, implicaba regresar a la búsqueda de la perfección del
arte imitativo de la literatura europea representada tanto en el romanticismo
como en el modernismo durante el siglo XIX. Sin embargo, después de los
primeros movimientos vanguardistas europeos, magníficos escritores entendieron
el fin último de este movimiento: sacudirse del arcaísmo y repetición de
modelos enmascarados en la expresión de las vivencias, tiempos, circunstancias y
anecdotario hispanoamericano, que seguía luchando en la búsqueda permanente de
una identidad propia y única de su creación literaria. El escritor surge con
mayor fuerza creativa proporcionando “los sujetos artísticos, determinando
las fases de la literatura burguesa en su proceso evolutivo, el realismo,
naturalismo” y demás. (Vela, Arqueles. El Modernismo. P. 10).
“Así la Llegamos a este universo literario de principios del siglo XX, “con
una narrativa rubéndariana de formas exuberantes y clásicas, impregnada del
movimiento revolucionario y búsqueda de igualdad e identificación nacionalista,
pronto la poéticas abandonó florilegios y se adentró en un nuevo realismo
literario motivado por los movimientos sociales y políticos y el reconocimiento
a las luchas reivindicadoras, un
enamoramiento por lo propio, en particular las culturas ancestrales cuya
representación se da en las diversas disciplinas artísticas y culturales…” (Beltrán.
Ensayo sobre las Vanguardias. 2020 P. 3).
El movimiento vanguardista
fluye por todos los ríos americanos desde la Patagonia hasta el Estrecho de
Bering, “Una
poesía impura como un traje, como un cuerpo, con manchas de nutrición, y
actitudes vergonzosas”,
es para Vicente Huidobro (1893-1948) quien “tenía ya plena
conciencia del desajuste que existía entre su nueva estética –el creacionismo,
acuñado filosóficamente en 1914 en el Ateneo de Santiago– y las tramas
nacional-populares (regionalismo, criollismo, posmodernismo)”. (Álvarez. 2011. P.1).
Aún así su pertenencia al grupo santiaguino que buscaba desembarazarse
de la escritura de la época buscando nuevas alternativas, tuvo que marcharse;
buscar nuevos horizontes que permearan su creacionismo y le motivara a trabajar
en nuevas propuestas que le permitieran la expresión plena de su literatura. Pasó
por Argentina y de ahí a los ateneos parisienses y españoles donde bullía la
efervescencia del Futurismo francés e italiano y el Ultraísmo en España y otros
movimientos vanguardistas. Huidobro con su creacionismo levanta ámpula y tiene sus seguidores. Su viaje por el viejo mundo le
da una perspectiva más amplia de otros movimientos hasta el grado de discernir
sobre la originalidad del futurismo ya que para él es innegable el origen
americano del mismo. También incursionó en el cubismo en su libro Canciones
en la noche con su poema “Triángulo armónico", (1913).
Vicente Huidobro como
muchos otros se inician en el Modernismo de Rubén Darío, quien trasciende los objetos de su inspiración
y lanza sus ensueños hacia la inmensidad todo alrededor de la naturaleza de los
objetos: “Era un aire suave…” Darío nos lleva por esos aires hasta
llegar a un lugar ignoto donde nos transporta con su movimiento hasta hacer trascender
nuestro destino para llevarnos al inconsciente y crear en nuestra realidad un
sentimiento de plenitud. Así el aire representa a la naturaleza cuyo efecto
creativo nos envuelve e integra. Huidobro propone que el poeta no debe ser
creado sino que a la par de la propia naturaleza sea capaz de crear, diferente
a sus posibilidades creadoras; algo que rebase sus propias bases y sea capaz de
trascender la conciencia; las propias palabras usadas arbitrariamente sean gérmenes
de otras cocreadoras, centrarse en la inmanencia para lograr su autosuficiencia
en la creación. Un estadio diferente que precede la obra poética con nueva
fuerza e inspiración y, a su vez, la imagen poética adquiere características
propias, inmateriales, autosuficientes en sí misma. (Et. Al. Ross, Waldo. 1975.
PP. 373, 374 y 375).
Cada tendencia abarca
todo tipo de textos y expresiones artísticas, a la vez se suceden unas con
otras con fuerte encanto de atracción, para desentenderse de la estética
simbolista decadente, y llevarlos fuera del contexto social que les toca vivir.
Del futurismo de 1909, el expresionismo alemán de 1911, el imaginismo
de Ezra Pound en 1912, el cubismo literario de Apollinaire 1914, le sigue el dadaísmo de Tristán Tzara, 1916;
todos ellos avizoran el surrealismo para 1924. Sin olvidar, por supuesto
el ultraísmo español y su representante americano Jorge Luis Borges, el creacionismo
llevado por Vicente Huidobro a la Península Ibérica. No sin antes hacer un
análisis del futurismo y su disertación sobre su origen americano.
“Prisma” en 1921 representa
el ultraísmo americano, “Actual” del estridentismo mexicano; le
siguen el postumismo dominicano, el diepalismo puertorriqueño. Pronto
surgen innumerables libros representativos con aportaciones de escritores
americanos, Trilce de César Vallejo, Andamios interiores de
Manuel Maples Arce, Desolación de Gabriela Mistral, Fervor de Buenos
Aires de Borges, Crepusculario de Neruda. Ya para entonces
correspondía a la realidad americana. Los aires europeos se distanciaron y cobra
identificación propia, con un nuevo rostro, identidad de una nueva evolución
literaria.
Sobra decir que estos
movimientos más que sacudirse de los cánones que representaban a la poesía en
su búsqueda a través de proclamas, manifiestos, y polémicas de choque en pos de
originalidad; intransigencia que lleva a la rebeldía por las formas; obliga a
sus creadores a buscar nuevos horizontes como Huidobro; esto por supuesto, desconcierta
al público lector y el desenfado con que lo recibe les hace emigrar.
Pocos como Vicente Huidobro,
cuya influencia se siente por igual en los dos mundos; destaca por sobre los
otros autores, su insistencia en el creacionismo y su obra misma retumban
como eco aún en la actualidad en la que siguen los estudiosos empeñados a
desentrañar su obra.
El movimiento estridentista
de Germán List Arzubide, “un hombre de truco, con puertas falsas y
cuevas extraviadas” (Arzubide. 1928.
P 26). “En su ruido hay siempre un rezago de muchos días…” Presentación. P. 8.
“Debemos
profundizar en cada autor europeo desde donde el árbol de la literatura
latinoamericana florece con sus obras, gracias a las raíces que la nutrieron y
permitieron a nuestros escritores adaptarla a su propia realidad, espacio y
tiempo”. (Beltrán 2020. P.2).
Continúa
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