Prólogo
Rafael Z Flores
Aunque no soy un prologuista avezado, mi buen amigo Guillermo Beltrán Villanueva, insiste en hacerme pasar la prueba. Hoy no es la excepción y me ha pedido leer su proyecto “Aroma de Presagios”; ha sido la prueba más
difícil que se me ha encargado en estos menesteres, ya que no debo hacer más allá de una invitación y advertencia sucinta al contenido y alcances del tema a prologar, para esta obra en particular; tal encomienda me es especialmente un reto. En breve, a manera de prólogo, ustedes sabrán por qué.
Guillermo, el autor, es un escritor que, seguramente su pasión por las letras, lo llevan a escribir, aún dormido. No es de entenderse el sobrehumano esfuerzo que él hace, para verter en cada obra, todos sus dones literarios que tiene consigo, con una necesidad de expresarlo todo, que lo lleva a explorar nuevos y magníficos formas de comunicar sus infinitas inquietudes.
“Aroma s de Presagios” no es el
final ni la última obra cumbre de este prolífico escritor, pues seguramente
seguiremos leyendo muchos otros trabajos,
de igual o mejor calidad.
Éste, que ya rebasa los límites
inimaginables en continente y contenido, en un texto extraordinario, mi
apreciado lector. Si acaso es su primer encuentro con el autor, espero que esté
usted preparado para descubrir una obra literaria vanguardista de un fenómeno
llamado: Guillermo Beltrán Villanueva.
De los beneficios del sentido del
oído, los músicos y cantantes nos brindan su arte en sinfonías y cantos
extraordinarios, que excitan y arrullan
nuestra vida; de la vista, los pintores, muralista, paisajistas y arquitectos,
nos embelesan con sus trazos, colores en formas y volúmenes a percibirse por
los ojos; del tacto, la artesanía, nos brinda el producto de las artes manuales
y llenan nuestra vida de benéficos, en bienes y productos, haciendo placentero
nuestro vivir, pues nos regalan telas, adornos, utensilios y mil objetos que en
sus tersuras alimentan nuestro espíritu del gusto, somos esclavos de la
suculencia diaria gastronómica y en cada plato de mesa encontramos el arte
culinario que hace del placer de alimentarse uno de los mayores dones del gusto
de ser, por el comer.
Y aquello que pareciera terminado
para el quinto sentido, el del olfato, con los perfumes extraídos de las
flores, este libro: “Aromas de Presagios”, nos descubre un nuevo arte, para
gozar y entender, por la interpretación poli sensorial, el nuevo mundo de los
aromas extraídos de un proceso increíble que de diario vivimos, pero que quizá
a muchos nos ha pasado desapercibido prácticamente del todo. Sí, el del olfato
y la vinculación que nos da con el mundo, Guillermo nos muestra el arte de
comprender y disfrutar de los aromas...
De manera muy “como si nada” se nos trasporta al tren
de la vida, en aquella su cotidianidad, que todos tomamos, y apenas percibimos,
pero que en mucho no lo entendemos como un fenómeno de interacción altamente
psico-social y tremendamente modificatorio de nuestra existencia, no por el
sólo hecho de oler, sino por lo multiplicidad de reacciones psicosomáticas que
se derivan.
Guillermo, haciendo gala de
formas novedosas y en mucho osadas, sin que nos dé gran oportunidad de
comprenderlo, pero sí, de disfrutarlo; así como de sutil es un aroma, nos va
llevando en una especie de “multitexto” en el que intercala su prosa libre, en
una narrativa dual. Es decir: leeremos dos historias en paralelo: un viaje al
norte transnacional fronterizo, en el vínculo transcultural de “Las
Californias” y otro al sur,
transpeninsular. Pero, sobre todo, diría yo, un viaje “Trans-Cerebral”, si se me permite el
término. Esto es, haciendo gala de su bella narrativa, nos llena de todo tipo
de percepciones sensitivas, por medio de describir la reacción olfativa y nos
advierte de cuanto pasa en ese fenómeno de la interacción psicosocial, que
aparentemente nos es ajena, pero que por necesidad nos modifica. Sea usted, mi
querido lector, bienvenido al mundo siempre nuevo, de Guillermo Beltrán
Villanueva.
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