El microrrelato
Una Síntesis
El
microrrelato se ha convertido en un fenómeno general, es la tendencia de la
estética del siglo:
La
brevedad; la anulación
de énfasis; la supresión de la redundancia supera algunas
características remanentes del arte del siglo XIX.
Ideas
sobre sus orígenes e historia
El
modernismo con Darío, Julio Torri, Leopoldo Lugones, la Vanguardia con Vicente
Huidobro. Algunas construcciones de Julio Garmendia. Arqueles vela, Macedonio
Fernández.
Hasta
el presente hay una continuidad innegable.
Sin
embargo no se considera que esté vinculada la tendencia actual a escribirlos
con el posmodernismo o con los intelectuales.
Casi
un siglo desde el modernismo, las vanguardias y el posmodernismo.
En
los estudios se intenta encontrar la estética en su construcción, establecer
características frente a otros textos y distinguirlos sobre esas bases,
modalidades y subtipos.
La
brevedad si es un rasgo importante e indispensable. También existe una estética
transgenérica una especie de hibridación o descentramiento de géneros.
Entre
los críticos existen diversas actitudes frente al texto. Para algunos es importante la estética
narrativista, no todos los textos verso o prosa son microrrelatos pueden ser
cuentos brevísimos, cuentos en miniatura, minificciones.
El
investigador primero analiza de una manera heterogénea y después hace un
análisis más homogéneo. De esa manera se
resume.
Franz Kafka practicó el microrrelato, que además de ser muy corto, este
refleja una crisis de una época entre guerras, cuánta significación y
simbolismo de una sociedad que ha perdido el espacio seguro de su entorno
familiar y comunitario desaparecido por la destrucción. Tal vez una búsqueda de
ese pájaro que desea liberarse de una sociedad corrompida y explotadora y la
propia sociedad se transforma en esa jaula donde lo subyuga y lo convierte en
un insecto como lo amplifica el autor en Metamorfosis. Con esto quiero decir
que los cuentos ya no tienen un fin único para entretener o educar moralmente. Kafka
escribió:
Aforismo
Franz
Kafka
"Una
jaula salió en busca de un pájaro"
(Ein Käfíg ging einen Vogel suchen), dice Kafka en la colección de
aforismos titulado "Consideraciones sobre el pecado, el dolor, la
esperanza y el camino verdadero". (Ephick L. 2006. P. 1).
En
la literatura hispanoamericana sobresale el microrrelato del guatemalteco Augusto
Monterroso.
“El
dinosaurio
Augusto Monterroso.
Cuando despertó, el dinosaurio todavía
estaba allí”. (Monterroso. 1981. P X).
“El hecho es que nadie vio mejor que Tito los límites del
cuento, y lo que siempre le atrajo de ese género fue exactamente que pudo ver
sus confines. Por eso nunca acató leyes genéricas, y ya desde Obras completas”
(y otros cuentos) (1959) se nota su genial desobediencia respecto a las reglas
de las formas literarias”. (Corral. 2003. P. X).
En los últimos años, el relato hiperbreve, también conocido como
nanorrelato, ha ido cogiendo mucho peso con el surgimiento de las nuevas
tecnologías y la multiplicación de las antologías de relatos.
Se trata de un formato literario que se adecua especialmente al
universo de la telefonía móvil y de las redes sociales. El caso de Twitter no puede eludirse. Con él se han multiplicado los concursos
de relatos hiperbreves con esa extensión máxima de 140 caracteres (o una simple
frase).
“El
emigrante
Luis Felipe Lornelí
-¿Olvida
usted algo? – Ojalá.”
Ambos textos se caracterizan por la elección oportuna del tiempo
gramatical, una estructura sintáctica equilibrada, una ambigüedad semántica que
aporta intriga a la corta trama, y sobre todo, el hecho de poder ser integrados
a un texto más amplio (tanto como frase de inicio o de fin).
Estos dos cuentos breves son de los más conocidos en la lengua
española pero considerarlos como los más cortos del mundo no es acertado ya que
esto supondría ignorar la existencia de miles de otros relatos hiperbreves de
autores menos conocidos, disponibles ahora en la web y en algunas antologías
especializadas.
Expuesto este dilema de extensión, algunos lectores se
preguntarán –con mucha razón–: ¿Cuáles son los elementos necesarios
para que una sucesión de palabras pueda considerarse un cuento hiperbreve? ¿Una
sola palabra puede ser un cuento? ¿Es necesario reproducir la tradicional
estructura de sujeto, verbo y complemento?
Realmente no existe una respuesta clara. El relato hiperbreve no
responde a una definición estricta y, por ese motivo, es posible concebir un
cuento de una sola palabra como
“Deserción”.
Mar
Guillermo Beltrán Villanueva
“¡—Oh, Mar, dador de vida!” —¡¡¿BRUMMM!!!?
(Beltrán. 2018. Relatos Escombristas. P. 20).
Alas
Enrique
Anderson Imbert
“Yo
ejercía entonces la medicina en Humahuaca. Un tarde me trajeron un niño
descalabrado; se había caído por el precipicio de un cerro. Cuando para
revisarlo le quité el poncho vi dos alas. Las examiné: estaban sanas. Apenas el
niño pudo hablar le pregunté:
-¿Por
qué no volaste, m’hijo, al sentirte caer?
-¿Volar?
-me dijo- ¿Volar, para que la gente se ría de mí?
Enrique
Anderson Imbert
Gran ciudad
Inés Aráoz.
He visto,
al fin, una gran ciudad: voraz, tormentosa, amante terrible. He visto al hombre
desnudo en ella, atosigado, criminal, cerniéndose sobre otros, chirriando
dientes, adosado a sus paredes, monumentos, espiando en las iglesias vacías. Y
este tumulto, sin embargo? Qué llevan todos en sus miradas que los une, que los
compacta contra el tiempo o los latigazos de la tormenta? Cómo es posible que
no giren como plumas en el vendaval? Atornillados a raíces, sus suelas
adheridas a la brea. Oh! Es apenas una hebra de acomodo espiritual lo que los
preserva. Y ese hombre desnudo, catástrofe, el desencajado, ese llamado Gran
Ciudad u Horror, el más limpio, el que no entendía el llamado de los otros, el
que perdió la silla en el juego, el último, el primero, el que masticaba las
preguntas, ese a quien todos hubieran adorado como al Ángel si no hubiera sido
pérdida de tiempo, soltar la hebra bendita y por todos glorificada; ese que se
paseó desnudo ante los escaparates y las tiendas, ese, después de todo, era el
des-tinado a las furiosas descargas, al colorido, al escándalo de los
elementos. La multitud, al atisbarlo, se horrorizaba y cambiaba el rumbo:
desorden! desorden! Ese hombre era el desorden de sus vidas. Oh! Qué puede un
hombre solo, realmente solo, sino abrirse las entrañas y contemplar en ellas,
aturdido, las magnificencias, las matanzas, el eterno abismo y sobre todo, esa
apenas hebra que cohesiona a la gran ciudad. (Inés Aráoz.).
“El susto
Julio
Ardiles Gray
Desde ese día comencé a mirar a mi madre con otros ojos.
También a menudo, me miraba en el espejo.
Era verdad, era moreno. Mi hermano, en cambio, era rubio y
tenía los ojos azules.
-Ya verás cuando vengan los gitanos- me decía.
Y todas las noches yo rezaba para que no vinieran.
Sí. Miraba a mi madre con angustia. Porque ésa era la madre
que me gustaba y no podía vivir sin ella.
Por eso, tenía miedo (de) que lo que decía mi hermano fuera
verdad.
Rondaba alrededor de ella en silencio y la miraba largamente,
como si esperase que pronto fuera a
desaparecer en el aire reemplazada por otra madre morena, por
una gitana de gran pollera de colores,
con aros, prendedores, dijes, zarcillos de cobre y abalorios
baratos.
De noche, cuando nos apagaban la luz, me quedaba con los ojos
abiertos pensando. Sentía que mi
hermano me vigilaba y a veces me parece que se reía.
Constantemente me vigilaba, y varias veces me sorprendió en
los instantes que hacía cariños de lejos a
aquella que hasta hace poco había querido con inocencia.
Y ella no se daba cuenta de mi angustia y circulaba, como
siempre entre las cosas envueltas por mi
acongojada ternura.
Esa mañana no pude más y corrí a refugiarme en su regazo,
gritando:
No... No quiero que me lleven... No me importa.
Ella dejó de conversar con la gitana vieja que cerraba el ojo
izquierdo para defenderse del humo de un
cigarrillo que hacía bailar al costado de la boca.
Ella me separó con fuerza pero con cariño y me preguntó entre
sonriente y sorprendida:
-¿Qué dices?
-Qué no quiero irme con ella- dije ahogado por los sollozos y
aferrándome a su gran batón floreado.
Y cuando me apretó contra su regazo sentí como si me hundiera
en un pozo dulce y profundo.
Al despertarme lo primero que vi fue la cara angustiada de mi
hermano y la mano de ella. En la habitación
había un fuerte olor a Agua de Colonia.
-¿Cuándo me llevan?- pregunté con hilo de voz.
-Nunca- me respondió muy bajito.
Entonces me di cuenta de que ella tenía los ojos enrojecidos.
Mi hermano, en cambio, ponía cara de penitencia.
-Me han dejado sin postre por dos meses- balbuceó entre
“falsos pucheros”
Me senté en la cama.
- ¿Entonces no es cierto!-grité.
-Mi madre me abrazó con fuerza y comenzó como a acunarme.
-La pobre gitana vino a venderme una paila de cobre- sentí
que me decía.
Pero yo no podía hacer nada más que abrazarla, reír
convulsivamente y sollozar. De pronto, por sobre el
hombro de mi madre, miré a mi hermano. Me hizo un guiño.
Nunca pude saber si era de complicidad o de
cruel sabiduría. (Julio Ardiles Gray).
“¿Quiere
ser usted diputado?”
Roberto Arlt
Si usted
quiere ser diputado, no hable en favor de las remolachas, del petróleo, del
trigo, del impuesto a la renta; no hable de fidelidad a la Constitución, al
país; no hable de defensa del obrero, del empleado y del niño. No; si usted
quiere ser diputado, exclame por todas partes:
–Soy un
ladrón, he robado... he robado todo lo que he podido y siempre.
Artl. P. 36
Ficha técnica
Título: Aguafuertes | Autor: Roberto Arlt |
Prólogo: Toni Montesinos | Editorial: Hermida Editores | Colección: El Jardín
de Epicuro - No Ficción | Presentación: Rústica | Formato: 14 x 21,5 cm. |
Páginas: 546 | ISBN: 9788494360657 |
Precio: 21,95 euros
'Aguafuertes'
Aguafuertes porteñas
Roberto Arlt
HERMIDA EDITORES
Entre febrero de 1935 y julio de 1936, Roberto
Arlt publicaría en el diario porteño El Mundo, en el que colaboraba desde 1928,
y
http://www.elboomeran.com/obra/2916/aguafuertes/
Adolfo Bioy Cáceres Autor
próximo a las modalidades de escritura de Borges microrrelatos Retrato. La vida
para los jóvenes Gran Final, Para un tesoro de sabiduría popular, La francesa,
de Guimalda con amores. 1959, las vísperas de Fausto de Historia prodigiosa.
https://narrativabreve.com/2013/11/cuento-adolfo-bioy-casares-postrimerias.html
Postrimerías
Adolfo
Bioy Casares
Cuando entró en el edificio, buscó las escaleras, para subir.
Encontrarlas era difícil. Preguntaba por ellas, y algunos le contestaban: “No
hay.” Otros le daban la espalda. Acababa siempre por encontrarlas y por subir
otro piso. La circunstancia de que muchas veces las escaleras fueran endebles,
arduas y estrechas, aumentaba su fe. En un piso había una ciudad, con plazas y
calles bien trazadas. Nevaba, caía la noche. Algunas casas -eran todas de
tamaño reducido- estaban iluminadas vivamente. Por las ventanas veía a hombres
y mujeres de dos pies de estatura. No podía quedarse entre esos enanos.
Descubrió una amplia escalinata de piedra, que lo llevó a otro piso. Éste era
un antecomedor, donde mozos, con chaqueta blanca y modales pésimos, limpiaban
juegos de té. Sin volverse, le dijeron que había más pisos y que podía subir.
Llegó a una terraza con vastos parques crepusculares, hermosos, pero un poco
tristes. Una mujer, con vestido de terciopelo rojo, lo miró espantada y huyó
por el enorme paisaje, meciéndose la cabellera, gimiendo. Él entendió que
cuantos vivían allí estaban locos. Pudo subir otro piso. En una arquitectura
propia del interior de un buque, en la que abundaban maderas y hierros pintados
de blanco, halló una escalera de caracol. Subió por ella a un altillo donde
estaban los peroles que daban el agua caliente a los pisos de abajo. Dijo:
“Sobre el fuego está el cielo” y, seguro de su destino, se agarró de un caño,
para subir más. El caño se dobló; hubo un escape de vapor, que le rozó el
brazo. Esto lo disuadió de seguir subiendo. Pensó: “En el cielo me quemaré.” Se
preguntó a cuál de los horribles pisos inferiores debería descender. En todos
él se había sentido fuera de lugar. Esto no probaba que no fuese la morada que
le correspondía, porque justamente el infierno es un sitio donde uno se cree
fuera de lugar.
Guirnalda con amores (1959)
La invención y la trama. Una antología, México,
FCE, 1988, págs. 547-548
Jorge Luis Borges. El Aleph 1949, Los dos reyes
y los dos laberintos El hacedor 1960, Parábola del palacio, antologías con Bioy
Cáceres microrrelatos atribuidos a otros autores.
“El puñal”
Jorge
Luis Borges
“En un cajón hay un puñal. Fue forjado en Toledo, a fines del
siglo pasado; Luis Melián Lafinur se lo dio a mi padre, que lo trajo del
Uruguay; Evaristo Carriego lo tuvo alguna vez en la mano.
Quienes lo ven tienen que jugar un rato con él; se advierte
que hace mucho que lo buscaban; la mano se apresura a apretar la empuñadura que
la espera; la hoja obediente y poderosa juega con precisión en la vaina.
Otra cosa quiere el puñal. Es más que una estructura hecha de
metales; los hombres lo pensaron y lo formaron para un fin muy preciso; es, de
algún modo eterno, el puñal que anoche mató un hombre en Tacuarembó y los
puñales que mataron a César. Quiere matar, quiere derramar brusca sangre.
En un cajón del escritorio, entre borradores y cartas,
interminablemente sueña el puñal con su sencillo sueño de tigre, y la mano se
anima cuando lo rige porque el metal se anima, el metal que presiente en cada
contacto al homicida para quien lo crearon los hombres.
A veces me da lástima. Tanta dureza, tanta fe, tan apacible o
inocente soberbia, y los años pasan, inútiles”.
Continuidad en los parques
Julio
Cortázar
“Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó
por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se
dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa
tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo
una cuestión de aparcerías volvió al libro en la tranquilidad del estudio que
miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito de
espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de
intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo
verde y se puso a leer los últimos capítulos. Su memoria retenía sin esfuerzo
los nombres y las imágenes de los protagonistas; la ilusión novelesca lo ganó
casi en seguida. Gozaba del placer casi perverso de irse desgajando línea a
línea de lo que lo rodeaba, y sentir a la vez que su cabeza descansaba
cómodamente en el terciopelo del alto respaldo, que los cigarrillos seguían al
alcance de la mano, que más allá de los ventanales danzaba el aire del
atardecer bajo los robles. Palabra a palabra, absorbido por la sórdida
disyuntiva de los héroes, dejándose ir hacia las imágenes que se concertaban y
adquirían color y movimiento, fue testigo del último encuentro en la cabaña del
monte. Primero entraba la mujer, recelosa; ahora llegaba el amante, lastimada
la cara por el chicotazo de una rama. Admirablemente restallaba ella la sangre
con sus besos, pero él rechazaba las caricias, no había venido para repetir las
ceremonias de una pasión secreta, protegida por un mundo de hojas secas y
senderos furtivos. El puñal se entibiaba contra su pecho, y debajo latía la
libertad agazapada. Un diálogo anhelante corría por las páginas como un arroyo
de serpientes, y se sentía que todo estaba decidido desde siempre. Hasta esas
caricias que enredaban el cuerpo del amante como queriendo retenerlo y
disuadirlo, dibujaban abominablemente la figura de otro cuerpo que era
necesario destruir. Nada había sido olvidado: coartadas, azares, posibles
errores. A partir de esa hora cada instante tenía su empleo minuciosamente
atribuido. El doble repaso despiadado se interrumpía apenas para que una mano
acariciara una mejilla. Empezaba a anochecer.
Sin mirarse ya,
atados rígidamente a la tarea que los esperaba, se separaron en la puerta de la
cabaña. Ella debía seguir por la senda que iba al norte. Desde la senda opuesta
él se volvió un instante para verla correr con el pelo suelto. Corrió a su vez,
parapetándose en los árboles y los setos, hasta distinguir en la bruma malva
del crepúsculo la alameda que llevaba a la casa. Los perros no debían ladrar, y
no ladraron. El mayordomo no estaría a esa hora, y no estaba. Subió los tres
peldaños del porche y entró. Desde la sangre galopando en sus oídos le llegaban
las palabras de la mujer: primero una sala azul, después una galería, una
escalera alfombrada. En lo alto, dos puertas. Nadie en la primera habitación,
nadie en la segunda. La puerta del salón, y entonces el puñal en la mano. la
luz de los ventanales, el alto respaldo de un sillón de terciopelo verde, la
cabeza del hombre en el sillón leyendo una novela”
.
“Final del juego”, continuidad en los parques, diversos
textos en Historias de cronopios y de famas 1962, Correos y telecomunicaciones
1974, Un tal Lucas 1979, El copiloto silencioso Nos podría pasar. Entre otros
libros.
Relato absurdo
Guillermo Beltrán Villanueva
“…los escombros, escombros son, no podemos
llamarlos de otra manera. haría falta extender el vocabulario desde otros
confines en donde la palabra en su concepto sería de una variabilidad infinita
de los sentidos y significados.
Empezaría por decir que cada resto, trozo,
rebaba, son insignificantes. Una frase o
verso, una palabra o grafía. De esa manera acumularía una variedad magnífica de
recuerdos.
Es como decir que al verso le hacen falta los
silencios; las cucharadas de mentiras, si es que con ellas se es capaz de
causar la muerte digital y volver a los apuntes para que a cada lectura desfase
como loco en miles de historias.
La asonada no tiene sentido si ésta se pierde
en el ocaso, pues es acaso la mentira la que rige en un sinfín de verdades.
La catarsis viene como nota al ruido que los
oídos reclaman, al no sentir la vibración suave de la cadena de huesecillos;
todo es mentira pues mentiría si no lo afirmo y si firmo el decreto que lo
avale, de nada vale si éste se abochorna. Es mejor entregar con acuse de
recibo, pues se mantiene vivo el deseo y la intención.
Ya basta de verdades crueles al afirmar que
existe el Más Allá sin haber ido; es como decir que el sexo es pecado cuando no
lo han practicado y el pecado lo tienen en el cerebro quienes lo argumentan.
¿Sería entonces que el pecado que nos niega el cielo, según ellos, es a la vez el acto más puro que, sin morir,
nos lleva al paraíso?
Si no dime, si el pensar diverso sobre algo
que te es adverso y, no es que con ello mido, a los fantasmas del deseo que el
célibe abjura, para decir, asegura y perjura, cuando de pasión se trata, con el
más profundo orgasmo de placer y melancolía, pues es sabido que aquella pasión,
la mesiánica, no fue la muerte, sino encontrarse con ella a la suerte, sin
haberla experimentado.
De esa manera, nuestra vida llena de absurdos
es una elucubración sin propósitos, persiguiendo la meta, olvidando el camino,
cuando la meta es la muerte y la vida olvidada era el verdadero destino.
Es éste pues, un relato absurdo sin llegar a
cuento es un texto burdo de lo que es capaz el simple espacio lleno de locura y
falacias del poder, de escombros, inexorables, cuantitativos, alocados y
dispersos en el futuro incierto de mi existencia…” (Beltrán. 2018. Absurdidad de la palabra. P. 20).
Escucha
y ve con atención el video 4 "microrrelato Batman y el iceberg”
Ten presente la información que recuperaste en
el video anterior, y analiza si el microrrelato tiene esos elementos.
¡Batmaan!, y el iceberg
Había ido a una fiesta de colegas del súper heroísmo. Pegaba
mucho el sol y con su traje de murciélago estaba pasando más calor que nadie.
Entonces llegó volando ¡Supermáaan! sosteniendo con una mano
un iceberg, fue puliendo el bloque con sus rayos oculares hasta que hubo
cubitos de hielo para las bebidas de todos.
¡Oye!, ¡Supermáaan!, dijo, ¡Batmaan! ¿Qué hace que tú y yo
estábamos en la misma ciudad. He tenido que tomar tres vuelos privados
intercontinentales para llegar a tiempo a esta reunión. Qué te hubiera costado
traerme volando también.
—Tenía compromisos —respondió ¡Supermáaan!, medio ofendido
por la duda.
—Salvar a gente de una presa rota en Mozambique, abrir un
segundo canal en Panamá, doblar una vía ferroviaria para que un tren con
explosivos se desviara a un barranco mustio…
—¡Pero luego te hubieses acordado de mí! Has estado en tu
mansión del Polo, ¿no? Por eso traes el iceberg que ni siquiera se te ha
derretido por el camino ¡Macho! Si te ha dado tiempo para eso, podrías
haberme...
Víctor Pintado
Análisis
La brevedad sí se circunscribe a esa modalidad,
Inicia con lo que algunos le llaman prólogo:
del relato: Había ido a una fiesta de colegas del súper heroísmo. Hace
una exposición del tema evocando el pasado y regresando al presente
histórico, luego propone un conflicto
dado por su carácter patológico y exige a Superman que debió tener prioridad en
el vuelo, que lo podía traer y llegar a tiempo, aún así ya lo había hecho. A
pesar de la explicación del superhéroe a él no le importa. Ya condescendiente
le pregunta por qué no se acordó de él y fue en su busca para evitarle el
trabajo.
No cuenta con un desenlace, por lo que rompe el
esquema de considerarse un microrrelato y no una conversación sin sentido.
Es bueno recordar ese estado patológico que
siempre ha tenido Bruce Wayne quien se caracteriza por ser una persona con
Trastorno esquizoide de la personalidad, distante de la sociedad y que no
disfruta de las relaciones personales y siempre trata de evitar hacer amistades
duraderas, quizás por temor a perderlas como sucedió con sus amados padres, apenas
si mantiene relaciones con Alfred Pennyworth (su mayordomo), los Robin y
posteriormente con Batgirl. Para entender sus exigencias debemos recordar que maltrata
mucho a Robin a quien expone en peligros y luego lo salva, como resarciendo lo
que no hicieron sus padres al exponerlo a peligros para endurecer su carácter y
lo que más afectó su vida fue el caer en un foso lleno de murciélagos y pasar
días sin que nadie lo notara.
También sufre de Trastorno antisocial de la
personalidad. Impone sus reglas para todo, casi en la ilegalidad tomando por
momentos la personalidad de villano que hasta la sociedad lo rechaza y las
autoridades lo buscan como tal hasta que hace algo para “demostrar” inocencia y
poder sentirse de nuevo parte de la sociedad de bien. Todo detrás de una
máscara.
Uno de los personajes que más le asustan es el
jóker por su miedo a los payasos, por más que en su batcueva le acompaña un
mono vestido así no logra superarlo. Su obsesión por el físico culturismo donde
trata de ser perfecto y para no usar armas, aún así la obsesión la traslada a
lo posesivo por su deseo de ser insuperable por sí mismo. Para superar sus
dolores, fracturas, daños en músculos y articulaciones se convierte en un
adicto, nada bueno como modelo de súper héroes. Su adición supera la nueva
normalidad de los viciosos llegando hasta consumir veneno puro con la etiqueta
de Venon.
Otro problemas es la doble personalidad, la
riqueza ilimitada y su fachada de playboy no le alcanza para enmascararse como
último refugio a sus miedos y complejos. Su falta de control a la ira lo hace exagerar
contra sus enemigos.
No debemos confundir que Batman se disfraza de
murciélago por haberle dotado de alguna habilidad sino por que no puede superar
el trauma y su miedo a ellos y lo hace para tratar de ser mejor murciélago y
superar esos miedos que lo tienen atrapado.
Lo único positivo es su resiliencia, el
aprovechar todos los trastornos que sufre para salvar y proteger y ser un
paladín de la Humanidad, diferente pero congruente consigo mismo y eso le da
legitimidad.
Este relato inacabado pudiera ser que como lo
hacen los grandes autores, deja abierta la posibilidad de ser concluido por la
inteligencia del lector. O como personaje, todavía con mucho que agregarle para
contrarrestar sus obsesiones.
Elabora un microrrelato y toma en cuenta lo que
dice Aristóteles en su poética. El arte es mímesis. Si no puedes, imita. Pero
elabora tu microrrelato, lo grabas y eso lo mandas como evidencia de este tema
y será importante para tu calificación final de esta materia.
La calle
Guillermo Beltrán Villanueva
“El hedor
a gasolina, aceites, llantos, los pasos perdidos; la brisa untuosa por caminos
y veredas, el olor a miedo, sensación extraña para quien le sonríe la vida; el
humor acuoso que deja la llovizna y el correr de transeúntes, hurgan en las
pisadas la prisa por llegar.
Un halo evanescente y el vapor a ras de suelo aplastado por el clima
dan la sensación de relatar un minigestuoso momento desapercibido para los
demás.
Se encoge de hombros, limpia los espejuelos y busca en los
alrededores por dónde escapar de sus fantasmas. (Beltrán.
2020. Soledario. P. 40).
Hola, Guillermo,
¿cómo estás?
Escuché con atención
tu grabación correspondiente a tu microrrelato e identifico que cumples
correctamente con los elementos solicitados en las instrucciones para esta
actividad: escribes un microrrelato tomando en cuenta lo que dice Aristóteles
en su "Poética", así como las lecturas base y complementarias
correspondientes a esta unidad. Posteriormente grabas la lectura del texto y lo
envías como evidencia de este tema.
Excelente trabajo,
Guillermo. Aunque por el ritmo y las imágenes desarrolladas en el texto, sentí
que se trata más de un poema, ¿es así? Aun así, me gustó mucho el texto y me
parece muy interesante.
Atte,
Maestra Berenice
Respuesta
Maestra Berenice.
En cuanto al microrrelato que le envié efectivamente es parte
del libro en proceso Soledario, son microrrelatos tristes, desolados por la
situación que me ha tocado vivir con la muerte de muchos de mis amigos y
familiares, Y sí, usé la prosa poética para la mayoría de ellos,
particularmente los que duelen por ser experiencias personales. Ese libro lo
considero transgénero porque uso los diversos géneros narrativos los que me
permiten expresar el dolor de las pérdidas.
Gracias por su comentario.
Guillermo.