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lunes, 7 de septiembre de 2020

Ciudad desolada Tisandìe. Capítulo 3 ter.

 Capítulo 3 ter

(fragmento) 

Recibió un texto sin puntuación alguna como si se tratase de una parodia joyciana. Eso no lo perdonaba. Se fue a dormir y cayó en un sueño profundo…

 

“El cansancio lo vencía y postraba, se sentía desvanecer. El pequeño haz de luz atravesado por la rendija subía y bajaba de intensidad como si algo o alguien se interpusiese ante el foco que lo originaba. Lo tenue o  difuminado lumínico que penetraba por el agujero cada vez se reducía más. la lucecita resultante le hacía suponer que era observado por un husmeador. Ante esa posibilidad quería saber la identidad del entrometido; los sonidos de sus pasos no le revelaban un género específico. Tal vez porque su intención era asomarse despistadamente. Aun así, la expectación crecía cada noche para desentrañar el misterio.

Ante la oscuridad del cuarto, los delgados hilos luminosos variaban de intensidad por lo que intuía un acercamiento. La duda crecía sobre la identidad de tal persona, particularmente sobre su género, pues aunque acercaba el oído para descifrar la delicadeza o aspereza de los ruidos no lograba responder a sus cuestionamientos. La posibilidad de que un gran ojo se trasluciera o iluminara con luz propia para espiarlo... 

Capítulo 18 bis Ciudad desolada Tisandìe Por José Agustín Pérez

 

 

 

Capítulo 18 bis

Didascalos

José Agustín Pérez

Hay historias contadas por buenos escritores e igual de excelentes; sin embargo, algunas se cuentan por sí solas; gente que cree en el más allá, en los beneficios de portarse bien y  a la hora de partir con destino al reino de los cielos y, los mal portados, no digamos los pecadores, al reino del averno. Ciertos pensadores opinan que aquí en el reino de la tierra es el mismo infierno. No todos los buenos van al cielo y no todos los malos reciben el castigo que merecen.

En este mundo material el infierno existe de forma soterrada, es la cárcel y la antesala; en los separos, la materia humana allí depositada con o sin razón de peso, penan la culpa ajena y propia.

Los habitantes del infrahumano arrastran las cadenas sólidas, pesadas de la ignominia, de un sistema carcelario donde no se encuentra absolución, recorte de sentencia, por lo general acusatorias; ni por medio de sobornos, cohecho o moches a las autoridades encuentran la "libertad". Presos están arrastrando siempre la esclavitud mental.

Es necesario, desde abajo, derruir el piso y los muros que atrapan a las víctimas todas inocentes por la maquinaria belicista del demonio metalizado.

¡He dicho!

domingo, 6 de septiembre de 2020

Ti San Dìe Ciudad desolada

 

Capítulo 1 bis

 

Ti San Dìe

Ese espacio que nos traga, nos consume, maneja nuestras vidas a su antojo. Creemos vivir en la frontera, mas es ella misma la frontera, ese espacio que fue consumiendo nuestras vidas, el vivir en el umbral de un país al que imaginamos poderoso, exuberante. Maldita realidad, son despojos y de entre ellos resurgimos en esta comarca que se desmarca de todos los espacios para encerrarnos, revolvernos, hostigarnos. Desesperamos porque nunca llegamos a ningún destino, solo caminamos acompañados en soledad.

Tisandìe

No lo describo como un lugar fronterizo sino que la frontera se lo tragó, la frontera misma y su caos.


Ciudad desolada Tisandie

 

Soliloquio

 

Cansan los días y las horas

la misma rutina del hastío

y los meses y semanas

van tras los años del calendario.

 

Miran el cenit sin entrañas

y la tarde extraña sin fortuna

Te niegan dormir la siesta

en la brecha desierta hacia el ocaso.

 

El tal vez y nunca más

canto de lechuza no anuncia nada

su raudo vuelo —rapaz—,

sombras en la tenue llamarada.

 

Cansan los sueños repetidos

del final que acecha a media noche

del tictac ignoto del latido

que las sienes exageran con espanto.

 

La mañana sin destello

el ojo mira al interior del viaje

El no saber si ayer…

fue la última alborada.

martes, 1 de septiembre de 2020

Ensayo en torno a la imitación y un modelo narrativo

Introducción

La primera Teoría del Arte viene de los Filósofos griegos: el arte como mímesis. El valor del arte. La teoría mimética reta al arte a justificarse por sí mismo.

Platón: el valor del arte es dudoso. Objetos materiales: en sí mismos, imitaciones de formas, o estructuras trascendentes objetos miméticos. La primera experiencia es la condición prodigiosa, mágica, el arte es un instrumento ritual. Una pintura es una imitación de una imitación. Una representación se construye por medio de la fábula.

“De como los hombres perdieron las orejas que lo cubrían de la cabeza a los pies” 

Mímesis​ es un concepto estético. A partir de Aristóteles, se denomina así a la imitación de la naturaleza como fin esencial del arte. El vocablo castellano proviene directamente del latino mimēsis, que a su vez deriva del griego μίμησις [mímesis], y puede también traducirse como ‘imitación’.

    “Erase una vez una milésima de segundo a destiempo, sin no espacio y, desamor…” 

Se diferencia del concepto de “representación” principalmente en la naturaleza de su mecánica, en la que la mímesis se resiste a la comparación con el referente y a convertirse en algo equivalente al original.

La fábula en el cuento, el poema, la tragedia o la comedia

Una representación se construye por medio de la fábula. La fábula es el elemento que decide como ha de ser la estructura de la acción y, la tragedia es la representación de tal acción, por lo que es completa en sí misma. Principio, medio y fin. Uno sucede al otro y después del fin no hay nada más.

    El hombre... -decía el cuento-, con las orejas que lo envuelven de la cabeza a los pies, gimió al sentirse herido. Su mundo único dejó de serlo. El ser grotesco lo atacaba sin piedad. (Bueno, el sentimiento de piedad en ese entonces no existía). Más bien, de manera instintiva como quien va de cacería, como quien busca la presa de la que ha de alimentarse.

Con estos tres elementos de la acción tienen cierta magnitud abarcable por la mente. No basta con medirla con clepsidra o reloj de arena sino que al final de cuentas que sea suficiente en marcar los sucesos de la felicidad a la infelicidad y de allí a la recuperación de la felicidad, esto se considera una extensión suficiente.

        "El as de bastos que blandía en sus manos... (¡As de bastos! No creo que supiese qué expresaba esa         frase). “Es una especie rara”. Pensaba civilizadamente. (!Guau! ‘Civilizadamente’).

        Cuando era joven, pensó… (¿Razonó? Algo, de pronto, como una chispa en su pequeño cerebro             reprodujo una imagen observada por ambos lados, ambos planos. Líneas de los bordes, curvas de         las vueltas. Sombras percibidas por primera vez). 

No olvidemos la importancia de la imitación de la fábula respecto a una acción pues es la que le da sentido a la tragedia por lo que debe imitar una acción que sea única y representar un todo completo, cada parte debidamente coordinada.

        “Cierra los ojos y el aire comprimido del bate abre sus cabellos, refresca los poros de su piel y por         un instante la superficie fría del madero llega primero a su cerebro y por ello, olvida sentir dolor,             pues sus terminales nerviosas conectadas a los músculos del cuello segregan adrenalina y enciende         la alerta en la apófisis mastoides ; re direcciona los impulsos eléctricos de sus neuronas para girar         agresivamente la cabeza - cuello - espalda, una milésima de segundo después de sentir el contacto         del madero justo atrás del oído…”  

El poeta hechos que pueden acaecer. La poesía es más elevada y filosófica que la historia, tiende a representar lo universal y la historia lo particular. La historia es posible que sea verdad más la poesía debe ser verosímil[1]. El poeta debe decir cosas de tal o cual naturaleza o de la necesidad. No olvidemos que es creíble lo que es posible.

        “De pronto. Un gran salto conceptual que en un instante se revela en su cerebro; derrumba siglos         de  ideas acartonadas. Surge como respuesta al grito de auxilio que brota de sus                                     entrañas. ¿Cómo revertir el  estallamiento de su masa encefálica si se aferra a la segunda                        posibilidad de reacción?” 

El poeta antes de serlo debe saber construir fábulas, de esa capacidad mimética se constituye el poeta, crea o imita acciones, no los versos, estos se dan en un proceso de composición y aplicación de ciertas reglas métricas, líricas y formales.

        “Sublimar, escucha dentro de sí. Destellos a la par del arco en cuyo interior despliega como un                 caracol una espiral. (Se entretiene contando los pliegues, 1, 1, 2, 3, 5, 8, 13…). Acudir a las                     entrañas desconocidas cuyas voces no terminan de expresar su verdad. Sus ojos desorbitados no             creían lo que observaban, desconocían su capacidad de transformar la realidad con solo verla. Se           imaginaba un universo de energía, de ondas, de crecimiento infinito a partir de cada núcleo, estas         ondas las percibían como golpes continuos de brisa en su cara, más al abrirlos alternativamente en         cada parpadeo las ondas electromagnéticas cobraban formas: existían”. 

Los elementos que difieren entre historia y poesía, ciertamente sus límites son confusos, pues si los historiadores acuden al lirismo, a la posibilidad de que algunos hechos pudiesen suceder y, por tanto, tienen cierta verosimilitud, y, a su vez, cierta posibilidad de ser aceptada como verdadera según la idiosincrasia del pueblo o la ideología gobernante.

        “-¿Cómo? ¿Si no lo veo no lo creo? 

           -¡No! Si no lo ves no existen. 

        Sabía que las nuevas propuestas involucrarían la perspectiva de los hechos. Sí, la sucesión de                 hechos que recapitulaba como re embobinar las imágenes para analizar cuadro por cuadro,                     regresarán los sucesos como si al pensarla la repetiría infinitamente y con ello sería capaz de                 evitar el hecho que culminaría en su destrucción”. 

Uno de los defectos de las fábulas son las acciones simples o episódicas, fábulas en las que los episodios no están ligados por alguna relación de verosimilitud ni de necesidad. Encontramos muchos poemas con una fábula mal construida. Desafortunadamente por necesidad, diversas obras se construyen para satisfacer ciertas exigencias de la representación teatral. Rompen la línea de sucesión de los acontecimientos.

        “¿Cómo es posible? , -pensaba para sus adentros, si cierro los ojos congelo los infinitos puntos de         vista que lo materializan y los convierten en energía. Todas las aristas, las curvas y las líneas; la             sucesión de sustancias, moléculas y elementos; las infra materias reducidas y anuladas al                         imaginarlas a la par de su trayecto”. 

Para la tragedia es importante que los hechos que provocan piedad o terror sean capaces de hacer sentir esos sentimientos eficazmente, si la construyen de tal manera con cierta íntima conexión y dependencia entre sí, la expectación y la percepción de lo maravilloso se da por esa relación de dependencia y con un fin determinado en comparación de aquellas acciones aisladas y al azar.

        “¿Dónde quedan entonces las pesadas lozas que ocultaban las ahora desgastadas teorías? La                 misma manzana retenida en el éter, masa diminuta desconocida en su esencia, a lo mejor estática,         probablemente dinámica, que dieron vida a las ideas por tanto tiempo, determinadas, secas.                 Estrictas. Crudas… pero sobre todo aceptadas, ahora se desmoronaban”.

En cuanto a La fábula es importante que esté bien construida y que exista un entrelazamiento de actos bien ordenados.  El público, por medio de la fábula se da cuenta de los acontecimientos. La fábula es el elemento esencial, el alma de la tragedia, es imitación de acciones, imitación de personas que actúan.

            “¡Nooo! No podría huir, trashumar. La solución eran los conceptos. Modificarlos. Recrearlos. En                 lugar del choque como respuesta, del rebote, de la oposición… Seguirle el paso, la corriente.                 Emular la misma velocidad y solo entonces eliminaría el final previsto, la reacción a cada                     acción; amalgamando. Apareando. Imitando a la perfección la sinergia. r+a=1. r+a=1. “La                 unidad es la variedad, y la variedad es la unidad. Es la Ley Suprema del Universo” aseguraba                 Isaac Newton.

            No sabía si el cerebro radiando el último estertor de muerte, emitía en forma inteligible la                         respuesta. ¿Qué tendría que hacer? ¿Minimizar la intensidad?” 

El pensamiento es la capacidad de expresar sobre un argumento dado todo lo que le es inherente y le conviene a la elocuencia en general, subordinada a las leyes de la política y la retórica. Con el tiempo la diferencia ha sido de como la tragedia hacia hablar a hombres de estado y ahora es solo retórica.

        “¿Reducir el área de golpeo? ¿Detener el trayecto? Entonces las neuronas se encendieron unas                 millonésimas de segundo, multicolores, exaltadas; delineadas por un instante en miles de                         arcoíris escurriendo sobre un paisaje estático en un último intento de análisis y transformación             etérea”: 

El Carácter representa las intenciones morales de una persona, si esta no es clara si la prefiere o rechaza, la falta de intención o definición empobrece el carácter representado.

            “Veía toda esa energía incidiendo en un plano durante el suceso. Durante el recorrido de ese                     trayecto dentro del trayecto. ¡Uuuufff! ¡Qué frío: inalterable! ¡Necesario! Y… ¿Cada qué tanto?             Me preguntaba. dWλ = Los signos irrumpieron en mi mente: ininteligibles: despiadados: dλ :                 Incomprensibles”. 

El pensamiento son aquellas expresiones que demuestra cómo es algo o como no lo es o si expresa una máxima general.

        "Cerré los ojos y el imaginario se encargó del resto: Intensidad. Toda la energía en un plano en un         tiempo… Me repetía. En un trayecto dado. De punto a punto, donde la curva delimita la distancia         más corta. 

        No, ese no sería el salvoconducto. La respuesta era lograr la inamovilidad, donde lo absoluto es             irreconciliable. Donde la idealidad encuentra la cesación del todo y nos remite a lo básico.

        0° K

         ¡Guacara!... Como un vómito espeso, confuso…

        C dEλ = (W-m-²) -s

        4 dλ".


La fábula es el elemento que decide como ha de ser la estructura de la acción y, la tragedia es la representación de tal acción, por lo que es completa en sí misma. Principio, medio y fin. Uno sucede al otro y después del fin no hay nada más. Con estos tres elementos de la acción tienen cierta magnitud abarcable por la mente. No basta con medirla con clepsidra o reloj de arena sino que al final de cuentas que sea suficiente en marcar los sucesos de la felicidad a la infelicidad y de allí a la recuperación de la felicidad, esto se considera una extensión suficiente.

        “Mi mente observó el no tiempo; giró alrededor de las partículas, del espacio; pude percibir su                 unidad y multiplicidad; el pasado en el futuro; el presente en la probabilidad de abstraerlo todo;             conjuntar millones de posibilidades, emociones, pensamientos=sentimientos, concepciones                     espirituales”. .

El lenguaje es la expresión del pensamiento por medio de la palabra es válida tanto en prosa como en verso.

            "Murmullos, sigilos,

            Durante siglos…

            Experiencia

            En ciencia

            Que arrumba

             Y derrumba.

            Todo lo trastoca

            Tu ardiente boca. (Beltrán. 2018. PP. 1-12).


Referencias

Guillermo Beltrán Villanueva. (2018). Relatos Absurdos. Cuento Quántico. Sin Límites. México.

Roland Barthes. (XXX). Saber narrar. 31 de agosto de 2020, de Instituto Cervantes Sitio web: https://books.google.es/books?id=jm_hrsguYEUC&sitesec=buy&hl=es&source=gbs_buy_r

CREACIÓN NARRATIVA Y DRAMÁTICA - Blog Experto_ Creación narrativa y dramática 2 from IEU Online on Vimeo.

Guillermo Beltrán Villanueva. (2020). Tisandie Ciudad desolada. México: Sin Límites.


[1] La verosimilitud es la apariencia de verdadero que tiene una representación de la realidad. Así, decimos que una historia es verosímil cuando, por más que sea una ficción, da la impresión de ser cierta. ... El realismo se refiere a la representación fiel de la realidad.

El goce de leer y asistir a obras dramáticas

 


¿Qué aprendizajes se obtienen al leer o asistir a la puesta en escena de obras Dramáticas?

He leído novelas, poemarios, cuentos, toda clase de textos, pero hay algo al que le he estado rehuyendo durante mi vida, la dramaturgia. Y no es por desconocer el tema, sino porque, si apenas sobrevivo a los poemas amorosos quasi dramáticos, tristes. ¿Qué podría hacer mi corazón débil ante tanta profundidad con que se toman los avatares de la vida a través del teatro?

De por sí las experiencias extraordinarias que he tenido al ver obras de Hamlet Rubio, Pedro López Solís, Rosina Conde, Ursula Tania, Ignacio Flores de la Lama, al maestro Edu Calleros con su Sr. Trudó,  me han dejado una grata impresión, algo inolvidable, un mundo fantástico lleno de espiritualidad y amor a la vida. 

Brownie, Cría cuervos, En esta esquina, La casa de Bernarda Alba, El Sr. Trudó. Obras señeras representadas, algunas escritas otras en colaboración, pero el haber asistido a su representación ha sido inolvidable.

Por tal razón esta materia la he tomado con cierto temor, pero con gran curiosidad. Tal vez sea, al fin, el conocimiento que necesito para llegar con mis textos a la profundidad del alma de oyente, del espectador, del lector o del común de las personas.

No sé cómo he superado las emociones que me han causado hasta aquí los temas y ejercicios para escudriñar cada tema y tomar de ellos, a manera de imitación las formas, las emociones, para, enseguida, abstraer y compenetrar mi intento de escritor y mejorar todo lo que he escrito, sin llegar a lo burdo, al ridículo o a la imitación fútil.

Retomando lo que plantea la Poética Aristotélica, escribe un cuento breve.

He tomado un viejo cuento, un ser inextricable, El Sr. Trudó,  que retomo cada tanto tiempo, cuando mi estado emocional lo exige para intentar la catarsis en lo que se ha convertido la escritura. Hoy, con los elementos de la dramaturgia.

El Sr. Trudó ha sido impregnado por su propio drama, por su acto creativo y su sufrimiento,  la del poeta que apenas sobrevive físicamente, pero que, a través de su obra, emerge con más poderío, con la fuerza de que es capaz de resurgir energizado por su poesía.

El vendedor de poemas

Se me acercó, enjuto, esforzando la mirada hacia el nivel de mis ojos; su rostro quijotesco reflejaba una miseria alimentaria de mucho tiempo. Masticaba estruendoso un mendrugo cuyo bocado lo paseaba por las encías sin muelas de ambos lados de su quijada.

—¿Renta usted un cuarto?

No deseaba caer en los mismos errores de alquilar habitaciones a personas que al final de cuentas no pagan sus adeudos dada su situación económica o simplemente porque no consideran una prioridad la de tener un lugar seguro convertido en hogar para el resto de sus vidas.

Agachó la mirada obligado por el arco vencido de su espalda; su respiración forzada tomó un nuevo suspiro y se apoyó con fuerza en un tronco de rama de árbol convertida en bastón.

Lo observé y sentí una enorme conmiseración, respeto y reconocimiento a su larga vida de luchas, de metas logradas de esas que no llenan bolsillos, pero alborozan el alma y acorazan el espíritu.

Traía una bolsa de mercado con diversos objetos y ceñido el brazo con su torso un legajo de hojas desleídas escritas a máquina, en el pecho colgaba un anuncio manchado de restos de bebidas y alimentos:

SE HACEN POEMAS A LA ORDEN:

DE AMOR Y DESAMOR

DESENGAÑOS

TRISTEZA Y

VALENTÍA

—Me dicen el Sr. Trudó, espetó.       


[con voz lánguida y profunda]

Me parecía haber escuchado ese nombre. De momento no recordaba dónde. Tal vez en el caminar de la vida, como a veces sucede se encuentra uno a diversas personas que van enmarañando el trajinar del mundo; el movimiento laberíntico donde se esconden las ideas y pernoctan insalubres la avaricia y la acumulación y le priva al hombre toda probabilidad de ser. 

Estuve a punto de pedirle un ejemplar, una de tantas hojas sucias y arrugadas que semejaban legajos del alma, baladas dispersas, cantos de amor y de tristeza. Por respeto a su alta investidura preferí mostrarle el cuarto desocupado al filo de la banqueta.

Pronto se convirtió en mi vecino de abajo, al que diario observaba desde el segundo piso, cuando cerraba su cuarto para ir a ofrecer su trabajo lírico, esparcir sonrisas, soluciones amorosas y consuelo; dibujos de corazones y parejas en comunión; y, sobre todo, la esperanza de que la poesía salida de su corazón sería el aliento que muchos necesitamos para sobrevivir en este mundo de violencia, materialismo y convertirlo en un acercamiento a nuestro propio ser espiritual para trascender.

II

Empezaría por describir al tal Trudó. Un hombre indescriptible partiendo de la idea que tal vez nació de la imaginación. Pero no, ese tal vez no es posible cuando uno despierta con la agradable sensación y cosquilleo en los dedos por oprimir a gran velocidad cada letra y signo del teclado de la computadora. No es fácil, suponiendo sin conceder, que me gana el entusiasmo y me obnubila la razón mis largos dedos trabados y acostumbrados a perseguir en cada extremo de las líneas de las teclas de doble signo; los acentos y grafías olvidadas programadas como atajos si fuera necesario, con tan sólo tres de ellos en cada mano, sin técnica definida, nada más con las ganas de escribir, pensar, crear y perseguir cada idea y el reto de no olvidar cada frase, oración e ideas desgarbadas sin ton ni son.

Debería decir, acaso, que ese tal Trudó, enigmático, taciturno, fantasmal, de quien tan sólo observo su sombrero desde mi ventana del segundo piso; a quién detecto a través de sus pasos en la acera, su traspiés cada quinto paso, como si le fuera la vida en cada trecho y, luchara y se esforzara por salir del letargo de su andar, cansado y taciturno; como si en los hombros llevara a cuestas cada verso y prosodia del poema desgastado de su vida. O quizás nada más sea el esfuerzo consuetudinario de encontrarse para dejar de emular cuanta corriente, grupo, influencia, istmo o, el cadáver del poeta fronterizo, nororiental o citadino que todos imitamos; vanagloriarse y esclavizarse con su supuesto estilo; accidentado, mullido, desencantado y no logrado, pero que las masas, huérfanas de héroes fallidos lo han ubicado como escritor de una erudición insultante.

El gran Trudó, como yo lo imagino, pues el punto de vista me confunde al grado de que su gran sombrero esconde su cuerpo, cuello y testa y apenas logro ver sus zapatos desgastados y sucios; inclinados hacia los lados, como si pisara espinas y para evitar lastimarse los arcos interiores… No, creo que alucino. Qué tal si es un caballero de a caballo y la curvatura de sus piernas son resultado del lomo del corcel, del trote diluido por el viento, atravesando la enorme Pampa, con la mirada penetrante hacia el ocaso; el deseo insatisfecho de la amada o la imagen desbordante de la metáfora que se escabulle en sus ideas.

No puedo olvidar aquella tarde de lluvia y frío, cuando escuché el ya conocido caminar del Sr. Trudó, pegado a la pared de mi casa, maldiciendo las goteras y las primeras lluvias de un techo deslavado de mierdas felinas y de palomas; me sentí culpable. Busqué las canaletas que nunca puse, los tubos de bajada que harían más noble el excremento diluido por la acera, recorriendo sus suelas perforadas; impregnando sus destrozados calcetines con miasma líquido y el olor a café difuminado por la brisa.

No he dejado de pensar en el Sr. Trudó y la fortuna que tuve de sospecharlo desde la primera vez que me llamaron la atención sus pasos vacilantes, su tac-tac discordante y su poemario cerebral que dibujaba su mirada, la de sus ojos que no puedo ver por el ala del sombrero, pero que intuyo, por lo erguido de su rostro, su andar parsimonioso y la cadencia de sus versos, átonos, libres, espontáneos y magníficos.

El Sr. Trudó, espera la tarde, bueno, casi la noche. Ese momento álgido que los románticos adoran para que el rojo de la tarde se pierda poco a poco entre las nubes o ante un Orto maravilloso que nos engaña por la curvatura de la Tierra, para obsequiarnos un poquito más del paisaje vespertino; del tal vez o quizás cuando oscurezca y se encuentre a sí mismo, como la metáfora alada que se escabulle entre sus letras, en las páginas de sus textos, los imposibles, los difamados y no aburridos por ser tan infieles a la hora de caminar.

 

III

No debo olvidar, como escritor, que un poeta no puede serlo sin poemas. Me es sumamente difícil escribirle versos a un ser majestuoso, imponderable cuya grandeza no está en la acumulación del dinero sino en las ideas, los versos, las metáforas, esas que se vislumbran a su alrededor. Por tal motivo, si le he de dar voz, debiera ser con una obra monumental, cuyo descifrar nos envuelva en un manto de misterio. Ahora mismo esbozaré en la memoria algunas ideas mientras lo veo caminar.

(“Volteó hacia mí, me observó detenidamente, me congeló las palabras que le iba a sugerir. Levantó una mano a la inmensidad del cielo y dijo:

 

—Tal vez la pluma cansada

de tatuar el alma

refleje al fin

una especie rara del lenguaje;

busque el sonido

 y no la sombra,

 para emular entonces,

la terrible soledad de mi silencio”).

IV

Silencio… silencio… silencio…

Una lluvia pertinaz y el viento confundieron los pasos perdidos, vacilantes, escuetos, lejanos; entonces, me llegó como un chispazo, la idea loca de que algún día pudiese estudiar dramaturgia y adquiriera los elementos para escribir una historia larga, larga, como una oda, una fábula, un soliloquio, un gran poema que trascendiera mis palabras, que llenara el espacio de un par de hojas y sólo entonces, empezaría por describir al tal Sr. Trudó” (Beltrán. 2020. Tisandie, Ciudad desolada. P.

 Referencias

Roland Barthes. (XXX). Saber narrar. 31 de agosto de 2020, de Instituto Cervantes Sitio web: https://books.google.es/books?id=jm_hrsguYEUC&sitesec=buy&hl=es&source=gbs_buy_r

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Guillermo Beltrán Villanueva. (2020). Tisandie Ciudad desolada. México: Sin Límites.



domingo, 23 de agosto de 2020

El goce de la lectura

 

¿Cuáles son los efectos que producen en los receptores las lecturas de cuentos y novelas?

Existen muchas teorías respecto a este tema por lo que no es fácil generalizar. Ambos géneros tienen elementos comunes, pero también otros particulares que los hace diferentes.

Cada lector es distinto, depende de sus gustos, comprensión y capacidad de asombro para percibir e imaginar ese goce lector; esa fascinación por el conocimiento, las posibilidades del hombre, la transfiguración del lector en coautor.

En la lectura de un cuento por su brevedad respecto a la novela se busca una lectura rápida,  que sea concisa y nos expongan de manera precisa el argumento, que esté bien estructurado y que podamos percibir el goce estético que ofrece la historia. Deseamos un final, sorpresivo, y que el goce conque continuamos leyendo llegue a su máxima expresión en nosotros mismos.

Muchas veces no los entendemos a la primera lectura, con mayor razón los cuentos contemporáneos que sin perder su propósito, cada vez son más atrevidos en sus formas, temas y transposición de sus elementos.

De las novelas esperamos el mismo goce, pero debemos estar preparados para lo extenso de su contenido percibir la idea de cada apartado, sean estos los capítulos, tiempos, espacios y personajes cuya descripción los separa en apartados distintos para el desarrollo de cada uno.

Sin duda el reto más grande es el poder receptivo de cada lector para memorizar de la mejor manera posible esos apartados y nos permitan entender el final de la novela.

Sentimientos y capacidad de comprensión; sentidos representados en cada pasaje; sentimientos de odio, rencor, desprecio y amor, no nada más entre los personajes sino lo que a los lectores nos afecta y nos permite aflorar mientras leemos. Capacidad de comprensión para analizarlos, meternos en los personajes y desde nuestra perspectiva, educación, sentido común, idiosincrasia valorar desde ese conjunto de ideas el mensaje, la trama, la verosimilitud, la posibilidad de ser real o no.

El estímulo que percibimos a través de los sentidos: el olfato de esas llanuras rebosantes de vida o en declinación otoñal; esos espacios llenos de personas o en la más recóndita soledad y misterio; el olor de los humores, de los mares y ríos, del aire fresco que parece llenar nuestros pulmones; o, en su defecto, los hedores pútridos del bajo mundo, del subterráneo lleno de seres abandonados y miserables; el olor a miedo o el olor a temor que transforma hasta nuestra sudoración como si estuviésemos en el ambiente narrado. Olores que influyen en nuestros sentimientos mientras leemos.

Imaginemos durante el tiempo de lectura. Lo primero que surge son los estímulos, el tacto, el olor, y lo visual. Nos transportamos a un plano diferente del que estamos, viajamos con los personajes, con el narrador, nos trasformamos en lectores omniscientes y tratamos de conjeturas finales. Avanza el tiempo de lectura y esos efectos se acentúan, incluso te lleva a un estado mental de alucinaciones auditivas y visuales; escuchamos como si fuésemos personajes indistintos, caminamos de la mano de ellos.

Imaginemos cada uno de nuestros sentidos además del mencionado, la vista y su capacidad de percepción de los colores, de su significación subliminal, los sentimientos que revive en cada uno de nosotros. Los sonidos de las aves o el ser más monstruoso, tal como la música de fondo que percibimos en las películas, pero que para nosotros, esa música nos es propia, de nuestra invención para entender lo descrito en el cuento o novela.

¿Quién no ha percibido esos caminos umbrosos del cuento Continuidad en los parques de Julio Cortazar? El asombro de que finalmente el personaje seamos uno de nosotros como lector. El miedo si no aterrado, si incomodado con El cuervo de Allan Poe, escrito magistralmente en prosa poética. El gato negro que nos obligan a buscar entre nuestras culpas y angustias. Y no nada más miedo, terror o consideración por el personaje sino por el autor de quien conocida su vida vemos en el personaje su Alter Ego o el nuestro.

Funes el memorioso, maravilloso cuento de Jorge Luis Borges a quien vamos develando poco a poco como el propio personaje y su futura ceguera física, pero con una visión maravillosa y comprensión de la literatura como lo demuestra en sus   ensayos clásicos: El libro, leídos de memoria en la Universidad de Belgrano por el mismo autor con una lectura mental impecable.

La fascinación por lo Real Maravilloso, en los textos de Alejo Carpentier; el Realismo Mágico de Juan Rulfo y la brevedad de su novela tan enorme en su significado como libros ecuménicos de gran valía y extensión.

La lectura aterradora de Farabeuf de Salvador Elizondo, lo que sientes mientras lo lees; goce, asombro, terror ante las costumbres chinas de desollar a una persona de tal manera que ya casi en los huesos, no muere, solamente sufre y nosotros con él; ese sadomasoquismo a que nos lleva la historia de la cual se escapan los sentimientos de impiedad, se adueña de nuestra sensibilidad y nos hace temblar el corazón.

Para un lector consumado esas alucinaciones nos transportan a otra dimensión, nos entusiasmamos, nos desorientan al vernos físicamente mientras que mentalmente nos trasladamos a otros planos. Imaginen la actividad neuronal, podemos llorar, reír y caer en la adición de la lectura, nos sentimos en un círculo virtuoso.

¿Qué nos regala la lectura de ese cuento, de esa novela?: aprendizaje, conocimiento y curiosidad intelectual.

Yo me pregunto: ¿Qué me regaló a mí la primera lectura? María de Jorge Isaac mientras escuchaba 1812 de Chaikovski, a los 19 años con la mínima educación: Mi amor por la música, por nuestra América y mi afán de estudiar, lograr una maestría y más.

Gracias.

Arte, Folclore, Cultura y Patrimonio

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